El Papa Francisco en Lampedusa (08-07-2013) El Papa Francisco en Lampedusa (08-07-2013) 

Hace nueve años el Papa en Lampedusa, una isla que no hay que olvidar

Era el 8 de julio de 2013, el primer viaje del pontificado de Francisco. El Papa eligió Lampedusa para hablar de la "globalización de la indiferencia" que le llevaría, a lo largo de los años, a denunciar en numerosas ocasiones la indiferencia hacia el prójimo y a condenar la cultura del descarte

Andrea De Angelis - Ciudad del Vaticano

Las miradas sorprendidas y conmovidas de los migrantes, la corona de flores lanzada sobre las aguas del Mediterráneo, la oración y la denuncia de esa "globalización de la indiferencia", que a lo largo de los años llevará a Francisco a denunciar la cultura del descarte en varias ocasiones. El viaje del Papa a Lampedusa, el primero fuera de la diócesis de la que es obispo, permanece indeleble en la historia de este pontificado. Hoy, nueve años después de aquel 8 de julio de 2013, los reflectores vuelven a iluminar Lampedusa, una isla que sigue rescatando y acogiendo a decenas de personas cada día. Una frontera entre dos continentes, un lugar simbólico del siglo XXI.

Una de las numerosas personas migrantes con las que el Papa se encontró en Lampedusa en julio 2013
Una de las numerosas personas migrantes con las que el Papa se encontró en Lampedusa en julio 2013

"Inmigrantes muertos en el mar, por esas barcas que, en lugar de haber sido una vía de esperanza, han sido una vía de muerte. Así decía el titular del periódico. Desde que, hace algunas semanas, supe esta noticia, desgraciadamente tantas veces repetida, mi pensamiento ha vuelto sobre ella continuamente, como a una espina en el corazón que causa dolor". Así comenzaba la homilía del Papa en el recinto deportivo Arena, donde se celebraba la Santa Misa. Francisco interpeló a todos, sin excluir a nadie:

 “¿Dónde está la sangre de tu hermano cuyo grito llega hasta mí?”. Hoy nadie en el mundo se siente responsable de esto; hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y del servidor del altar, de los que hablaba Jesús en la parábola del Buen Samaritano: vemos al hermano medio muerto al borde del camino, quizás pensamos “pobrecito”, y seguimos nuestro camino, no nos compete; y con eso nos quedamos tranquilos, nos sentimos en paz. La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bonitas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros, o mejor, lleva a la globalización de la indiferencia. En este mundo de la globalización hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!

Y hace una referencia a la obra de Manzoni:

Vuelve la figura del “Innominado” de Manzoni. La globalización de la indiferencia nos hace “innominados”, responsables anónimos y sin rostro.

Esa indiferencia, ese "vivir en burbujas de jabón" ha sido subrayado a lo largo de los años por el Papa en repetidas ocasiones. En varios aniversarios relacionados con el 8 de julio, Francisco ha querido retomar ese camino, llamando a todos a una responsabilidad compartida. Hace tres años, por ejemplo, en la homilía de la misa por el sexto aniversario de su visita a Lampedusa, subrayó que los migrantes "son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada" y recordó a los "violados en los campos de detención", que "desafían las olas de un mar despiadado". Son solo algunos de los últimos "a los que Jesús nos pide que amemos y ayudemos a levantarse",  mujeres y hombres que huyen de la guerra y la pobreza:

Jesús revela a sus discípulos la necesidad de una opción preferencial por los últimos, que han de ser puestos en el primer lugar en el ejercicio de la caridad. Son muchas las pobrezas de hoy; como escribió san Juan Pablo II, los «“pobres”, en las múltiples dimensiones de la pobreza, son los oprimidos, los marginados, los ancianos, los enfermos, los pequeños y cuantos son considerados y tratados como los “últimos” en la sociedad» (Exhort. ap. Vita consecrata, 82).

Un viaje que el Papa también recordó hace años en una entrevista con nuestro director editorial, Andrea Tornielli, en la inauguración del libro 'In viaggio', de ediciones Piemme. "El primer viaje fue a Lampedusa. Un viaje italiano. No estaba previsto", reveló Francisco, "y no hubo invitaciones oficiales". Sentí que tenía que ir".

Lampedusa hoy

Después de nueve años, ¿cuál es la situación en la isla de Lampedusa? Ante el enorme desafío de la pandemia y la tragedia de la guerra en Ucrania, ¿se corre el riesgo de subestimar el drama de los migrantes en el Mediterráneo? ¿Qué políticas ha adoptado la Unión Europea para hacer frente a lo que es una responsabilidad compartida? "El viaje de hace nueve años tuvo un fuerte valor, desde entonces el Papa nunca ha disminuido su atención sobre las tragedias en el mar y sus preocupaciones se han confirmado", explica Oliviero Forti, responsable de Políticas Migratorias y Protección Internacional de Cáritas Italiana.

"Sin embargo, la ruta del Mediterráneo central ha perdido interés, tanto por parte de la opinión pública como de la política, a causa de la pandemia y de otros acontecimientos internacionales", subraya el representante de Cáritas. "Estamos asistiendo, a pesar de las advertencias del Papa, a una desinversión en las políticas migratorias orientadas a una correcta gestión de los flujos", continúa, señalando cómo el debate se ha centrado más en las actividades de control. "Esto va en contra de lo que Francisco ha dicho, por lo que no es un momento favorable. No hablar de ello o hablar menos", concluye, "no significa que el problema haya disminuido, es más, en algunos aspectos ha empeorado".

Una responsabilidad compartida

"Desgraciadamente, las palabras del Papa pronunciadas hace nueve años siguen siendo actuales, la globalización de la indiferencia hace invisibles a miles de personas que intentan llegar a Europa".  Así lo afirma Donatella Parisi, responsable de comunicación del Centro Astalli, que subraya que la ruta del Mediterráneo central sigue siendo la más peligrosa del mundo.

"La advertencia de Francisco sigue siendo hoy de una actualidad desconcertante -continúa Parisi- y la respuesta a este drama debe ser universal. Todo el mundo está llamado a la responsabilidad hacia el prójimo y el Papa que fue a Lampedusa en 2013 encendió un faro, convirtiendo la isla en el centro del mundo". La responsabilidad es, por tanto, compartida porque "nadie puede ignorar lo que está ocurriendo, nadie puede mirar hacia otro lado con respecto a las muchas personas que están perdiendo la vida en busca de un futuro mejor" y no se puede olvidar que los que se van "no tienen elección, no tienen alternativa, huyen de guerras, de dictaduras, de graves formas de injusticia social".

 

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08 julio 2022, 10:46