Obispos de la CECOR reflexionan sobre la realidad del país en su Asamblea Plenaria
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Del 5 al 9 de agosto los Obispos costarriqueños han celebrado la Asamblea Plenaria; cuatro días de “oración, análisis y diálogos fecundos” que les ha permitido de “abordar las circunstancias sociales, económicas, políticas y religiosas que viven actualmente, marcadas por expectativas, incertidumbres, conflictos y esperanzas”.
Tras la tensión que vive el país debido a las constantes manifestaciones y huelgas que algunos sectores de la población han planteado para hacer escuchar sus demandas, al termine de dicha Asamblea, los obispos han exhortado “a la promoción del diálogo nacional sistemático”, para que los actores sociales y políticos puedan llegar a la elaboración de políticas públicas y a la convergencia de agendas y acuerdos que contribuyan al bien común y a la calidad de vida de todos los habitantes del país. También aseguran que confían en la búsqueda de caminos “para un diálogo constructivo” a fin de lograr el ansiado bien común.
En este sentido también han expresado la importancia de la instalación de mesas de diálogo entre los sectores sociales y las autoridades gubernamentales, las cuales fueron inauguradas el pasado jueves, y gracias a las cuales esperan que se dé “un diálogo fructífero”.
Crisis de desempleo
En el comunicado, los obispos de Costa Rica además informan de la situación de paro que sufre el país, asegurando que actualmente se registra “la tasa más alta de paro de la última década” y mencionan a los 60.000 “desalentados” con los que cuenta el país, es decir, personas que ya desisten de buscar trabajo, desilusionados por la situación del país y sin esperanza tras varios intentos fallidos al aplicar por vacantes disponibles. Ante este panorama, la CECOR expresa que “urgen oportunidades laborales para los jóvenes y mujeres, especialmente a aquellos deprimidos por la pobreza”.
La religión como fuerza de unificación
Durante estos días también han reflexionado sobre la realidad religiosa de Costa Rica, nuestro país, “donde se privilegia el intimismo de la fe, es decir la vivencia privada y personal, subjetiva e individualista antes que la fe como experiencia de encuentro con el otro y de vivencia comunitaria” afirman.
Una situación ante la que se debe tener presente que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Y este acontecimiento o persona – dicen – “es el mismo Jesús”.
Al final de la nota, puntualizan que su gran desafío como Iglesia es “crear una cultura del encuentro que aliente a los individuos y grupos a compartir la riqueza de la fe, a derribar muros y a construir puentes, sin dar espacio a la desesperanza”.
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