Migrantes, Arzobispo de Crotone: dejen de explotar la carne de los pobres
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Habla de dolor, piedad y empatía, y luego expresa su indignación ante quienes hoy lucran con la piel de los más pobres, monseñor Angelo Raffaele Panzetta, arzobispo de Crotone, ante la tragedia que ha "conmocionado" a su ciudad, a Calabria, a Italia y al mundo: el naufragio frente a las costas de Steccato di Cutro, en el que han perdido la vida 67 personas. Al menos las hasta ahora constatadas, ya que el mar sigue devolviendo cadáveres. El último, una niña, esta mañana. Para los cuerpos de 66 de las víctimas se ha abierto hoy la cámara funeraria en el Palamilone. En la instalación deportiva, monseñor Panzetta -el primero en entrar por la puerta esta mañana- ha querido enviar un mensaje contundente: ante los féretros, muchos de ellos blancos, el prelado se ha arrodillado y ha rezado junto a Mustafa Achik, imán de la mezquita de Cutro. La mayoría de las víctimas eran musulmanas. Ante el misterio de la muerte, nos unimos para invocar al Dios de la vida", declaró el arzobispo a Vatican News.
Excelencia, ¿qué ha sentido hoy ante esos féretros, muchos de ellos de niños, y también durante su oración con el imán?
Lo que tengo en el corazón es mucho dolor, porque no se pueden ver tantos cuerpos alineados sin tener un profundo sentimiento de empatía con las personas que perdieron la vida, con los que sobrevivieron. Veo una profunda piedad humana, incluso ante lo sobrenatural. Ante el misterio de la muerte comprendemos que la fraternidad es lo que nos une, mucho más que lo que nos separa. En este día he sentido en la ciudad, en la diócesis, un profundo dolor. Casi un velo... Hay una canción de Fabrizio De André que se llama La domenica delle salme (Domingo de los cadáveres), pues bien, el domingo pasado vivimos plenamente el domingo de los cadáveres. Esta mañana, sin embargo, junto con nuestros hermanos y hermanas islámicos hemos elevado un himno a Dios, una invocación a Aquel que es el amante de la vida. Y, por supuesto, en cierto sentido también nos hemos golpeado el corazón y el pecho porque estos acontecimientos llevan en sí mismos una serie de corresponsabilidades que nosotros, como creyentes, no podemos descuidar.
¿Qué corresponsabilidad?
Vivir en un mundo donde la pobreza obliga a la gente a huir de sus países a un mundo donde se niegan los derechos. Un mundo donde hay gente que se da un festín con la carne de los pobres ¡es algo terrible! Y también la corresponsabilidad de nosotros, el mundo civilizado, que a menudo tenemos las puertas cerradas ante estas personas que dicen estar desesperadas. En realidad, yo los veo como portadores de esperanza... La situación es verdaderamente dramática, se dice que el Mediterráneo es un cementerio, corre el riesgo de convertirse también en un cementerio de esperanza y esto no puede sino tener consecuencias para todos nosotros.
Así pues, tras esta tragedia -esta enésima tragedia-, ¿qué medidas concretas debemos adoptar como Iglesia, como sociedad, como política?
En primer lugar, la valoración de lo sucedido porque eso, si se hace no desde las vísceras sino con cabeza y corazón, nos ayudará a leer los hechos para que no vuelvan a suceder. Después, creo que deberíamos considerar la política de nuestro país en un horizonte más amplio que el europeo para plantear hipótesis sobre caminos diferentes. Justo la víspera de la tragedia, el sábado, durante mi visita pastoral estuve en un pequeño pueblo de mi diócesis llamado Carfizzi, donde me encontré con más de veinte jóvenes emigrantes que están aprendiendo italiano y algunos oficios en una comunidad acogedora. Al saludarlos al final, la palabra que más utilizaron fue "esperanza, esperanza". Y la única esperanza que tenemos es la de la convivencia, la de la fraternidad en las diferencias para aunar los talentos que tenemos. Aquí en Calabria tenemos una erosión demográfica espantosa, tenemos que pensar para el futuro en familias jóvenes que vengan aquí, que vivan en nuestras casas, que trabajen en nuestras tierras, que aprendan oficios, que trabajen para el turismo. Debemos conseguir, en definitiva, que se empiece a pensar en estos hermanos nuestros como un gran recurso de la humanidad pero también económico para nuestro territorio y no como un problema al que temer.
¿Qué hace o piensa hacer la diócesis de Crotone por estas personas?
Como Cáritas, nos pusimos inmediatamente en marcha para responder a las primeras necesidades de los supervivientes, y debo decir que recibimos un aluvión de manifestaciones de disponibilidad por parte de personas que tienen un corazón acogedor y generoso. Ahora queremos organizar, junto con otras fuerzas y realidades de la zona, un momento público de oración y recogimiento. Sin embargo, me gustaría que se hiciera después de que estas personas tengan un entierro digno, y que todo se haga como es debido, para que nuestro gesto público sirva para que no se desvíe la atención de este asunto. En efecto, el consumismo mediático corre el riesgo de hacernos ir de tragedia en tragedia, sin discernimiento, sin conversión, sin planificación.
¿Se ha fijado una fecha para el funeral?
Esta misma mañana hablaba con la Prefectura y todavía no hay fecha, ni indicaciones precisas debido quizás a que siguen saliendo cadáveres del mar. Esto hace que sea problemático fijar una fecha, ya que el equipo forense siempre tiene que hacer los reconocimientos, tomar las muestras, para que los familiares puedan reconocerlos.
Una última pregunta, en estos días dramáticos que ha vivido en primera persona como obispo, ¿cuál es la imagen o la historia que más le ha impactado?
(Suspira) La imagen son los sobres blancos llenos de gente que vi nada más llegar al lugar. Algunos llevaban marcas de sangre. Creo que nunca más se borrará de mi corazón.
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