Francisco: Elegir bien a los sacerdotes que confiesan en los Santuarios, sin obstáculos para el perdón
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
La gente va a los santuarios para rezar, para ganar confianza en el futuro y, sobre todo, para ser consolada de las cargas, dolores y preocupaciones que a menudo pesan sobre el cuerpo y el espíritu. Por eso, estos lugares santos rebosan consuelo y misericordia. Lo que, en la práctica, significa también discernir la elección de los sacerdotes para las Confesiones, de modo que no suceda que quienes se acercan al confesionario "encuentren obstáculos para experimentar la plena reconciliación".
El Sacramento de la Reconciliación es perdonar, siempre. Perdonar... Perdonar siempre como el Padre perdona. Perdonar.
Recomendaciones claras y concretas del Papa a rectores y santuaristas, reunidos desde el jueves 9 de noviembre en el Vaticano en su II Encuentro Internacional. Una iniciativa, querida y comisariada por monseñor Rino Fisichella y organizada por el Dicasterio para la Evangelización, que supone una oportunidad para que el Pontífice implore, una vez más, "la intercesión de la Madre de Dios para que, en este tiempo atormentado, tantos hermanos nuestros que sufren encuentren paz y esperanza".
Buen discernimiento en la selección de los sacerdotes que confiesan
Una oración que el Obispo de Roma recomienda se eleve desde todos los Santuarios del mundo. Estos "lugares especiales" que atraen a miles o incluso millones de personas cada año son, de hecho, "lugares de oración verdaderamente privilegiados". La primera preocupación, recomienda el Pontífice a rectores y operadores, es que no se desvirtúen en este sentido, cuidando la celebración de la Eucaristía y del Sacramento de la Reconciliación.
En este sentido, el Papa Francisco pide un "buen discernimiento" en la selección de los confesores:
Que no suceda que quienes se acercan al confesionario atraídos por la misericordia del Padre encuentren obstáculos para experimentar una verdadera y plena reconciliación. Esto no puede suceder, sobre todo en los santuarios que encuentran obstáculos; no, no puede suceder... porque en ellos la misericordia de Dios pide expresarse de modo sobreabundante, por su misma naturaleza.
Recuperar el sentido de la adoración
También es importante, subrayó el Papa, que se preste especial atención a la adoración en los santuarios, considerando que "el ambiente y la atmósfera de nuestras iglesias no siempre invitan a reunirse y adorar". "Hemos perdido un poco el sentido de la adoración. Necesitamos recuperarlo", dice Francisco en un aparte, en el que pide "fomentar en los peregrinos la experiencia del silencio contemplativo y -no es fácil- del silencio adorante." Esto "significa ayudarles a fijar la mirada en lo esencial de la fe".
La adoración no es un alejamiento de la vida, sino el espacio para dar sentido a todo, para recibir el don del amor de Dios y poder testimoniarlo en la caridad fraterna".
Consolar
Otro don es el del consuelo, "el misterio de la consolación": "También se va a los santuarios para ser consolado", señala el Papa. "¡Cuántas personas van allí porque llevan en el espíritu y en el cuerpo una carga, un dolor, una preocupación!".
La enfermedad de un ser querido, la pérdida de un familiar, tantas situaciones de la vida son a menudo causas de soledad y tristeza, que se depositan en el altar y esperan una respuesta. El consuelo no es una idea abstracta, y no está hecho ante todo de palabras, sino de una cercanía compasiva y tierna que comprende el dolor y el sufrimiento. Cercanía compasiva y tierna. Este es el estilo de Dios: cercano, compasivo y tierno.
Consolar es, por tanto, "hacer tangible la misericordia de Dios". Por eso, en los Santuarios no puede faltar "el servicio de la consolación".
Acoger bien a los peregrinos
"¡Que en nuestros santuarios abunde el consuelo y la misericordia!", exclama Jorge Mario Bergoglio. Finalmente habla de esperanza, la esperanza que todo peregrino necesita porque "se va al Santuario para mirar al futuro con mayor confianza".
El gesto mismo de la peregrinación lo demuestra: quien peregrina busca "un destino seguro al que llegar", "pide esperanza con su oración", porque "sabe que sólo una fe sencilla y humilde puede obtener la gracia que necesita". Por eso es importante que, al volver a casa, "se sienta realizado y lleno de serenidad", recomienda el Pontífice.
En nuestros santuarios se presta mucha atención a la acogida, y con razón. Por favor, no lo olviden: acojan bien a los peregrinos. Al mismo tiempo, hay que prestar la misma atención pastoral al momento en que los peregrinos abandonan el santuario para volver a su vida ordinaria: que reciban palabras y signos de esperanza, para que la peregrinación que han realizado alcance su pleno significado.
2024, un año dedicado a la oración en vista del Jubileo
Concluyendo su discurso, el Papa recuerda que el próximo año, en preparación del Jubileo de 2025, será un año enteramente dedicado a la oración. Anunció que pronto se publicarán folletos que "pueden ayudar a redescubrir la centralidad de la oración". "Serán una buena lectura, que estimulará a rezar con sencillez", afirma. De ahí una invitación final:
Arremanguémonos y renovemos cada día la alegría y el compromiso de ser hombres y mujeres de oración. Orar con el corazón, no como loros. No. Desde el corazón
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