Respuesta articulada de la Iglesia en Marruecos ante terremoto
Olivier Bonnel - Ciudad del Vaticano
En las primeras horas después del sismo que golpeó a Marruecos en la noche del viernes 8 al sábado 9 de septiembre, los voluntarios de Cáritas se movilizaron rápidamente, como Evelyne de Villegas, que vive en Marrakech desde hace 20 años. Acompañada por el Padre Oscar García Padilla, director de la Cáritas diocesana de Rabat, partió el domingo para visitar pequeñas aldeas en las montañas del Atlas: "Fuimos al encuentro de un conocido que es guía de alta montaña. Todo su pueblo ha sido arrasado", asegura. La principal dificultad es la difícil accesibilidad de ciertas zonas. "En algunos pueblos todavía están desenterrando cadáveres, haciendo fosas para los hombres, fosas para las mujeres y fosas para los animales. Se ven diferentes grados de desastre, y nadie se salva", prosigue Evelyne de Villegas.
Las necesidades son inmensas: en primer lugar, tenemos que poder albergar a las víctimas, ya que las noches empiezan a ser más frescas en las montañas. Hay una enorme demanda en términos de saneamiento, higiene, aseo personal, heridas y primeros auxilios", asevera el voluntario de Cáritas. El agua es también un gran problema porque el agua disponible no es necesariamente potable".
Pocas horas después del temblor, el cardenal Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, emitió un comunicado en el que expresaba su "compasión y solidaridad". "Que Dios nos ayude a sacar consecuencias positivas de este doloroso acontecimiento, transformando nuestros corazones en corazones de misericordia, solidaridad y ternura hacia nuestros hermanos y hermanas en dificultad", declaró el arzobispo español. El cardenal-arzobispo de la capital marroquí emitió otra declaración el 11 de septiembre, comenzando con las palabras: "Vuestra tierra es también la tierra donde vivimos, y los acontecimientos que os afectan, con alegría y dolor, también nos afectan a nosotros", afirmando que los cristianos de Marruecos seguirían rezando por las víctimas y todas las familias de luto, "para que la esperanza prevalezca sobre la desesperación".
Solidaridad con todos
Es un mensaje como el lanzado por el Papa Francisco el domingo al final del Ángelus del domingo 10 de septiembre, que ha conmovido a la población local, sostiene la hermana Géraldine Alezeau, directora de la escuela católica La Saâdia de Marrakech. Miembro de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María, ella y las otras tres hermanas de su comunidad han abierto su escuela a las familias afectadas.
"Tenemos suerte de estar en un edificio sólido, pero todo el mundo salió fuera, la gente estaba muy asustada. Abrimos los patios del colegio para acogerlos, así como los salones. Algunos pasaron la noche en nuestros locales para estar un poco más resguardados", dice la religiosa. "Esta mañana (lunes, nota de la redacción), hemos reabierto la escuela, lo que supone un alivio para las familias. Nuestra psicóloga escolar está aquí para ayudarnos a apoyarles", prosigue. "Por el momento, tenemos la mitad de la matrícula de la escuela porque los padres estaban tan asustados que no se atreven a separarse de sus hijos... todavía necesitan un poco de tiempo para darse cuenta", prosigue la Hermana Géraldine. En la inauguración de la escuela se guardó un minuto de silencio y se rezó. "Hicimos que los niños hicieran dibujos para expresar lo que habían vivido, mostrando edificios derrumbados y personas en el suelo, pero pocos parecían realmente traumatizados", explica la directora de la escuela.
Las hermanas de La Saâdia también han lanzado llamamientos para recoger ropa y artículos de primera necesidad. El lunes por la mañana se enviaron dos furgonetas, con la ayuda de Cáritas, a las zonas más afectadas.
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