Asamblea Europea del Sínodo, Monseñor Halík: la Iglesia sinodal es dinámica
Antonella Palermo - Praga
En el corazón del viejo continente, desde una ciudad puente entre Oriente y Occidente, ha comenzado la fase continental europea del Sínodo sobre la Sinodalidad. La contribución del profesor Thomáš Halík, catedrático de la Universidad Carolina de Praga, sobre los riesgos del triunfalismo en la Iglesia y la resistencia a la transformación permanente a la que está expuesta por naturaleza, ofreció la base para el inicio de la puesta en común al estilo de la conversación espiritual.
Grušas: la doctrina no se cambia, se transmite sin pretensiones
A nivel sociopolítico y geográfico -como recordó Monseñor Gintaras Grušas, Arzobispo de Vilna y Presidente del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas-, este territorio recuerda la época en que aquí mismo, en Praga, en 1968, los tanques soviéticos pusieron fin a lo que se consideraba una "primavera". En sus palabras introductorias, afloró de inmediato el pensamiento de los "hermanos ucranianos" y la esperanza de que "la agresión rusa llegue a su fin y se pueda encontrar una verdadera paz y reconciliación en nuestro continente". A continuación, la precisión básica para el trabajo: "No estamos aquí para centrarnos en nuestras aspiraciones o nuestras visiones del mundo, sino para comprender cómo nosotros, como Iglesia en Europa, podemos constituirnos en una Iglesia verdaderamente sinodal". Y además: "No se trata de cambiar de doctrina. Se trata de comprender la doctrina y transmitirla sin fingimiento".
Grech: Obispos y Pueblo de Dios no están en competición
La relación auténticamente evangélica entre el Pueblo de Dios y los pastores es un tema central y fue retomado por el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, quien recordó cómo "un correcto ejercicio de la sinodalidad nunca pone en competición estos dos temas". El cardenal explica que "dar al Pueblo de Dios una participación activa en la vida de la Iglesia en nada desmerece el ministerio jerárquico; al contrario, lo realza y manifiesta su función indispensable en la vida de la Iglesia". Sin embargo, no se calla ante las críticas que han llovido sobre la voluntad de escuchar incluso a los más alejados de la vida eclesiástica: no se trata de favorecer a algunos, señala, sino precisamente de no excluir a nadie. "La verdad en la Iglesia no depende del tono y el volumen de las declaraciones", concluye, "sino del consenso que es capaz de crear precisamente a partir de la escucha de unos a otros".
Halík: sinodalidad y pensamiento de la Iglesia en continuo dinamismo
El informe de Monseñor Halík es la matriz propuesta para las reflexiones. En el centro está la cuestión de lo que significa pensar en términos de sinodalidad: significa pensar en "la transformación de la Iglesia en una comunidad dinámica de peregrinos que pueda incidir en el destino de toda la familia humana". De ahí la pregunta crucial: "¿Tiene hoy el cristianismo europeo el coraje y la energía espiritual para conjurar la amenaza de un choque de civilizaciones convirtiendo el proceso de globalización en un proceso de comunicación, de compartir y de enriquecimiento mutuo, en una civitas ecumenica, una escuela de amor y fraternidad universales?".
Evitar el triunfalismo, es una forma de idolatría
Halík subraya los peligros del triunfalismo de la Iglesia, que califica de peligrosa forma de idolatría, y señala a continuación que si la Iglesia quiere contribuir a la transformación del mundo, ella misma debe transformarse permanentemente. Y añade, con una metáfora, que no es posible centrarse sólo en los órganos individuales: si se quiere llevar a cabo un cambio de forma fructífero, hay que actuar sobre una revitalización del "sistema circulatorio" del cuerpo de la Iglesia, es decir, la espiritualidad. Este impulso al que invita el profesor forma parte de la misión de la Iglesia, que, espera, debe llevarse a cabo evitando cualquier forma de manipulación y abuso. Hay que tener siempre presente el espíritu del Concilio Vaticano II, recuerda: "No debemos acercarnos a los demás con el orgullo y la arrogancia de quien posee la verdad. Jesús no respondió a la pregunta de Pilato con una teoría, una ideología o una definición de la verdad. Pero dio testimonio de la verdad que trasciende todas las doctrinas e ideologías".
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí