Alepo. Una ciudad de contrastes por la guerra

Una historia muy apropiada para un día como hoy: la fiesta de María Auxiliadora, la Virgen de Don Bosco, la oración y sus milagros. Dido Harraka tiene 26 y es militar desde hace 7. “Lo malo de la guerra no es el miedo, sino la desconfianza, no te puedes fiar de nadie”. Y desde Alepo Siria, Misiones Salesianas envía un mensaje

Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano

Alberto López de Misiones Salesianas, recuerda a VaticanNews, la vivencia de Dido, que siempre vinculado al centro Juvenil de los Salesianos en Damasco, “cuando le tocaba hacer el servicio militar y, por tanto, ir a la guerra, se escondió en casa y estuvo dos años sin salir porque no quería matar a nadie”. Cuando lo hizo, un control de los cientos que hay por las calles lo detuvo y fue enviado a la primera línea de fuego. “Vi morir a muchos compañeros y tuve que llevar a muchos otros al hospital. Yo siempre llevaba mi rosario y rezaba a María Auxiliadora antes de empezar el cuerpo a cuerpo y nunca me pasó nada”, recuerda Dido. “Una vez un general pensaba que llevaba un collar de moda y me lo hizo quitar, pero al ver el crucifijo lo respetó”. Dido ya no va al frente a combatir, pero “sólo pienso en el ahora, en la próxima hora de vida porque nadie me asegura mucho más. Eso sí, sé que María Auxiliadora me ha protegido siempre hasta ahora y puedo decir, como Don Bosco, que yo también sé lo que son sus milagros”.

Siria: la alegría de celebrar la vida cada día como algo extraordinario

En contadas ocasiones los centros salesianos en Alepo y Damasco han tenido que cerrar por el peligro de las bombas y los misiles para los menores que acudían a ellos y siempre han sido “un oasis de paz” en medio de la guerra. Miles de menores y jóvenes, y también sus familias, se sienten felices por la esperanza y la paz que les transmite la familiaridad de Don Bosco.

La guerra en Siria dura ya 8 años. En un artículo en el sitio de Misiones Salesianas, se afirma que cuando empezó la guerra los Salesianos pensaban que podía ser cuestión de días o de semanas, pero nunca tanto tiempo: “No estábamos preparados para esa situación y hubo que reinventarse continuamente”, aseguran desde Alepo. Lo único que siempre tuvieron claro es que ellos se quedarían junto a los jóvenes y sus familias para acompañarlos y ayudarlos en todo lo que pudieran en medio de una cultura y educación por la paz. “Ellos forman parte de nuestra familia, y a la familia nunca se le abandona”, recalcan.

La Misión de los salesianos en Alepo

Todos, incluidos los Salesianos, han vivido el dolor por la muerte inesperada de un ser querido. Todos han pedido, se lee en la nota, confundidos por la injusticia, respuestas sobre la presencia y la bondad de Dios, y al final, todos han hallado esas respuestas y ese consuelo en la familiaridad, en la cercanía y en la ayuda de los Salesianos en Alepo, Damasco y Kafroun.

En este tiempo los menores se han convertido en adultos responsables en medio de la adversidad. “Cada mañana se despedían de sus familias como si fuera el último día de sus vidas, y es que en verdad podía serlo. Escribían un número de teléfono en sus brazos por si pasaba algo y en casa memorizaban la ropa con la que salían por si había que ir a reconocerlos tras un bombardeo”, explica un misionero salesiano en Damasco.

La fe se ha acrecentado de tal manera entre ellos que son un ejemplo para todo el mundo y los Salesianos aseguran que reciben lecciones de vida cada día por su alegría y sus ganas de vivir. Son miles de historias de dolor, de sacrificio y de necesidades, pero también de amor, de vida, de esperanza y de superación.

En la actualidad los Salesianos en Siria atienden a alrededor de 400 menores y jóvenes en Kafroun, a más de 1.000 en Alepo y a otros 1.200 en Damasco: “Jóvenes excelentes y llenos de vida, dispuestos a asumir grandes retos por su fe incondicional”, recalca Alejandro León, superior de los Salesianos en Medio Oriente.

¿Cómo se viven las consecuencias de la guerra en Siria?

Como dice Alberto López de Misiones Salesianas, es sobrecogedor el silencio, las ruinas, los agujeros de los misiles y la metralla, pero también esperanzadora la limpieza de escombros en las calles y la reconstrucción de algunas casas y negocios desde el primer día. Es tan duro que no pensaba que me temblaría tanto el pulso al ver lo que estaba viendo... “Estará todo más bonito todavía la próxima vez que lo veas”, dijo un militar al pasar mientras hacía una fotografía. Historia de vida y de esperanza.

Pier Jabloyan, director de los Salesianos en Alepo, tiene un pequeño 'museo' de los horrores de los 4 años de guerra sobre la ciudad. Restos de misiles, esquirlas... recogidos en el tejado, en el patio.... E incluso alguna bala regalo de un militar tras la liberación de la ciudad. Parecen, dice Alberto, pequeños artefactos pero el daño es devastador. Aún se escucha de vez en cuando lo que dicen que es una explosión, porque a 60 km están liberando el último reducto yidadista.

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Alepo. Una ciudad de contrastes por la guerra
24 mayo 2019, 13:24