Ante la nueva masacre en Texas, obispos de USA piden erradicar estos crímenes
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
"Estamos profundamente entristecidos al ver una vez más escenas de violencia y desprecio por la vida humana que se repiten en las calles de nuestra nación". Con estas palabras el Cardenal Daniel DiNardo, presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, manifestó la conmoción del episcopado ante la enésima masacre con armas de fuego que tuvo lugar en Texas el 1 de septiembre.
Un país violentado por masacres de tiroteos
El pasado domingo, un fugitivo condenado escapó de un puesto de control en la carretera y armado disparó un rifle contra policías y transeúntes antes de ser asesinado en un centro comercial entre las ciudades de Midland y Odessa. Nueve personas resultaron muertas y 21 heridas, entre ellas una niña de 17 meses.
La masacre tuvo lugar menos de un mes después del último tiroteo en El Paso, también en Texas, en el que 22 personas perdieron la vida, y de la matanza en Dayton, Ohio, en la que 9 personas murieron y varias resultaron heridas. Desde principios de año, el Departamento de Justicia ha contado 38 tiroteos masivos.
Políticas sobre armas cada vez más laxas en Texas
La multiplicación de estos sangrientos episodios no parece haber convencido al Estado de Texas de revisar en un sentido más restrictivo su política de venta de armas, una de las más permisivas de Estados Unidos. Por el contrario, el 1 de septiembre, los legisladores locales aprobaron 12 nuevas leyes que también permitirán que se lleven armas a iglesias, sinagogas, lugares de culto, campus escolares, aparcamientos de distritos escolares y hogares familiares que albergan a niños en adopción.
Además, los propietarios de los apartamentos no podrán impedir que los inquilinos posean armas, ni se realizarán controles de las personas que huyen de los desastres naturales y que llevan armas de fuego.
Y todo esto muy a pesar de las repetidas peticiones de los obispos de que se lleve a cabo un mayor control.
En su declaración sobre la nueva masacre en Texas, el Cardenal DiNardo dirigió un nuevo llamamiento a "los líderes y fieles católicos para que trabajen incansablemente para erradicar las causas de tales crímenes: ataques horribles que -afirma el prelado- demuestran inequívocamente la innegable existencia del mal".
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