La sección «Voces» del CELAM presenta la reflexión “Buenos samaritanos”
Ciudad del Vaticano
En la sección «Voces» de la web del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) destaca la reflexión del Doctor en Teología y director del Instituto de pastoral del clero; Monseñor Julio Daniel Botía. En su reflexión nos recuerda que la enfermedad puede vivirse de diversas maneras como un castigo, un dolor profundo o el peor de los acontecimientos; pero si realmente estamos convencidos del amor infinito que Dios nos tiene, es posible hacer de este momento un camino, una escuela o una fuente que nos conduzca al encuentro verdadero con Cristo.
Por la enfermedad pasamos todos. Algunos, por enfermedades temporales. Otros, por enfermedades permanentes. Otros por enfermedades terminales. “Pero todos necesitados de asistencia médica, medicinas, recurso económicos; o de apoyos para realizar las correspondientes diligencias; o necesitados del acompañamiento fraterno para afrontar esas diversas situaciones” dice el Doctor de Teología, asegurando que, de todas maneras, “la enfermedad genera sufrimiento e incide en aspectos físicos, espirituales y pastorales de la vida y ministerio de los presbíteros”.
La importancia del acompañamiento
El doctor además asegura que “no somos médicos, ni tenemos a veces muchos recursos para apoyar a estos hermanos enfermos, pero siempre podemos hacerles el mejor servicio, el aporte más importante: acompañar y ayudar al hermano sacerdote enfermo para que de su enfermedad saque provecho espiritual”. Y esto – continúa - se logra “viviendo la enfermedad como un “camino” para dar pasos de acercamiento a Dios; viviéndola como una “escuela” en la que se aprende a amar; como una “fuente” para recibir especiales bendiciones de Dios; y como un “servicio” de oración por los hermanos más necesitados”.
El desafío del Buen Samaritano
Monseñor Julio Daniel Botía insiste en que siempre será un buen gesto fraterno “animar al hermano enfermo para que supere bien la enfermedad y pueda regresar a su plenitud de vida y de ministerio”. “Tenemos – dice – el desafío a ser Buen Samaritano con cada uno de estos hermanos enfermos. Sacar tiempo para ellos, compartir recursos para sus necesidades, entregarse a trabajar por la recuperación de estos hermanos enfermos. Lo hacemos porque ellos necesitan y son nuestros hermanos”. Pero también – señala – “porque es Jesús el que espera ser servido por nosotros en ese hermano. Y lo hacemos sabiendo que Dios nos bendice abundantemente por tener esa misericordia de visitarlo a Él en los enfermos”.
Al final de su reflexión, expresa su deseo de que al pensar en esto, pueda motivarnos a “acompañar” y a “ayudar más y mejor” a nuestros hermanos enfermos. “Visitemos algunos de ellos en estos días, y que durante esa visita escuchemos: estuve enfermo y me visitasteis” concluye.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí