El Papa en Hungría: abrirse al encuentro del otro y cultivar el sueño de fraternidad
Andrea Tornielli
Al concluir el Congreso Eucarístico Internacional desde la Plaza de los Héroes de Budapest, el Papa Francisco recuerda que el Dios cristiano se hizo siervo al morir por nosotros. Por lo tanto, el camino cristiano no es una persecución del éxito, sino que comienza con un paso atrás, con apartarse del centro de la vida para dejar espacio al Dios que muere en la cruz, aceptándolo según la lógica divina del servicio, no según la lógica humana de la fuerza y la conquista.
Tras un breve y cordial saludo a las autoridades, entre las que se encontraba el Primer Ministro Orban, en los encuentros que precedieron a la Misa de clausura del Congreso que reúne aquí a la Iglesia de todo el mundo, el Papa Francisco invitó a los Obispos a no encerrarse en una rígida defensa de "nuestra llamada identidad", sino a abrirse al encuentro con el otro y cultivar juntos el sueño de una sociedad fraterna. Les invitó a adoptar siempre el estilo de Dios, el de la proximidad, la compasión y la ternura. Les invitó a no utilizar palabras que marquen distancia e impongan juicios, sino que les ayuden a mirar al futuro con confianza.
La acogida, la apertura recíproca y la construcción de puentes fueron los temas en los que el Papa insistió con los representantes de las demás iglesias cristianas y con algunos miembros de las comunidades judías. Dirigiéndose a este último, habló de la "amenaza del antisemitismo, que sigue estando presente en Europa y en otros lugares", afirmando que "es una mecha que hay que apagar".
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