50 aniversario del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa

Adriana Masotti - Ciudad del Vaticano

Instituido el 25 de marzo de 1971, con la aprobación de las Normas "ad experimentum" por la Congregación para los Obispos, firmadas por el Papa Pablo VI, el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, abreviado CCEE, "nace bajo la mirada de la Madre de Cristo y de la Iglesia, que será luego venerada como Reina de Europa". Es lo que se lee en el comunicado emitido por la Presidencia del Consejo con motivo del 50º aniversario de su institución.

Treinta y nueve miembros del CCEE

Compuesto por treinta y nueve miembros, de los cuales treinta y tres son Conferencias Episcopales nacionales, a las que se añaden los Arzobispos de Luxemburgo, del Principado de Mónaco, el Arzobispo Maronita de Chipre y los Obispos de Chişinău (Moldavia), de la Eparquía de Mukachevo y de la Administración Apostólica de Estonia, el CCEE representa a la Iglesia Católica en cuarenta y cinco países del continente europeo.

Hasta ahora se han sucedido siete presidentes

En estos cincuenta años se han sucedido siete presidentes al frente del organismo eclesial: el primero fue el cardenal francés Roger Etchegaray de 1971 a 1979. Luego le tocó el turno al cardenal inglés Basil Hume, presidente hasta 1986. A continuación, el arzobispo de Milán, el cardenal Carlo Maria Martini, que ocupó el cargo de 1986 a 1993. Durante el mandato del cardenal checo Miloslav Vlk, de 1993 a 2001, se trabajó en la reforma de los Estatutos, deseada por Juan Pablo II en 1995, con la que se estableció que los miembros del CCEE fueran los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa. Le siguieron el obispo suizo Amédée Grab, presidente de 2001 a 2006, y el cardenal húngaro Péter Erdő, presidente hasta 2016. Le sucedió el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo emérito de Génova, todavía en funciones.

Las razones de la misión del Consejo

En el mensaje dirigido a los obispos europeos con motivo de esta fiesta jubilar, la presidencia recuerda los fines para los que se creó el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa: "favorecer el encuentro de las Conferencias Episcopales, el conocimiento mutuo, el intercambio de experiencias, un nuevo anuncio de Cristo". El CCEE, se señala, fue un signo de la atención de la Iglesia a los signos de los tiempos. De hecho, "la mirada sobre todo el continente, occidental y oriental, era también una profecía de lo que ocurriría en 1989 con la reunificación europea". El texto reitera las razones que refuerzan la actual presencia y misión del organismo en el contexto del continente. "Se trata de la persistente descristianización de Europa, a la que se añade la perniciosa pandemia que afecta a las personas en la salud, en la familia, en la economía y el trabajo, en las relaciones sociales: incluso en la vida religiosa. A esto se añade el avance de una cultura individualista: basta pensar en los movimientos migratorios, y en un cierto escepticismo hacia el esfuerzo de caminar juntos".

Los retos de la Iglesia en Europa

En todo esto, la Iglesia está llamada a anunciar con una convicción aún mayor a Cristo "nuestra esperanza". El mensaje invita a mirar los diversos retos que esperan a la Iglesia en el futuro próximo, empezando por el periodo post-pandémico, y la necesidad de "prestar atención al diálogo entre todas las religiones como base para la construcción de un mundo fraterno, así como un compromiso urgente con la creación de la que somos custodios". Desafíos, estos, sobre los que -leemos más adelante en el texto- el Papa Francisco llama la atención y ofrece indicaciones operativas".

El 50º aniversario de la CCEE se celebrará en Roma en la Asamblea Plenaria de septiembre con la presencia del Papa Francisco.