Jesús ha cambiado el signo de un Bautismo de pureza por uno de servicio y amor
Ciudad del Vaticano
«Al recordar nuestro bautismo, tenemos la alegría de volver a nuestros inicios, donde comenzó algo nuevo en nuestra historia personal, pero también se renovó el deseo de una historia humana y social distinta», expresó al inicio de su homilía el arzobispo de Lima.
A través del acontecimiento del Bautismo de Jesús, ocurre un signo de esperanza para la humanidad: «los cielos se rasgan y se ‘abre’ la esperanza, porque Jesús, que viene de parte de Dios, ha asumido nuestra vida y Él es el portador de la esperanza, dijo el prelado. Por eso, cada vez que uno de nosotros es bautizado, renovamos que también somos portadores de la esperanza de Jesús», resaltó.
Jesús, que no tiene pecado alguno dijo Mons., decide bautizarse por su hermandad con los seres humanos: «Jesús se bautiza para alentar a todos aquellos que, en medio del mundo, reconocen sus límites, y desde esos límites, empiezan a recrear este mundo surcado de locas ilusiones, ambiciones, desconcierto y desesperación», acotó Monseñor Carlos.
El arzobispo de Lima recordó que en esos tiempos, Israel vivía una fuerte crisis, en medio de la misma, había un grupo liderado por Juan Bautista que optó por una revisión de la vida y una aceptación del pecado como el punto de partida para mejorar las cosas: «el grupo de Juan Bautista quiere convertirse para reconocer el límite y no contribuir al daño de Israel. Reconocer las faltas es parte de un proceso que denominamos ‘purificación’, y por eso, tenemos que discernir y buscar en qué lugares está apareciendo algo interesante, qué ‘cielos se están abriendo’, dónde se está forjando la esperanza de nuestro pueblo y el ánimo de conversión», expresó el Arzobispo.
Y Jesús, dijo Monseñor, decide unirse al grupo de Juan Bautista y hace la fila junto a los pecadores para enseñarnos que la fe cristiana no es solo individual, también es social, requiere de nuestra unidad para salvarnos juntos: «el Señor no quiere que la gente buena se separe, sino que sea semilla fecunda para hacer que el amor se irradie. El Señor no ha venido a crear una Iglesia de ‘puros’ o de separados», indicó Monseñor Castillo.
Además, el Arzobispo recordó que Jesús nos enseña que el Bautismo de Juan no es suficiente, es necesario además ser bautizado “en el amor, y por eso, el Señor se mezcla entre los pecadores y se mete al lodo. En esta tragedia mundial que vivimos, tenemos miles de voluntarios anónimos que, silenciosamente, han estado haciendo el Bautismo, enlodándose con los enfermos, e inclusive, muriendo por ellos», reflexionó el Arzobispo de Lima.
Por último, el prelado dijo que todos tenemos que apoyar la “capacidad de amar que existe en el ser humano, porque Dios es amor, Él hace posible que el mundo se regenere a una nueva vida y renazca, porque cuando la fuerza de su Espíritu mora en cada persona, la inspira y la impulsa, la alegra, la suscita y la resucita”. Además, la Palabra nos permite razonar, crecer y madurar; y en Jesús está la Palabra viva que nos inspira y nos acompaña, Él ha cambiado el signo de un Bautismo de pureza por uno de servicio y de amor: «el Señor nos ama y nos da la oportunidad de darnos su amor, nos da la misión de hermanar a la humanidad por medio de su amor, dejando que nuestra vida se deje guiar por el Espíritu y vaya creciendo y madurando», añadió.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí