Francisco: la caridad de San Andrés, la fuerza para los tiempos difíciles
Alessandro De Carolis - Ciudad del Vaticano
La paz puede ser negociada, pero esto no extinguirá las guerras del mundo hasta que la gente se dé cuenta de que son hermanos y hermanas. Para el Papa de la encíclica "Fratelli tutti" esto es una certeza. Este es un pensamiento contenido en el mensaje dirigido al Patriarca Bartolomé I, en la fiesta del Apóstol Andrés, leído por el Cardenal Kurt Koch al final de la Divina Liturgia celebrada en la Iglesia de San Jorge en Estambul, a la que asistió una delegación vaticana.
Guerras y vidas robadas
Al recordar el encuentro ecuménico del pasado 20 octubre en Roma, en la "Piazza del Campidoglio", que compartió con Bartolomé I y otros líderes religiosos, Francisco abrazó con la mirada al mundo, señalando cómo, además de la pandemia, la guerra continúa "afligiendo a muchas partes del mundo" y nuevos conflictos armados roban la vida de hombres y mujeres.
"Sin duda", escribe el Papa en su mensaje, "todas las iniciativas tomadas por los organismos nacionales e internacionales para promover la paz son útiles y necesarias, pero el conflicto y la violencia nunca cesarán hasta que todas las personas alcancen una conciencia más profunda de que tienen una responsabilidad mutua como hermanos y hermanas".
Iglesias hermanas
Una fraternidad que Francisco afirma haber experimentado "en primera persona" en los diversos encuentros con el Patriarcado Ecuménico y que, de hecho, reconoce que el "deseo de una mayor cercanía y comprensión entre los cristianos" fue manifestado por Constantinopla "antes de que la Iglesia Católica y otras Iglesias entablaran el diálogo".
El Papa cita como prueba de este hecho una carta encíclica del Santo Sínodo del Patriarcado Ecuménico enviada a las Iglesias de todo el mundo hace cien años. "Cuando las diversas Iglesias se inspiren en el amor y lo pongan en primer lugar, en su juicio sobre los demás -dice la carta del Santo Sínodo- en vez de aumentar y ampliar las disensiones existentes, podrán disminuirlas lo más posible" y además "con su voluntad de dar, siempre que se presente la ocasión, una mano de ayuda y asistencia, entonces harán y cumplirán muchas cosas buenas para gloria y provecho tanto de ellos mismos como de todo el cuerpo cristiano".
Objetivo: la unidad
Un texto que no ha perdido su relevancia, enfatiza el Papa, acompañando los deseos al Patriarca Bartolomé I para la fiesta de San Andrés con la observación del notable crecimiento de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Patriarcado Ecuménico en el último siglo.
"Aunque siguen existiendo obstáculos, confío -escribe Francisco- en que, caminando juntos en el amor mutuo y persiguiendo el diálogo teológico" será posible alcanzar la meta "de restaurar la plena comunión expresada a través de la participación en el mismo altar eucarístico", para "reunir a todos los hombres en un solo cuerpo, y en la piedra angular de la Iglesia una y santa".
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