El Papa: La santidad es el verdadero camino de la reforma de la Iglesia
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Esta fidelidad a la sede de Pedro, les dijo el Papa, expresa la unidad en la diversidad y en la comunión eclesial, elemento imprescindible para una misión fructífera. La santidad es el camino de la verdadera reforma de la Iglesia poniendo al centro el primado de la ‘virtud de la caridad’”.
Además, como recordó Francisco, Rosmini “acompañaba la caridad con una fuerte ‘firmeza interior’”. El Papa les pidió que el ejemplo de Rosmini les estimule para avanzar en la fecundidad del silencio interior y en el heroísmo del silencio exterior. El Fundador quiso atribuir a su familia religiosa la denominación de “Instituto de la caridad”, para evidenciar la supremacía de la virtud de la caridad, que, va por “encima de todo”. También es importante mantener la "santa indiferencia" que su Fundador extrajo de San Ignacio de Loyola: sin ella no es posible implementar una auténtica caridad universal.
Los Rosminianos y su apego a la Iglesia y a la Santa Sede
El Santo Padre les dijo que su visita manifiesta el apego a la Iglesia y a la Santa Sede, que recomendó y vivió su Fundador. Durante la asamblea, los Rosminianos, reflezionaron el tema: “Sean perfectos… sean misericordiosos”. Un tema, les dijo el Papa, donde se trata de poner en primer lugar la alegre noticia que todo cristiano está llamado a la santidad, y recorrer juntos este camino en la caridad.
Esta perspectiva, exquisitamente evangélica, es un punto focal de la enseñanza de su Fundador, que se puede encontrar de manera especial en el libro de las Máximas, añadió el Papa. La santidad y el ejercicio de las virtudes no están reservadas a pocos, y mucho menos a algún momento particular de la existencia. Todos pueden vivirlas en la cotidiana fidelidad a la vocación cristiana: los consagrados en particular, en la fiel adhesión a la profesión religiosa. En este sentido, el Beato Rosmini oraba: « Oh Dios, envíanos tus héroes». Fue evidente en él lo que enfaticé en el reciente Motu proprio Majorem hac dilection sobre el heroísmo de la vida, es decir, "una ofrenda de vida para otros, mantenida hasta la muerte" (No. 5). La santidad es el camino de la verdadera reforma de la Iglesia, que, como vio claramente Rosmini, transforma el mundo en la medida en que se reforma.
Una invitación a organizar las obras de caridad
Francisco les pidió que en su actividad eclesial, organicen las obras de caridad corporal, intelectual, espiritual y pastoral de manera que siempre sigan al Espíritu Santo que indica dónde, cuándo y cómo amar. En lo que respecta a la acción educativa, les dijo, no se debe limitar a la instrucción simple, sino que es caridad intelectual. De hecho, el centro viviente de la educación cristiana es la ciencia que se transmite a partir de la Palabra de Dios, cuya plenitud es Jesucristo, la Palabra hecha carne.
Su presencia apostólica se ha irradiado en la India, Tanzania y Kenia, así como en los Estados Unidos de América y Europa: El Santo Padre les animó a que sean hombres con las manos siempre extendidas hacia los sufrientes, para traerles la ayuda de la fe y la caridad. Estoy pensando, en particular, en sus hermanos y en las Hermanas Rosminianas que trabajan en Venezuela, llamados a ser testigos de la cercanía espiritual y material con las poblaciones duramente afectadas.
Reflexionar sobre el propio carisma
También es bueno, añadió Francisco, que su Instituto continúe a reflexionar atentamente sobre su propio carisma y, considerando los frutos que han madurado a lo largo de los años, pueda abrirse cada vez más a las expectativas de la Iglesia y del mundo. Con la luz del Espíritu Santo, encontrarán formas para continuar con entusiasmo renovado, captando los signos de los tiempos, las urgencias sociales y la pobreza espiritual y material de quienes esperan palabras y gestos de salvación y esperanza. A esta labor apostólica se le unen los "Ascritti", clérigos y laicos que, viviendo en el mundo, desean alcanzar la perfección evangélica en comunión con su Instituto. Es bueno que se involucren cada vez más en su vida comunitaria.
Queridos hermanos, dijo por último, su Instituto, con la especificidad del carisma rosminiano, todavía puede ofrecer un servicio válido en la proclamación del Evangelio. Les insto a proponer con constancia y previsión la herencia espiritual y doctrinal que han heredado. Que las dificultades inevitables no les desanimen, sino que les animen a confiar siempre en Dios para continuar con alegría y esperanza la misión que Él les ha confiado.
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