San Óscar Romero. 103 años de su nacimiento
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
Monseñor Escobar, durante la homilía, recordó que el natalicio de San Óscar Romero coincide con la fiesta de la Asunción de la Virgen María, la cual fue proclamada como dogma por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus.
La Virgen María y Monseñor Romero
El arzobispo afirmó que “Es una dicha muy grande la de monseñor Romero por haber nacido precisamente este día. Esto no es casualidad, sino providencial. Quiso Dios asociarlo a la santísima Virgen desde el principio”. Además, subrayó que Romero supo vivir este misterio en sus homilías y predicaciones sobre la virgen de la Asunción.
Monseñor Escobar prosiguió su predicación insistiendo que la fiesta de la Virgen habla de la pureza del alma que se enfrenta con el pecado: “es la prevalencia del bien sobre el mal y de la virtud sobre el pecado, y a esto estamos invitados todos, y los santos nos dan el ejemplo: viven para Dios y luchan contra el pecado”.
El arzobispo de San Salvador citó el Concilio Vaticano II donde se afirma: “el martirio es la más grande forma de santidad” e insiste: “los mártires conocen la voluntad de Dios y la cumplen y esto los lleva a denunciar el pecado (...) Van a trabajar para establecer el Reino de Dios que es un Reino de justicia, de paz, de bien, de amor. Cuando hacen esto, caen mal. El pecado va contra ellos hasta quitarles la vida (...) La Iglesia tiene que enfrentarse a esta lucha siempre”.
Iglesia de mártires
Escobar recordó que la Iglesia en El Salvador y en el resto del mundo, es una Iglesia martirial. En el caso del país centroamericano, recordó al primer obispo de la diócesis de San Salvador, Jorge Viteri y Ungo, quien murió asesinado. Luego recordó a las víctimas de la reciente guerra civil en la que perdieron la vida 20 sacerdotes, 4 religiosas misioneras y cientos de laicos: catequistas y celebradores de la Palabra. En este período fueron privados de sus vidas, San Óscar Romero, asesinado por un francotirador el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba misa en la capilla del hospital La Divina Providencia, en San Salvador y monseñor Joaquín Ramos, quien viajaba del aeropuerto a la capital, cuando el vehículo en que se transportaba, fue ametrallado. También recordó a los futuros beatos, padres Rutilio Grande SJ. y Cosme Spessotto, quienes murieron violentamente.
El Arzobispo de San Salvador insistió en que la muerte de sacerdotes continúa. En los últimos tres años han sido asesinados 3 sacerdotes y sus casos permanecen en la impunidad: “¿Por qué mueren? Nunca se ha sabido. No se sabe. Nadie sabe”, afirmó.
Monseñor Escobar insistió en que se ha pedido el esclarecimiento de tantas muertes: “Por más que pedimos que se esclarezca (...) Se impone el pecado, la injusticia, la impunidad (...) Debemos optar por el bien. No desmayar”.
El legado de San Óscar Romero
Quizá uno de los elementos que más resaltan de San Óscar Romero es la unión que hace la gente sencilla entre su labor de pastor y su compromiso con la verdad. Esta es el instrumento para defender a los campesinos, a los más pobres. En este sentido, Romero lleva la opción por los pobres al límite: la defensa de los más vulnerables. Por esta razón, el pecado y el poder quisieron acabar con su vida.
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