Encuentro de Charis en Dubai: "Promover la paz en un mundo dividido"
Vatican News
La V Conferencia de la Renovación Carismática Católica organizada por el Servicio Nacional de la Comunión Charis de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) comienza hoy, viernes 1 de diciembre, y terminará el domingo 3, en Dubai. El encuentro, apoyado por monseñor Paolo Martinelli, Vicario Apostólico de Arabia Meridional y monseñor Aldo Berardi, Vicario Apostólico de Arabia Septentrional, cuenta con la participación de más de tres mil personas procedentes de varios países de la zona: Omán, Bahrein, Kuwait, Qatar, Arabia Saudí, así como de los propios Emiratos Árabes.
Hombres de paz y reconciliación
Con este motivo, el Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el cardenal Kevin Farrell, envió un mensaje sobre el tema "Sed santos, como yo soy santo" (1Pe 1,16): una breve meditación sobre la santidad de Dios y, al mismo tiempo, una invitación, citando las palabras del Papa Francisco, "a ser hombres de paz y reconciliación", porque es imposible vivir juntos sin perdón, en la familia, en la Iglesia, en la sociedad, en la comunidad internacional". "En sus vidas personales, en sus grupos de oración, en los ambientes sociales y laborales en los que se encuentran, sean en todas partes instrumentos del perdón de Dios, de su santidad llena de compasión por los pecadores, sed promotores de paz y fraternidad en un mundo tan dividido por el odio, la violencia y la guerra", escribe Farrell.
Renovación moral
A continuación, su carta se detiene en la santidad entendida como relación, cercanía, misericordia, unidad en la diversidad "Los cristianos son criaturas nuevas", escribe el cardenal, "su espíritu está lleno de luz y lo 'ven' todo con ojos nuevos: ven la verdad de Dios, la verdad del hombre, la verdad de la existencia. Por eso, los deseos de los bautizados ya no son sólo terrenales, sino que son deseos de bien, de justicia, de verdad, de fraternidad, de amor". Farrell dice estar seguro de que todos los miembros de Charis, gracias al "bautismo en el Espíritu", han experimentado "esta novedad de vida y la renovación moral que le ha seguido". "Pero - advierte - nunca es un proceso que se realiza de una vez por todas. Siempre es necesario 'sumergirse en el Espíritu' para no volver a caer en la ignorancia y en los deseos de la vida pasada, para seguir siendo hombres nuevos y renovarse día a día, creciendo en la vida de oración, en toda virtud y conformándose cada vez más a la santidad de Dios".
Estar cerca de los que sufren
El responsable del Dicasterio recuerda que la llamada a ser santos implica también "la invitación dirigida a cada uno a hacerse cercano al hermano, a entrar en una relación de cercanía, de cuidado, de amor con los demás, especialmente con los que sufren, con los que están oprimidos, con los que están esclavizados, no sólo a situaciones externas de opresión injusta, sino también a los que están esclavizados interiormente por el pecado, por el vicio, por la falta de esperanza y de sentido de la vida". Ser santo significa, en este sentido, ser "próximo", "cercano" a los que te rodean, a los que encuentras en tu familia, en el trabajo, en tu vida cotidiana.
"Llevar la cercanía de Dios mismo a todos, especialmente a los que están marcados por el sufrimiento", exhorta el cardenal. Por último, reflexionando en su mensaje sobre la Santísima Trinidad, exhorta a "aspirar a revivir en todos los ámbitos de la vida, el misterio de la unidad en la diversidad, de la perfecta comunión de espíritu, de intenciones y deseos, afirmando plenamente la propia personalidad". Por tanto, una llamada a una "mayor unión interior" que, "no obstante, preserva y, más aún, realza, lo que es propio de cada uno: su sensibilidad, sus dones, sus carismas". "Unidos y, sin embargo, diferentes", concluye el cardenal. "Concordantes, pero siempre multiformes y originales. Cada uno con un carisma diferente, pero todos revestidos de la misma santidad que viene de Dios".
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