Honduras. Monseñor Garachana: 2021, en camino hacia una Iglesia samaritana
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
Monseñor Ángel Garachana Pérez, Obispo de San Pedro de Sula y Presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), comparte con Vatican News, la importancia de aprender de la realidad que han vivido en Honduras, aprender de la pandemia y sus efectos y de los dos huracanes que han azotado especialmente la costa norte de este país Centroamericano, con la finalidad de sacar enseñanzas de estos acontecimientos, sacar enseñanzas para el futuro, sacar conclusiones prácticas que nos lleven a mejorar la situación que se vivió en el año que está por concluir.
La pandemia es una realidad que afecta a todo y a todos
Uno de los primeros aspectos que traza el Obispo de San Pedro de Sula en su balance se refiere a la pandemia del Covid-19, y los dos huracanes sufridos, sobre todo, en la costa norte del país. Estos acontecimientos, afirma el Prelado, “han puesto al descubierto y han profundizado, lo que podríamos considerar, problemas crónicos del país”. La pandemia del Covid-19 es una realidad que afecta a todo y a todos. “Afecta a todo, no solo a la salud física, sino a la salud física y psíquica, afecta a la economía profundamente, a la política, a la vida social y ciudadana, incluso afecta a la vida religiosa, la vida católica personal, familiar y social”.
La gran debilidad del sistema de protección social
La pandemia y los huracanes, afirma Monseñor Garachana, “han puesto de manifiesto la gran debilidad e inoperancia de lo que podemos llamar el sistema de protección social de los ciudadanos; es decir, la salud, la alimentación básica, la educación y el empleo”. “Ya antes de la pandemia – señala el Prelado – las encuestas manifestaban que estos tres aspectos estaban en la preocupación de la población; durante la pandemia se vio la ausencia de un sistema de salud que llegue a todos los hondureños; igualmente en la pandemia ha habido una gran pérdida de alumnos que no han podido seguir la educación; y también los efectos económicos de la pandemia, han creado, ampliado y aumentado el desempleo en la población”.
En 2020 la pobreza se ha incrementado
Otro aspecto que el Obispo de San Pedro de Sula traza en su balance se refiere al incremento de la pobreza en Honduras. “Ya era alto el índice de pobreza y el índice de indigencia antes de la pandemia – afirma Monseñor Garachana – pero con la pandemia, sobre todo los cinco primeros meses por el encerramiento, ha traído una crisis económica que no solo está afectando a la gran empresa sino que sus efectos se sienten con más fuerza en la mediana y pequeña empresa, y en la pérdida de muchos puestos de trabajo, de tal manera que la pandemia y los huracanes están engendrando mayor desempleo y mayor pobreza”.
Ausencia de un Estado de Derecho democrático
“Otro aspecto que podemos subrayar – señala el Prelado – es la ausencia de un Estado de Derecho democrático, sólido, consolidado, participativo, transparente en el manejo de los fondos de la pandemia, etc. y con una credibilidad social cada vez menor. Todo lo que es el Estado de Derecho tiene una muy baja credibilidad en el país y en las circunstancias actuales que hubieran sido ocasión propicia para recuperar credibilidad por la manera de afrontar los problemas no ha ocurrido así, más bien se ha dado un deterioro de esa credibilidad”.
La vida cristiana en el núcleo familiar
En este contexto social, evidencia Monseñor Garachana, hemos experimentado como también la vida religiosa, la vida católica ha sido fuertemente afectada al no poder asistir a las iglesias, al templo, para las celebraciones litúrgicas. Al no poder tener reuniones de Pastoral presenciales, se acentuado dos aspectos que considero positivos: uno es la vivencia de la vida cristiana en el núcleo familiar, esto es un acento que hemos puesto de relieve ya que no podemos reunirnos en la comunidad local o parroquial, convirtamos la familia como en el núcleo de la vivencia de la fe, de la celebración, de la transmisión de la fe, de la catequesis. Y como recuperando la experiencia de las primeras comunidades cristianas que se reunían en la familia, en la casa.
