Conferencia Eclesial de la Amazonía. Una buena noticia
Ciudad del vaticanoEl Padre Víctor Codina insiste subrayar el efecto que está teniendo el tratamiento del tema de la pandemia en los medios de comunicación masivos sobre otros temas anteriores a ella y afirma: La actual pandemia ha eclipsado acontecimientos anteriores, como el Sínodo de la Amazonía celebrado en Roma en octubre del 2019. Ahora solo se habla de la Amazonía dentro del capítulo de las víctimas del coronavirus, con fotos como la de un niño yanomami que juega con una mascarilla...
¿Por qué considera que la Conferencia Eclesial de la Amazonía es una buena noticia?
La buena noticia es que se ha constituido la Conferencia Eclesial de la Amazonía. Hay que explicarlo un poco para comprender su novedad y su importancia.
El Sínodo de la Amazonía cuyo lema fue “Amazonía: Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral” quiso promover una Iglesia con rostro amazónico, una Iglesia que pudiera responder a las necesidades e inquietudes de los pueblos amazónicos, buscar la mejor manera de defender su vida amenazada y de anunciar el evangelio de salvación de forma inculturada, en diálogo con su cultura, espiritualidad e identidad histórica, una identidad que va más allá de las diferentes fronteras políticas y geográficas de los pueblos.
En el Documento final del Sínodo se pide una Iglesia samaritana, profética, misionera, defensora de la vida en todas sus dimensiones, que busque nuevos caminos de evangelización y de inserción pastoral (DF 107-114).
Una de las propuestas aprobadas del Documento final fue la constitución de un Organismo Episcopal para la Región Amazónica (DF 115) que pueda discernir y llevar a término las decisiones sinodales.
Esta Conferencia Eclesial de la Amazonía es consecuencia de un largo proceso de acercamiento, de escucha del clamor de los pueblos y de la tierra, de la sangre de muchos mártires y del testimonio de misioneros, de mujeres y de laicos.
¿Cuál es la novedad que nos trae esta Conferencia Eclesial?
La novedad es que no se trata de una Conferencia Episcopal, sino de una Conferencia Eclesial Amazónica, en colaboración con el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), pero con autonomía propia.
Bajo la presidencia del Cardenal Claudio Hummes forman parte de esta Conferencia Eclesial no solo obispos representantes de las 7 Conferencias episcopales de países amazónicos, representantes de la REPAM (Red Eclesial Amazónica) y de Caritas, sino también miembros laicos de la Iglesia de la Amazonía: Liliana Franco presidenta de la CLAR (Conferencia latinoamericana de religiosas y religiosos) en representación de la vida consagrada y lo que es más significativo, tres miembros de los pueblos originarios amazónicos: Patricia Gualinga, la Hermana Laura Vicuña y Delio Siticonantzi. La voz de la periferia llega al centro, como ya aconteció en el Sínodo.
Corresponderá a esta Conferencia Eclesial de la Amazonía, un grupo eclesial mixto, representativo y permanente, implementar las propuestas aprobadas en el Sínodo. Por ejemplo, la elaboración de un rito amazónico, que tenga en cuenta no solo la inculturación litúrgica, sino también teológica y ministerial, como acontece en los 23 ritos diferentes de las Iglesias católicas orientales (Documento final 116-119; LG 23).
¿Cómo une la Conferencia Eclesial de la Amazonía la Iglesia local con la universal?
La importancia de esta Conferencia Eclesial de la Amazonía es un paso muy significativo, ya que, por una parte, reafirma la realidad de la Iglesia local y por otra parte desborda los límites de las Conferencias Episcopales y se abre a toda la Iglesia.
Para algunos observadores expertos (Carlos María Galli, José Antonio de Almeida, Mauricio López, etc) no es un simple remiendo nuevo a un vestido viejo, sino que abre un camino nuevo en la línea de la sinodalidad eclesial y de nuevas formas eclesialidad regional, en un clima de colaboración y comunión eclesial de todo el Pueblo de Dios que en el bautismo ha recibido el Espíritu, es un kairós, un tiempo de gracia.
¿Cómo se concreta la idea de la sinodalidad en la Conferencia Eclesial de la Amazonía?
Sinodalidad significa una Iglesia en camino conjunto hacia el Reino, donde todos tenemos voz propia y nos escuchamos, donde lo que afecta a todos ha de ser tratado por todos. La comunión en el Espíritu es principio permanente de vida sinodal. Francisco da mucha importancia al tema de la sinodalidad eclesial: es el camino que Dios espera de la Iglesia en el tercer milenio, profundiza el tema de la sinodalidad en Episcopalis communio y ha convocado el próximo Sínodo universal sobre la sinodalidad. Francisco habla una Iglesia en salida, poliédrica, que sea una pirámide invertida, donde en la cúspide esté el Pueblo de Dios y abajo los obispos y el Papa. No desea una Iglesia en la que las cosas se disciernan autoritaria y verticalmente desde arriba, sino una Iglesia donde entre todos se discierna comunitariamente el camino de lo que el Señor nos pide hoy. La sinodalidad es lo más opuesto al clericalismo patriarcal todavía existente.
Esta nueva Conferencia Eclesial de la Amazonía, en su apertura a la sinodalidad, es una puesta en práctica de la teología del Pueblo de Dios del Vaticano II, un Pueblo que ha recibido la unción del Espíritu en el bautismo y que posee el sentido de la fe y la connaturalidad con los misterios de la vida cristiana (LG 12). Por esto es importante y significativo que para buscar los nuevos caminos para la Iglesia de la Amazonía se consulte no solo a obispos y al clero, sino a toda la Iglesia, a la vida religiosa, al laicado y muy concretamente a los y las indígenas originarios del lugar, que son quienes mejor conocen su realidad y a quienes, por ser pobres y sencillos, el Padre ha revelado los misterios del Reino. Hay que ser contemplativos de la Palabra, pero también contemplativos del pueblo (La alegría del Evangelio 154).
No sabemos si esta nueva Conferencia Eclesial Amazónica será una experiencia piloto y un banco de prueba que se podrá extender a otras Iglesias, pero lo que sí podemos afirmar es que es una buena noticia, con sabor a evangelio y a Espíritu, al Espíritu que siempre nos sorprende por su constante creatividad divina (La alegría del Evangelio 11), y todo lo renueva desde abajo, silenciosamente. Como los hilos de agua que lentamente forman los ríos que afluyen en el gran Amazonas.
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