Concluyó en Kazán la 16ª Cumbre de los BRICS

Stefano Leszczynski y Marco Guerra - Ciudad del Vaticano

Al término de la cumbre de los BRICS en Rusia - «el mayor acontecimiento de política exterior jamás organizado en el país», según el Kremlin-, el mundo occidental se encuentra frente a una alianza que reúne a más de la mitad de la población del planeta. A la formación original de 2010 -es decir, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- se unieron en enero de este año Irán, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, pero muchos otros han pedido sumarse a la nueva realidad internacional, aunque todavía no esté totalmente estructurada. De la cumbre de Kazán surgió un importante grupo de nuevos Estados que no son miembros de pleno derecho, sino sólo «socios oficiales»: Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.

Los objetivos de los BRICS

Los objetivos que surgieron durante los trabajos de la cumbre presidida por Rusia fueron dos: trabajar por la realización de un nuevo «orden mundial democrático» y alejarse de la «dolarización» del sistema internacional. «Sigue habiendo, sin embargo, profundas diferencias entre los 36 Estados reunidos en Kazán sobre cómo interpretar estos objetivos». En declaraciones a los medios vaticanos, Mattia Massoletti, analista del Observatorio Ispi sobre Rusia, el Cáucaso y Asia Central, explicó: «Si, por un lado, tenemos países que conciben los Brics como un instrumento potencialmente antioccidental, por otro persiste la posición más equilibrada de quienes los ven como un bloque meramente “no occidental” y, por tanto, más inclinado a revisar las reglas de la política internacional, más que a revolucionarla».

Entre las lecturas que los analistas proponen sobre lo ocurrido en estos tres días de cumbre, también las hay más puramente geopolíticas y vinculadas al papel de Moscú en el actual contexto internacional. «El principal objetivo del Kremlin era mostrar a Occidente y al país que Rusia no está aislada, a pesar de las sanciones», señaló Massoletti.

El contexto de crisis

Se trata de un contexto delicado, que suscitó muchas críticas hacia el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, por haberse reunido con el Presidente Putin al margen de la cumbre. Entre los temas de las conversaciones estaban la guerra en Ucrania y la guerra en Oriente Medio. «Habría sido inapropiado -concluye Mattia Massoletti- que Guterres ignorara un acontecimiento que afectaba a una gran parte del mundo, pero no creo que los BRICS puedan ser útiles actualmente para un verdadero proceso de paz en los contextos indicados». Sin embargo, las reacciones a la medida del Secretario General de la ONU fueron muchas, a pesar de que, como hizo saber la propia organización internacional, Antonio Guterres «reiteró su posición de que la invasión rusa de Ucrania se hizo en violación de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional». Esto no bastó para curar la irritación del Presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, que se negó categóricamente a reunirse con Guterres a su regreso de la cumbre de Kazán.

Crecimiento económico estable

Sin embargo, considerar únicamente la dimensión geopolítica de esta 16ª cumbre de los BRICS sería incompleto ante el constante crecimiento económico de los Estados miembros de este organismo internacional, cuyo objetivo es desarrollar instituciones alternativas para las finanzas y el comercio internacionales. Según los datos publicados por la plataforma Statista, en términos de PIB mundial en paridad de poder adquisitivo desde 2018, los BRICS han superado a los países del G7 en al menos 5 puntos porcentuales, lo que confirma una tendencia creciente.

Una cifra que, si se lee en relación con el fuerte crecimiento demográfico de los Estados socios y candidatos a serlo, deja entrever el posible impacto en las transformaciones que se están produciendo a nivel global.