Unidos en torno al Papa los obispos divididos por luchas y violencias
ANDREA TORNIELLI - Kinsasa
Juntos, hoy creemos que con Jesús siempre tenemos la posibilidad de ser perdonados y volver a empezar, y también la fuerza para perdonarnos a nosotros mismos, a los demás y a la historia". Cristo "desea ungirnos con su perdón para darnos la paz y el valor de poder también nosotros perdonar, el valor de realizar una gran amnistía del corazón". Cuando el Papa Francisco pronunció estas palabras en la homilía de la misa celebrada en el aeropuerto de N’dolo en Kinsasa, a su alrededor, celebrando la Eucaristía, estaban, entre otros, obispos de países cuyos gobernantes combaten entre sí a través de milicias y grupos de rebeldes, países que han sido y son escenario de una violencia y unas guerras indecibles, alimentadas no sólo por fuerzas externas, sino también desde dentro. Junto a sus hermanos de la República Democrática del Congo, en el altar y después en un almuerzo juntos, estaban los obispos de Ruanda, Burundi y Congo Brazzaville.
Antes de partir hacia sus respectivos países, algunos de ellos, reunidos en torno a una mesa en un hotel donde se alojaban, relataron esta experiencia a los medios de comunicación vaticanos, explicando cómo su presencia aquí y la comunión episcopal pueden ayudar a los procesos de paz.
"Estamos viviendo un momento especial, un kairós, no debemos dejar que la política nos divida, sino ver qué podemos hacer juntos", nos dijo el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa. "El mensaje del Papa fue muy contundente. Mientras los políticos alimentan la enemistad entre la gente, recurren a la xenofobia y alimentan la desconfianza, los obispos y la Iglesia están llamados a seguir un camino diferente, no deben entrar en esta lógica". Ambongo dio las gracias a sus hermanos de Ruanda "por haber venido a Kinshasa. Hizo falta valor para hacerlo. El valor de llevar a cabo una misión común".
Se hace eco de él el cardenal ruandés Antoine Kambanda, arzobispo de Kigali, quien recuerda el deseo de Francisco de ir también a Goma, en la frontera con Ruanda, pero que no fue posible a causa de la violencia y los enfrentamientos que siguen produciéndose. "Así que - dice - los obispos vinimos aquí. Seis de ocho. El mensaje de paz que el Papa vino a traernos nos concierne a todos. Nos toca a todos. Me ha tocado personalmente". El purpurado recuerda con emoción el genocidio que tuvo lugar en su país en 1994, cuando en cien días murieron al menos 800.000 personas a causa de un conflicto étnico-político. "No fue un genocidio causado por otros, desde fuera. Lo hicieron ruandeses. Entre pueblos que viven juntos en las mismas colinas. Cada colina tuvo su propia tragedia. Y hoy podemos preguntarnos: ¿cómo se convive después de pasar por un genocidio?". La respuesta de Kambanda se hace eco de la que acaba de dar el Papa: "El perdón es el camino hacia la convivencia. Para convivir hay que perdonarse. El perdón es la clave. El perdón es una gracia de Dios y concierne a todos: a las personas, a los culpables individuales. Pero también a las familias. El camino hacia el perdón, añade el cardenal ruandés, "es la compasión, darse cuenta de que la otra persona también sufre y que mi sufrimiento está conectado con el suyo. Esta es la pedagogía de la cruz". La experiencia vivida en su país "la compartimos con nuestros hermanos en el episcopado. El perdón también permite pacificar la memoria".
"La reconciliación es la clave de la convivencia", afirma el arzobispo de Gitega, Bonaventure Nahimana, Presidente de la Conferencia Episcopal de Burundi, "es la clave para resolver los conflictos religiosos, étnicos y políticos". Esto es precisamente en lo que se centró el proceso sinodal de las Iglesias de Burundi. "Todas las diócesis se implicaron. Debemos vivir en el perdón para tener realmente comunidades abiertas, acogedoras y fraternas. Abiertas también en la acogida del otro como hermano, también cuando es extranjero. Tenemos muchos refugiados congoleños en Burundi. De la forma en que vivamos esto seremos creíbles".
"Estamos aquí con una gran delegación, no sólo de obispos, sino de pueblo", explica el arzobispo de Brazzaville, Bienvenu Manamika, Presidente de la Conferencia Episcopal del Congo Brazzaville, "la visita del Papa tendrá un gran impacto en la región". Aunque su país no se ve directamente afectado por los conflictos, "estamos de todas formas implicados. Hay un dicho que dice que "si la República Democrática del Congo tose, en Congo Brazzaville estornudamos y cogemos la gripe". "Todos necesitamos la paz -añade-. El conflicto en curso en el este de la RDC no nos deja tranquilos. Es una reminiscencia de los traumas de guerra ya vividos. Debemos tomarnos en serio las palabras de Francisco, un mensaje del que puede surgir una desescalada de la guerra". Manamika señala que la mera presencia del Sucesor de Pedro suscita esperanza y concierne a todos: "Espero que sus palabras sean escuchadas también por las multinacionales que están detrás de la industria extractiva. Son pueblos que sufren por esta situación, sin justicia sin dignidad no hay paz". Los conflictos internos, concluye, "dependen de intereses más amplios. Pero cuando los elefantes se pelean es la hierba la que sufre. Y la hierba es el pueblo. Por eso todos debemos trabajar y rezar por la paz".
"Todos debemos construir la paz. Con el perdón, con el redescubrimiento de la comunidad que nos une y de la misión que tenemos", subraya el arzobispo de Kisangani, Marcel Utembi Tapa, presidente de la Conferencia Episcopal de la República Democrática del Congo. "Debemos convencernos de que el perdón personal y el institucional están vinculados. Como bautizados, hijos de Dios, hermanos y hermanas, debemos aprender a perdonarnos unos a otros. El Papa sabe muy bien todo lo que pasa aquí, y cómo lo que pasa aquí es una amenaza para la paz, un problema que afecta a toda la región subcontinental. Nos invitó a tomar conciencia de la fraternidad que nos une y que afecta no sólo a un país, sino a toda la región. Todos estamos llamados a ser misioneros de la paz. El suyo fue un fuerte llamamiento a los Estados, a la sociedad civil, a la Iglesia, a los pastores".
La valentía de estos obispos, unidos al Sucesor de Pedro, es un pequeño gran signo de esperanza para estas tierras atormentadas, donde los conflictos etnopolíticos involucran a cristianos de ambas partes. El Papa Francisco dijo en su homilía en el aeropuerto de N’dolo: "Que sea el momento oportuno para ti, que en este país te dices cristiano, pero cometes actos de violencia; a ti el Señor te dice: ‘Deja las armas, abraza la misericordia’".
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