Estados Unidos: 11 de junio, Jornada de Oración por los sacerdotes

Ciudad del Vaticano

Abrazar la Cruz por el Evangelio: esta es la exhortación dirigida por la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos (USCCB) a todos los sacerdotes del país, en un mensaje emitido de cara a la "Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes" que se celebrará el próximo viernes 11 de junio.

La nota episcopal, firmada por monseñor James F. Checchio, presidente de la Comisión para el Clero, la Vida Consagrada y las Vocaciones de la USCCB, subraya que "predicar el Evangelio a menudo provoca rechazo y aislamiento. Los sacerdotes también se enfrentan a esta dura realidad". Sin embargo, los obispos estadounidenses reiteran que "el poder de la Cruz prevalece" siempre.

Sacerdotes: "Recuerden que no llevan sus cruces solos"

"Exhorto a todos los sacerdotes, especialmente a los que sufren de manera especial -dice monseñor Checcio-, a que recuerden que no llevan sus cruces solos; es a través y gracias a la Cruz de Cristo que se nos da toda la fuerza que necesitamos para los desafíos que enfrentamos".

A continuación, el prelado citó las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en la Misa Crismal del pasado 1 de abril, una celebración en la que, tradicionalmente, se renuevan las promesas sacerdotales: "El Papa Francisco recordó a los sacerdotes que el anuncio del Evangelio está siempre intrínsecamente ligado a la persecución" y que "el peso de la Cruz estuvo presente en toda la vida de Nuestro Señor, desde el principio hasta el final".

¡En la Cruz no puede haber ambigüedad!

Por eso, al igual que "Él abrazó sus sufrimientos en cada momento de su vida terrenal, así deben hacerlo sus sacerdotes", porque "¡en la Cruz no puede haber ambigüedad! La Cruz no es negociable".

Establecida por San Juan Pablo II en 1995, con la Carta a los Sacerdotes para el Jueves Santo, la "Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes" se celebra cada año en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Su objetivo es animar tanto a los sacerdotes a reflexionar sobre el don del sacerdocio que han recibido de Cristo como a los fieles a rezar por sus sacerdotes, para que se fortalezcan en su ministerio y permanezcan firmes en su compromiso con el Señor.