Garachana: Testigos de la luz, caminando con la esperanza
Ciudad del Vaticano
Hablando sobre el pasaje evangélico de hoy, el presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras, Mons. Ángel Garachana, dijo que Jesús le demostró la Transfiguración a tres discípulos amigos suyos, Pedro, Santiago y Juan.
Después que días atrás les había explicado, que “iba a padecer, a sufrir, que iba a ser rechazado, condenado a muerte y resucitar. Los discípulos no entienden, se quedan tristes, desconcertados, pensativos. Jesús, dijo el prelado, quiere reanimar en ellos, el seguimiento, la comunión con su persona hasta las últimas consecuencias, la transfiguración de Jesús es como un adelanto de lo que le espera, la resurrección gloriosa”.
“La luz que inunda todo su cuerpo, hasta sus ropas, nace de adentro. De su interior, la gloria, la belleza, la santidad de Dios que tiene dentro se despliega impregnando hasta su corporeidad, todo su ser. Se hace visible”, expresó el presidente de la Conferencia Episcopal.
“Y es como decir a sus discípulos no tengan miedo, no se acobarden, síganme hasta la cruz, que es el paso para la luz, para la vida plena, para la resurrección”. Y ante esta experiencia “tan maravillosa” Pedro le dice a Jesús que se está muy bien aquí, le pide “detengamos el tiempo, quedémonos para siempre. Pero Jesús les dice no, volvamos al valle, volvamos a la vida cotidiana, con la gente, a los quehaceres, trabajos, alegrías, penas de cada día, pero eso sí, comentó Mons. Garachana, ya más motivados, más reconfortados. Comprendiendo un poco el caminar de Jesús, un caminar que terminará en la luz plena, pero pasando por la cruz”.
Y ese “simbolismo” es una enseñanza para cada uno de nosotros, dijo, porque también nosotros experimentamos el dolor, la enfermedad, la muerte. Palpamos situaciones de pobreza, de necesidad, de injusticia, de violencia”. Y en estas situaciones podemos sentirnos tentados como los discípulos y sentir tristeza, desaliento, confusión, pérdida de las ganas de luchar y de vivir.
En este contexto, explicó por último el prelado, la transfiguración de Jesús, nos invita a poner la mirada en la meta de nuestro caminar, esa meta es luminosa, gloriosa, es el triunfo de la vida sobre la muerte. “La contemplación no nos deja ahí en ese mundo maravilloso, sino que luego nos baja a la vida cotidiana, al trabajo, donde están las luchas, las tristezas, las alegrías. En la contemplación podemos seguir a los pasos concretos del caminar diario, pero siendo “testigos de la luz, animados y motivados por esa esperanza. La cuaresma es un símbolo de la vida, como un caminar que tiene los ojos fijos en el horizonte luminoso, pero a la vez, los pies en la tierra concreta en el lugar concreto y las manos en la acción de las tareas cotidianas”.
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