Jerusalén celebra Vigilia de oración por la paz en Gaza
Ciudad del Vaticano
"Queremos una paz que sea una amable y sincera acogida de los demás, voluntad tenaz de escucha y diálogo, queremos que el miedo y la sospecha den paso al conocimiento, al encuentro y la confianza, donde las diferencias sean oportunidad de compañía y no un pretexto para el rechazo mutuo”. Son algunas de las palabras más significativas que pronunció el Arzobispo Pierbattista Pizzaballa, Administrador Apostólico en Jerusalén de los Latinos, en su homilía durante la Vigilia de oración por la paz en Gaza, que tuvo lugar el sábado 19 de mayo, en la Escuela Bíblica de Jerusalén.
Impotencia ante la situación de guerra
"Estamos aquí reunidos - comenzó el Prelado - ante todo para arroparnos ante el dolor de aquellos que han perdido la vida en los últimos días. Lamentablemente, debemos ver una vez más que en nuestra tierra la violencia y la fuerza se consideran el único lenguaje posible y que hablar de diálogo se ha convertido sólo en un eslogan. Como ya hemos dicho en otras ocasiones y comprobado a menudo: en nuestra tierra, la vida humana tiene poco valor. Nos sentimos impotentes ante el asesinato de personas indefensas y ante la obstinada negativa a encontrar soluciones alternativas a la violencia".
La oración: fortaleza para seguir creyendo
Frente a estas tragedias, "creemos que es mejor no hablar demasiado, sino guardar silencio ante el Señor para interceder, orar y pedir el don de la confianza y de la paz". Después de estos últimos episodios de violencia y frente a las amenazas de guerra que todavía se vislumbran, "debemos extraer de la oración la fortaleza para seguir creyendo y tener confianza en que podemos cambiar y que nuestra Tierra algún día pueda conocer la justicia y la paz, por la cual merece la pena actuar ".
Quizás - continúa Monseñor Pizzaballa - "no seremos capaces de cambiar cómo nos gustaría el mundo en el que vivimos, pero podemos y debemos comenzar por nosotros, desde nuestra comunidad y convertirnos, por aquellos que viven entre nosotros y alrededor de nosotros, atraídos por la verdad y la justicia".
Es posible cambiar el mundo
Es necesario trabajar como hace dos mil años, cuando "un pequeño grupo de discípulos, analfabetos y poco preparados, heredaron el mandato de cambiar el mundo. Fueron capaces y lo cambiaron. Entonces nosotros también podemos hacerlo, pequeño rebaño de la Iglesia de Jerusalén". Pizzaballa nos invita a mirar ese ejemplo: "Lo hicieron simplemente testimoniando a Cristo Resucitado”. "No te preocupes por tu corazón y no tengas miedo". Con estas palabras de consuelo, Mons. Pizzaballa pidió rezar en silencio, interceder, cantar e implorar el don de la paz para nosotros y para nuestros pueblos.
En una declaración al Sir antes de la Vigilia, el Custodio de Tierra Santa, el padre Francesco Patton, dijo que "nunca debemos cansarnos de mantener los brazos en alto al cielo para pedirle a Dios el don de la paz y la reconciliación". Rezar "no es inútil, sino lo más importante y necesario para promover una solución pacífica a los problemas". Pidiendo "justicia y paz", para resolver el conflicto "es necesario que los actores externos ayuden a los internos a encontrar formas de diálogo y negociación".
Además, según Patton, el problema de Gaza es "solucionable” en la medida en que también la comunidad internacional ejerza presión sobre las partes para promover, sobre todo, “condiciones de vida más dignas". “Queda por ver qué tipo de mediación será posible hacer ahora en Gaza”, dijo Patton, pues los cristianos tienen una misión especial en el Cercano Oriente, a pesar del pequeño número. A ellos les corresponde “la tarea de ser semilla de presencia pacífica y de diálogo con todos, ninguno excluido", explicó el custodio.
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