El segundo aspecto es el desarrollo muy creativo de los medios de comunicación social para la participación, para las reuniones, para la revisión, evaluación, celebraciones litúrgicas y populares, pero evidentemente esto conlleva un peligro grave como es el enfriamiento de la vida cristiana y el abandono, diría, de la dimensión más comunitaria. En estas circunstancias se van entonces descuidando compromisos de vida cristiana de carácter comunitario, público, se va reduciendo un poco a la vida íntima personal y estos y se está notando que aunque abramos los templos, pues hay personas que se han enfriado en esta vivencia y práctica pública, comunitaria y a la vida cristiana.
Se necesitan estructuras consolidadas de pastoral
Estos acontecimientos, indica el Obispo de San Pedro de Sula, han desarrollado toda una corriente de solidaridad, decenas y decenas de personas, comunidades, movimientos, parroquias, que se han movilizado, se han organizado para ofrecer alimento, para ofrecer la casa, para cuidar los albergues, a las personas damnificadas. Esto es positivo, pero también esto ha puesto de manifiesto que nos faltan todavía unas redes, unas estructuras de Pastoral Social más consolidadas, más permanentes, no solo la generosidad de un pueblo que se desborda en atenciones en circunstancias especiales, en momentos dolorosos, sino que esto sea como algo permanente, como una estructura de Pastoral Social.
¿Qué esperamos para un futuro inmediato?
Esperamos un proyecto de reconstrucción integral de Honduras
Comentando las esperanzas y las cosas que espera para el 2021, Monseñor Garachana afirma que, el pueblo hondureño espera del Gobierno que, ya es el momento de iniciar un proyecto de reconstrucción de Honduras. “Esto quiere decir, un proyecto de reconstrucción integral, no solo reconstrucción material, sino reconstrucción social y política, un proyecto elaborado con la colaboración de personas, profesionales competentes y no solo del gobierno o del partido gobernante sino de la sociedad civil”. Para ello, ha de romperse el círculo de personas vinculadas exclusivamente al gobierno, es un proyecto que ha de implicar a todos, según las diversas responsabilidades y tareas. Un proyecto que tenga como destinatarios preferentes a los más pobres, que ya antes de la pandemia y los huracanes superaban a la mitad de la población, es una reconstrucción que al mismo tiempo lleve a un cambio, a una transformación de la vida social, política, económica de Honduras.
La salud y educación son ámbitos prioritarios
Este proyecto así descrito, afirma el Prelado, ha de tener como ámbitos, diría, prioritarios, un sistema de salud definitivamente de calidad para todos. Actualmente el hondureño pobre, sencillo, humilde, la mayoría de la población, no tiene los servicios de un sistema de salud que garantice pues una atención básica, fundamental. Para todos la pandemia ha puesto de manifiesto esta fragilidad esta deficiencia sistemática de la salud. Igualmente en la raíz de tantos problemas está la ausencia de un proyecto nuevo, renovado de educación de calidad para todos, estamos en años de retraso en cuanto al sistema educativo, la pandemia ha dejado fuera del seguimiento académico a miles de niños porque en sus zonas rurales, sobre todo, no cuentan con los medios técnicos y demás para continuar su educación. Un proyecto o un sistema de gestión de calidad para todos.
Crear fuentes de empleo digno para todos
Juntamente con la salud y la educación, el tercer ámbito que ha de estar como central en el proyecto de reconstrucción, subraya Monseñor Garachana, es las fuentes de empleo para la población, las fuentes de trabajo, bien sea en la gran empresa, mediana o pequeña empresa; bien sea en el ámbito rural. “Las estadísticas ponen de relieve que lo que más preocupa a la población, antes y ahora con más fuerza es la necesidad de un empleo, porque con un empleo se tienen los ingresos básicos para la vida digna de la familia. De ahí la importancia que este proyecto contemple el desarrollo económico del país, pero que se elabore este proyecto de desarrollo económico, no solo por los grupos más poderosos económicamente, sino que implique y tengan cuenta precisamente a los menos desarrollados, a los más pobres, para superar la situación de inequidad en la que está viviendo el país”.
