Covid-19. Una gota en el mar de la crisis
Ciudad del vaticano
Han pasado seis meses desde que la pandemia llegó a América Latina, pero, a diferencia de lo que ocurre en Asia, Europa y los Estados Unidos, el virus parece estar ganando fuerza cada día en toda la región. La lucha contra el Covid-19 en América Latina se ve limitada por una serie de factores como la desigualdad estructural, las ciudades densamente pobladas, los enormes ejércitos de trabajadores informales que no tienen contratos ni seguridad social y viven al día, y las deficientes instalaciones de atención médica que, sin duda, han contribuido a debilitar las políticas públicas para hacer frente a la pandemia.
En los últimos veinte años, según datos del Fondo Monetario Internacional, la desigualdad en América Latina ha alcanzado los niveles más bajos de su historia. Sin embargo, la pandemia amenaza con invertir esta tendencia. El Perú ha tenido que luchar contra una de las mayores epidemias del mundo, con las graves consecuencias económicas que se están haciendo sentir.
El arzobispo de Trujillo, Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), estaba naturalmente a la cabeza de la Iglesia local durante esta crisis sin precedentes. En una entrevista concedida a "L'Osservatore Romano", el prelado analiza lo que ha significado este último período y el trabajo de la Iglesia para satisfacer las necesidades primarias de la gente, en primer lugar, la creada por la falta de respiradores.
Perú es el país con la tasa de mortalidad más alta del mundo debido a la Covid-19; según datos del ministerio de salud peruano la tasa de mortalidad es de 4,56 por ciento. La escasez de oxígeno ha afectado gravemente a la lucha contra la pandemia. ¿Cómo ve la situación? ¿Qué necesidades tiene la gente?
En primer lugar, agradezco sinceramente a "L'Osservatore Romano" esta entrevista que me permite ilustrar la dura realidad a la que nos enfrentamos y cómo la Iglesia y la sociedad en su conjunto han tomado la mano para hacer avanzar al país. Hoy en día el Perú es una de las naciones del mundo más afectadas por la pandemia Covid-19, con más de 690.000 casos positivos verificados y casi 30.000 muertos. Debido a todo esto, estamos pasando por una de las crisis sanitarias, económicas y sociales más graves de nuestra historia. En los primeros meses de la pandemia se comprobó que muchas personas no podían llegar a un centro de salud para ser atendidas y experimentaban grandes dificultades económicas y retrasos en la obtención de las botellas de oxígeno médico.
Monseñor Cabrejos Vidarte, ¿cómo ve la misión de la Iglesia en el contexto de la crisis sanitaria causada por el Covid-19?
La labor de la Iglesia en el Perú responde a las directrices dadas por la Comisión creada por el Papa Francisco para expresar el amor de la Iglesia a la humanidad ante la pandemia del Covid-19, directrices que el Departamento para el servicio del desarrollo humano integral de la Santa Sede está poniendo en práctica. En este sentido, creemos que la lucha contra el Covid-19 es una tarea que concierne no sólo al Estado, sino a todos los sectores del país. Es por ello que nosotros, la Conferencia Episcopal Peruana, la Sociedad Nacional de Industrias y la Academia Nacional de Ciencias, teniendo el mismo objetivo, el de salvar vidas, hemos decidido crear el programa "Respira Perú", con el fin de responder a la falta de oxígeno médico en nuestro país y así infundir esperanza al pueblo peruano en medio de tanto sufrimiento, para decirle a todos los ciudadanos que en esta lucha por la vida y la salud no están solos, porque su sufrimiento es parte del sufrimiento de la Iglesia y del país, y que sólo juntos podremos salir de esta crisis que aún hoy nos afecta.
¿Cuándo podremos empezar a ver una luz al final del túnel, teniendo en cuenta que la tasa de contagio ha empezado a disminuir en las últimas semanas? ¿Cuál es el balance de la campaña "Respira Perú"? ¿Cuáles son los pasos a seguir?
El programa "Respira Perú" es el esfuerzo conjunto de la Iglesia, la empresa privada y la Academia para ayudar a salir de esta emergencia de salud que está experimentando la nación. La Conferencia Episcopal Peruana y las cuarenta y seis jurisdicciones eclesiásticas colaboran para recoger peticiones en materia de salud de todos los rincones del país con el fin de optimizar la ayuda. Juntos hemos tratado de entender lo que falta en cada región, para ayudar a satisfacer las necesidades.
En este sentido, estamos ayudando a financiar las plantas de oxígeno médico. Ya hemos comprado cuatro de ellas, la más grande es de 60 metros cúbicos y está ubicada en la ciudad de Arequipa. También hemos comprado casi mil cilindros de oxígeno que se han distribuido a las diócesis de todo el Perú para que los entreguen a los centros médicos que más los necesitan en este momento. Además, se han entregado 960 ventiladores mecánicos de uso temporal en setenta y un hospitales del país para evitar que los infectados tengan que ser ingresados en una unidad de cuidados intensivos. Actualmente estamos comprando otros 960 ventiladores. También estamos distribuyendo cincuenta concentradores de oxígeno y cientos de medidores de flujo, máscaras Wayrachi y oxímetros. Luego habrá una segunda fase de "Respira Perú" en la que trataremos de hacer un nuevo llamado de solidaridad a todos los peruanos para que continúen comprando equipo médico de emergencia para aliviar la necesidad de oxígeno médico para nuestro pueblo que aún sufre de esta grave enfermedad. El esfuerzo articulado de la Iglesia peruana no sólo se referirá a esta fase de emergencia, sino que se proyectará al período pospandémico, ya que las consecuencias del Covid-19 generarán graves problemas sociales y económicos en nuestro país.
¿Hasta qué punto cree que el Covid-19 contribuirá a aumentar las ya graves tasas de pobreza de la región? ¿Qué sectores son los más afectados?
Toda la información que nos proporcionan los organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) indica que el impacto en la economía será muy grave y generará un aumento de la pobreza y la pobreza extrema y de las tasas de desempleo en América Latina y el Caribe. Si bien la epidemia tendrá poco impacto en los sectores más ricos, los más vulnerables serán los más afectados. Si ya estamos hablando de un decenio difícil para la región, la pandemia puede significar que habrá otro decenio perdido (como en el decenio de 1980). Los más afectados serán las personas que viven al día, que realizan trabajos informales, que no tienen derechos laborales y que, al verse obligados a permanecer en cuarentena, no han podido generar recursos. Tampoco hay que olvidar a los millones de migrantes, tanto centroamericanos en camino a los Estados Unidos como venezolanos en América del Sur, que sufrirán más las consecuencias económicas y sociales del coronavirus.
¿Hasta qué punto, habrá un antes y un después para la sociedad después de esta pandemia de coronavirus?
Sí, muchas cosas en nuestras sociedades cambiarán, para bien o para mal. La forma en que nos comunicamos, establecemos relaciones humanas, nos protegemos frente a este tipo de enemigos invisibles, la salud, la educación, la tecnología se adaptará a los nuevos tiempos. Pero también creo que muchas cosas podrían hacerse más evidentes, es decir, acentuarse: la desigualdad, la pobreza, la competencia entre los Estados, el surgimiento de líderes nacionalistas con discursos antidemocráticos, como ya está ocurriendo en el mundo y también en América Latina.
La cooperación debería fluir como la gran respuesta para enfrentar este tipo de amenazas globales, pero no hay señales de que el mundo se esté moviendo en esta dirección. Ante la difícil situación actual, debemos tener en cuenta los mensajes del Papa Francisco, que nos insta a buscar formas creativas de convertir esta crisis en una oportunidad para construir un mundo cada vez más fraterno y justo, y al mismo tiempo considerar los objetivos de la Comisión Vaticana Covid-19, según los cuales juntos debemos "actuar ahora para el futuro; mirar al futuro con creatividad; comunicar la esperanza; buscar el diálogo y la reflexión común; y el apoyo para vigilar". Quisiera concluir con una frase del Papa Francisco, pronunciada durante el extraordinario momento de oración del 27 de marzo pasado, donde, ante el miedo, nos exhortó a "abrazar al Señor para abrazar la esperanza: este es el poder de la fe, que nos libera del miedo y da esperanza".
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