Colombia. Mons. Rueda: economía sin ética es causa estructural de la pobreza
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
Según el Arzobispo de Popayán en Colombia, Mons. Luis Rueda Aparicio, cuatro son los signos que ponen de manifiesto una degradación del ambiente humano y social: la subvaloración de la vida humana, la pérdida de la verdad social, el crecimiento de una economía sin ética y el pretender un desarrollo social sin espiritualidad.
Vida humana banalizada en extremo
Resumiendo el editorial del prelado, publicado en el sitio de la Conferencia Episcopal de Colombia, en relación al primer punto Mons. Rueda constata que en distintas regiones del país, “la vida humana se ha banalizado en extremo”. Como solución propone diversos desafíos tales como la promoción y defensa de la familia - célula vital de la sociedad - un sistema de salud que sea para todos, una educación que propenda por la madurez integral de niños, adolescentes y jóvenes; el cuidado de la casa común, entre otros.
Verdades a medias conducen a soberbia de la ideología
El relación al segundo punto reflexiona sobre las “verdades a medias”, las cuales, dice “conducen a la soberbia de la ideología”, “porque no responden a los más profundos interrogantes del ser humano, y muchas veces pretenden ser impuestas como máximas verdades”. Mientras que asegura, en cambio, que “cuando los diálogos sociales o los debates públicos se fundamentan en la verdad crece la confianza, se valora la parte de verdad que el otro tiene, se vive la cultura de la transparencia, se construye el bien común”.
Una economía sin ética es causa estructural de la pobreza
Otro de los puntos indiscutibles que presenta el obispo, es aquel de la ética en la economía. El por qué lo explica claramente, especialmente en el contexto de un país que lucha desde decenios contra el narcotráfico:
“Desafortunadamente la economía infectada por el narcotráfico produce una falsa economía, es una narco – economía, con posibilidad de acumulación rápida. Las mafias mueven el dinero en las regiones, compran servicios de grupos armados ilegales para imponerse a la fuerza en los territorios, se aprovechan de las personas y las explotan, generan una economía falsa y sin ética, que tiende a la satisfacción de necesidades inmediatas, pero que no conduce al progreso integral, ni a responder a las necesidades básicas de las personas y las comunidades”. Además, la narco – economía, “destruye la casa común, desprecia la agricultura limpia, destruye la solidaridad de los pobres, infla los precios en el comercio, y crea una cultura de lo superfluo con una buena dosis de vanidad”.
La espiritualidad conduce al desarrollo social en conciencia
Por último, en relación al último punto, a saber, aquel del desarrollo integral, el obispo señala la necesidad de una dimensión espiritual que lo fundamente, porque – en el ámbito de la espiritualidad de la Iglesia – la misma es ante todo “la conciencia de las relaciones permanentes de la persona: consigo misma, con las demás personas, con Dios y con la creación”.
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