El 2021 un año decisivo para la política
Dentro del Gobierno, el 2021 va a ser un año político decisivo, porque en el mes de febrero serán las elecciones internas y en el mes de noviembre las elecciones generales. “Veo con preocupación estos hechos ya que no percibo indicios claros de un cambio de comportamiento en el modelo de la vida política, en el modelo de vida de los diversos partidos, percibo que siguen estando más preocupados por la conquista del poder, que por los gravísimos problemas que está viviendo el pueblo y esta sería una ocasión decisiva para cambiar, sería una oportunidad para que nuestros políticos se conviertan, cambien radicalmente y piensen verdaderamente en el desarrollo del pueblo que está experimentando los efectos de la pandemia y de los huracanes”.
Perspectivas para la Iglesia en este 2021
En el ámbito de la Iglesia, señala Monseñor Garachana, se tiene que seguir construyendo, consolidando, fortaleciendo una Iglesia que se vive, se realiza desde la base fundamental del grupo familiar, la casa, aunque no sea este grupo familiar la familia perfecta tal como la entendemos en la doctrina cristiana. Que sea el ámbito primero, dónde se vive la fe, se celebra la fe, se educa a los hijos, se transmite la fe y estos grupos familiar desde su lugar geográfico se reúnan en lo que llamamos esas comunidades eclesiales de base, en su ámbito geográfico y cultural. Así estamos saliendo de un modelo de Iglesia más institucional, de una pertenencia más general y la estamos construyendo con una participación personal y comunitaria más concreta, más real.
Avanzar decididamente en su opción misionera
Otro aspecto de la Iglesia para este 2021, es que la Iglesia tiene que avanzar decididamente en su opción misionera y evangelizadora. Una Iglesia misionera encarnada, cercana a nuestro pueblo, ofreciendo en estos momentos razones para vivir, razones para esperar, para luchar contra la tentación del desaliento, del cansancio, de decepción es grande. Una Iglesia que anuncia la Buena Noticia del Señor Jesús por todos los medios y en todos los ámbitos para ofrecer a la población fortaleza, esperanza y compromiso, incluso alegría.
Hacia una Iglesia samaritana
Asimismo, Monseñor Garachana afirma que la Iglesia tiene que seguir siendo samaritana. “Es cierto que en esta ocasión se ha manifestado – como ya explicaba – esa corriente de solidaridad, pero es preciso consolidar una pastoral social integral, coordinada desde abajo, desde las comunidades locales en su ambiente continuando por la parroquia, las zonas pastorales y la diócesis”. Una pastoral samaritana que no se queda tanto en explicaciones, en teorías, sino que es muy realista, muy concreta, ahí cercana, dónde está la necesidad, implicando a todos los fieles, implicando también a quien padece esa necesidad, al mismo tiempo esta Iglesia samaritana ha de saber analizar las causas de esta situación de inequidad, de la de atención social de la mayoría de la población en educación, salud, empleo; analizar también la raíz de esta situación en cuanto influyen las políticas del gobierno; analizar las causas esta grave situación de pobreza, de inequidad en el que vivimos, realizar este análisis en diálogo con otras instituciones de carácter educativo, social, con las otras instancias historiadores, sociólogos, educadores etc. para que de ese diálogo surjan propuestas orientadoras, propuestas concretas, realistas, que buscan el bien de la población y no el interés del partido, cargadas de un fuerte componente ético.
Una Iglesia profética que denuncie la injusticia
No basta analizar, dialogar y proponer, señala Monseñor Garachana, será preciso también que la Iglesia siga realizando las denuncias de esas causas estructurales, de la situación que vive nuestro país, no podemos callar ante situaciones, mejor, ante estructuras que son permanentes, que son estructuras de años y de años y que no cambian, es preciso pues denunciar la ineficacia de esas estructuras o de esas instituciones e insistir en la dimensión ética del comportamiento de las personas responsables de estas instituciones y en un comportamiento que responda a la finalidad para la que esas instituciones han sido creadas, han sido constituidas.
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