Un documental sobre el sacerdote que transformó la pobreza en esperanza
Massimiliano Menichetti – Ciudad del Vaticano
Hay quien lo define como el “Santo combatiente” o “el hombre de los milagros”. Su nombre es padre Paolo Pedro Opeka. Su historia de amor hacia quien sufre está atravesando océanos y montañas. Consigo lleva sólo la fuerza de la fe y del rostro de Cristo en las periferias del mundo. Lazarista, misionero, el padre Pedro Opeka es un argentino de orígenes eslovenas.
Madagascar
En 1975 se dirige a Madagascar donde conoce la desesperación y la pobreza de miles de personas que viven en los basureros. No acepta esta situación: se pone del lado de los pobres, lanza proyectos entre ellos la ciudad de la esperanza, Akamasoa, que en malgache significa "buenos amigos”. En la capital Antananarivo, hay basura por escarbar, pero también una colina de piedra.
El primer albañil
Es el primero que se pone a martillar esa base dura para transformarla en grava para construir. Transmite, como su padre le había enseñado, el trabajo de albañil y tanta esperanza. Año tras año, ladrillo tras ladrillo, vuelve a escribir el futuro. Hoy día 23 mil personas, que antes escarbaban en los basureros, viven en aldeas recibiendo cuidados médicos, jardines de infancia, escuelas y parques.
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