Guatemala 100 años de la Diócesis de los Altos: "Hacia el futuro sostenidos por Dios"
Alina Tufani - Ciudad del Vaticano
“Cumplimos cien años. Todo presente es punto de partida hacia el futuro. Los aniversarios significativos, como los centenarios, no son solo término de un plazo, sino que marcan simbólicamente el inicio del futuro en el que entramos sostenidos por la gracia de Dios y la planificación humana”. Estas palabras del Arzobispo de Los Altos, Quetzaltenango – Totonicapán, monseñor Mario Alberto Molina, que en una Carta Pastoral, enmarca las orientaciones o la ruta que persigue la Iglesia de esa región del país, marcada por vicisitudes históricas complejas y, al mismo tiempo, tocada por la globalización y la secularización.
Celebraciones marcadas por la prudencia ante la pandemia
La celebración del Centenario de la Diócesis de El Alto tendrá lugar el martes 27, fecha del aniversario, y será precedida por un triduo que comenzará el sábado 24 y concluirá el lunes 26 de julio, días en los que cada parroquia, iglesia u oratorio celebrará la Santa Eucaristía como acción de gracias por el camino eclesial que se ha realizado durante estos cien años.
En su mensaje, mons. Molina lamenta que a causa de las medidas sanitarias impuestas por la pandemia de Covid-19, la celebración no podrá ser con una gran misa que congregara a todo el presbiterio, consagrados y laicos de las diversas parroquias, sino una celebración limitada por los protocolos de bio seguridad. Una circunstancia, que a decir del obispo, se había producido hace 100 años, el día que fue promulgada la bula de creación de la diócesis altense cuando la oposición política a la Iglesia no permitió la toma de posesión del obispo, sino hasta 7 años después, el 28 de noviembre de 1928, por su primer obispo monseñor Jorge García Caballeros.
Trivializaión del lugar de Dios en la sociedad
En una veintena de páginas, el arzobispo Molina expone lo que ya advertía el Documento de Aparecida, en 2007, como un “cambio de época” marcado por la globalización y secularización. Dos conceptos que son desarrollados en la Carta Pastoral a la luz de la realidad guatemalteca. Sobre la secularización, ese fenómeno cultural que consiste en la marginación social de Dios, de la fe cristiana y de la Iglesia, el obispo señala que en Guatemala se observa en algunos círculos académicos, algunas organizaciones políticas o sociales y ciertos estamentos de la sociedad abiertos a las corrientes culturales globalistas.
Sin embargo, el prelado considera más grave y generalizada la "trivialización del lugar de Dios en la cultura y la sociedad". Es decir, la multiplicación de iglesias, congregaciones y sectas religiosas que hacen del culto espectáculo y entretenimiento y que a la larga, llevan a que las personas transiten de una a otra como si fuera un asunto "de gusto y de comodidad, un Dios trivial, de poca importancia”.
“Es un rasgo que puede ser más grave que el secularismo- afirma monseñor Molina -, pues si este descarta a Dios del ámbito de la cultura, nuestra sociedad parece que no se lo toma en serio. Dios y la religión acaban por ser una actividad marginal, algún día de la semana, con poca incidencia en el resto de las actividades personales y sociales".
Volver al Evangelio y a los fundamentos de la revelación
Son muchos los aspectos tocados por monseñor Molina en su mensaje, como la necesidad de dar énfasis en la dimensión sagrada y trascendente de la liturgia y, al mismo tiempo, ofrecer la claridad y firmeza doctrinal como expresión de la solidez de la oferta de salvación.
“Los creyentes que queremos encontrar el sentido de vida en referencia a Dios, tenemos que volver al Evangelio y a los fundamentos de la revelación para encontrar allí las respuestas a las inquietudes y retos que nos plantea el contexto cultural en que vivimos, conscientes de que somos herederos de una historia de fe, de testimonio de vida, de reflexión teológica y de expresiones litúrgicas y que por tanto, nuestra respuesta actual debe darse en continuidad con el pasado”, afirma el obispo.
Cuestiones éticas polémicas que van desde la regulación de nacimientos y el aborto hasta la licitud de la eutanasia, pasando por el ejercicio de la sexualidad y la ideología de género, son mencionados en la Carta Pastoral. También los asuntos estrictamente sociales como las políticas económicas capaces de sacar a una nación de la pobreza, la explotación de los recursos naturales o los criterios de las políticas demográficas. Todos argumentos donde la Iglesia desde su ética y moral puede dar respuestas que correspondan a la voluntad de Dios inscrita en la naturaleza humana y de las relaciones sociales.
Fortalecer la vida parroquial y misionera
“Sin duda debemos responder a las necesidades del hombre de hoy, pero no se trata de adaptar el Evangelio a las corrientes culturales para ser pertinentes, sino de cuestionar la cultura desde las convicciones del Evangelio”, afirma monseñor Molina que retoma al reto pastoral de la propuesta del Documento de Aparecida , el anuncio evangelizador del amor de Dios y la renovación de la vocación cristiana a ser discípulos misioneros. Una tarea– dice el prelado - que implica además fortalecer la vida parroquial a través de la catequesis, la celebración litúrgica y la proyección misionera hacia quienes no conocen todavía el evangelio o lo conocen mal.
“La Arquidiócesis se fortalecerá hacia el futuro en la medida en que tengamos parroquias que anuncien el Evangelio, que proclamen a Jesucristo como aquel en quien el amor de Dios se ha manifestado, y que, por eso, abre nuestros ojos para que comprendamos el valor de la vida, la victoria sobre la muerte, el perdón de los pecados. De este modo, serán también parroquias dinámicas, incluyentes y con proyección misionera. Necesitaremos parroquias misioneras, evangelizadoras, que formen a sus miembros en la fe”, concluye el arzobispo de Los Altos, Quetzaltenango – Totonicapán.
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