México. Seminaristas en sus casas de formación: el reto de la “nueva normalidad”
Alina Tufani – Ciudad del Vaticano
Retomar la formación inicial al sacerdocio en el contexto de la “nueva normalidad” representa un desafío para los seminarios mexicanos que se disponen a reabrir sus centros de formación, tras cuatro meses de cierre debido al confinamiento y distanciamiento social a causa de la pandemia de Covid-19. Con esta motivación la oficina de Dimensión Episcopal para los Seminarios de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) ha publicado un detallado documento que no sólo expone las directrices de convivencia segura para los seminaristas, sino también los criterios de formación que, ante las dificultades y consecuencias de la pandemia, obligan a un discernimiento sobre la nueva realidad.
Formar hombres de comunión
El documento “Lineamientos para el Regreso a los Seminarios después de la Cuarentena por la Pandemia del Covid-19” subraya que los nuevos sacerdotes deberán ser hombres de comunión, sólidos espiritual y personalmente, y capaces de superar las circunstancias adversas. “Hay que formar con un horizonte a futuro –advierte el documento - que incluya el desafío de una personalidad humana y cristiana lo suficientemente madura y creativa, sólida y arraigada en Cristo, para el ministerio sacerdotal en situaciones adversas y de imprevistos”.
Desarrollar una formación humana y espiritual sólida
La guía subraya que en los seminarios existe una vida en común “a la manera de una familia”, son “casas” y son “escuelas” donde se aprende a seguir el ejemplo de Jesucristo, Buen Pastor. Por ello, el reto será mantener la formación conforme al perfil e itinerarios sacerdotales de siempre y adecuarlos a este contexto histórico de la pandemia COVID-19. “Es necesario tomar en cuenta, tanto la normativa dada por nuestras autoridades civiles en materia de protocolos de higiene para la prevención de contagios y criterios de restricción dados por el semáforo de riesgo, como los lineamientos y orientaciones ofrecidos por la Conferencia del Episcopado Mexicano, y por cada Obispo en su diócesis, para la reapertura de las actividades pastorales en nuestras comunidades diocesanas”, afirma la CEM.
También la formación humana y espiritual tendrá un acento particular en la recuperación del pulso de la vida personal y comunitaria, así como en el balance vocacional de la situación anímica y psicoafectiva de los candidatos al sacerdocio. “Debemos tomar en cuenta – dice la nota - que estas circunstancias de confinamiento pudieron desarrollar en los candidatos situaciones de ansiedad, soledad y conflictos afectivos con la familia”. En este sentido, el documento advierte que los seminaristas necesitan mantener un proyecto de vida estable y definitivo concorde a la vocación sacerdotal, y recibir un acompañamiento personal y comunitario que les permita desarrollar una madurez afectiva y, al mismo tiempo, comprender y acoger con libertad el valor evangélico del celibato.
Nuevas modalidades en la formación pastoral
Otros puntos abordados en la guía son la formación intelectual y la formación pastoral, está última orientada a forjar en los seminaristas la valentía apostólica para superar los obstáculos del ambiente cultural. “La realidad post-pandémica – explica el texto- no cancela el trabajo pastoral, pero sí nos obliga a replantear la modalidad y la intensidad de las actividades apostólicas. Al respecto una de las recomendaciones es la capacitación en las técnicas de evangelización mediática y digital para que produzcan en los seminaristas ideas y proyectos creativos y originales para el anuncio del Evangelio en las plataformas de comunicación actuales.
La guía concluye una serie de recomendaciones prácticas, los protocolos de higiene personal y ambiental, las rutinas de purificación de espacios y objetos de uso común para evitar brotes y propagación de contagios en los seminarios.
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