Tierra Santa: papel central de cristianos palestinos en la vocación de Jerusalén
Lisa Zengarini – Ciudad del Vaticano
Colaborar en la realización de la doble vocación de Jerusalén: la de Ciudad Santa universal para judíos, cristianos y musulmanes y la de una ciudad terrenal donde sus habitantes, israelíes y palestinos, puedan vivir juntos en paz. Esta es la misión a la que están llamados los cristianos palestinos que viven allí. Así lo afirma la Comisión de Justicia y Paz de la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa en un documento publicado el 4 de marzo en el sitio web del Patriarcado Latino dedicado al futuro de los cristianos de Jerusalén tras su proclamación como capital única e indivisible del Estado de Israel y la presentación del polémico plan de paz del Presidente Trump para Oriente Medio. Un proyecto rechazado también por las Iglesias del mundo que, junto con la Santa Sede, insisten en una solución de dos Estados y el reconocimiento de un estatuto especial para la Ciudad Santa, garantizado a nivel internacional, que asegure la libertad religiosa y el libre acceso a los lugares sagrados a los fieles de las tres religiones y de todas las nacionalidades.
Ante los últimos "acontecimientos preocupantes", los cristianos palestinos, particularmente "vulnerables" por su reducido número y aplastados por el radicalismo opuesto de quienes reivindican una ciudad santa puramente judía e islámica, podrían verse tentados a retirarse de la vida pública, replegándose sobre su identidad cristiana. Sin embargo, Justicia y Paz advierte que "la identidad por sí sola no basta para asegurar un futuro a los cristianos de Jerusalén". De hecho, limitarlo sólo a la religión los expone al "riesgo de vivir aislados de su tierra, pueblo y tiempo.
Como palestinos, los cristianos de Jerusalén están por lo tanto "llamados a llevar a cabo su misión entre el pueblo y su tierra, aunque las dificultades abunden", dice la Comisión, que pone de relieve la inseparabilidad de las "dos dimensiones" de Jerusalén: la de la Ciudad Santa compartida por los creyentes judíos, musulmanes y cristianos de todo el mundo y la de ciudad de la vida cotidiana compartida por israelíes y palestinos.
"Firmemente arraigados en su identidad personal, en sus dimensiones religiosas y nacionales", subraya el documento, los cristianos palestinos de Jerusalén pueden "responder plenamente a su vocación local y universal", trabajando por "la igualdad, la justicia y la paz y contribuyendo "por todos los medios posibles" a poner fin al conflicto de Jerusalén para que vuelva a ser "una ciudad de Dios y una ciudad para todos sus habitantes, abierta e inclusiva".
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