CELAM: solidaridad y cercanía con la Iglesia y el pueblo de Chile
Vatian News
En un Mensaje del Presidente del CELAM al pueblo y a la Iglesia que peregrina en Chile ante la actual situación que aqueja el país y también a otros pueblos de América Latina y el Caribe, Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte – quien además es Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y Arzobispo Metropolitano de Trujillo – recuerda que “La Paz es fruto de la Justicia” (Is 32, 17).
El Prelado expresa su “más profunda solidaridad y cercanía con la Iglesia y el Pueblo chileno que está sufriendo agresión y violencia, y que afecta sobre todo a las personas más humildes y vulnerables de este amado país”. Y recuerda, tal como lo afirma el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile en su comunicado del 10 de noviembre, que “la gente no sólo está cansada de la injusticia, sino también de la violencia”.
La corrupción como causa
Además se refiere a los hermanos y hermanas de la región latinoamericana y caribeña que también están sufriendo a causa de la violencia que enluta a las familias enteras, de modo especial en Bolivia, Venezuela, Haití, Honduras, Nicaragua, Puerto Rico, Ecuador, Chile y Perú. Y aludiendo a las causas que generan esta situación, Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte explica:
Buscar soluciones reales
Por otra parte destaca que la Iglesia en América Latina y El Caribe es un cuerpo. Razón por la cual, “cuando parte de ese cuerpo sufre, la Iglesia toda sufre con él, comparte su dolor, pero también su esperanza”. De ahí que haya que “insistir en la necesidad de buscar la paz a través del diálogo”, con participación de todos los actores e instituciones “para buscar soluciones reales que se orienten al bien común”.
Políticas que garanticen la promoción de la persona humana
Por último, el Presidente del CELAM expresa su “más firme rechazo a la violencia, venga de donde venga”, e invoca a los gobernantes y a las autoridades de la región “a implementar políticas concretas y reales que garanticen la promoción de la persona humana y el bien común, basados en los derechos fundamentales de libertad, respeto, equidad, justicia y el cuidado de nuestra casa común”, para que estos pueblos puedan tener “un desarrollo humano integral”. A lo que añade textualmente:
Y concluye invocando a la Santísima Virgen María en sus múltiples advocaciones para que los “ayude, oriente e ilumine en la búsqueda de la paz, la justicia y el bien común”.
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