Recordando el 400 aniversario de la muerte de San Juan Berchmans
Gianluca Giorgio –Ciudad del Vaticano
Este 13 de agosto, por iniciativa del superior de la comunidad de San Ignacio de Loyola, el padre Massimo Nevola, y del rector, el padre Vincenzo D'Adamo, en la iglesia que alberga los restos del santo, se celebró una misa, abriendo así el año dedicado a la ilustre memoria de Juan Berchmans.
Figura de Berchmans
Modelo para los jóvenes, el nombre del religioso es recordado por las numerosas virtudes que iluminaron su trayectoria espiritual y humana.
Juan Berchmans nació el 12 de marzo de 1599 en Diest, una ciudad belga de Flandes. Su familia era muy modesta. Siendo el primero de los cinco hijos de un zapatero, sintió desde muy joven el deseo de ser sacerdote, pero, debido a diversos problemas económicos, se vio obligado a dejar la escuela, continuando sus estudios con el canónigo Froymont en Malinas. En el presbiterio, para poder pagar sus honorarios, fue nombrado tutor de los chicos más jóvenes.
Las dificultades, las pruebas y las contradicciones formaron parte de la vida del joven, pero no se dejó quitar lo más preciado: la esperanza.
Sus años en la Compañía de Jesús
Tras conocer la Compañía de Jesús y completar el año de noviciado, hizo su profesión religiosa el 24 de septiembre de 1618. La buena voluntad, el compromiso y, sobre todo, el amor a Dios fueron las señas de identidad de su camino, emprendido en la escuela de los Ejercicios Espirituales, que nos enseñan a encontrar a Dios en todo. Debido a su bondad e inteligencia, fue enviado al Colegio Romano de Roma, una institución que forma a los jesuitas.
Hojeando la vida del santo, escrita por la pluma del padre Virgilio Cepari, conocemos el modo de vida de los jóvenes profesos y, en particular, de los jovencísimos Berchman. La serenidad, el compromiso y el sentido de la trascendencia brillan en los numerosos episodios que se narran y en los que brilla la forma de ser comunicada por el joven a sus hermanos.
Modelo de santidad
Entre las gruesas líneas de las páginas, ahora descoloridas por el tiempo, aparece el claro retrato de un auténtico cristiano, pero más que eso, un modelo de santidad, en la ordinariez de esa rutina diaria, muchas veces dejada de lado.
Una característica de la forma de ser del Hermano John es la voluntad de amar a Dios, con jovialidad y responsabilidad, observando lo que exigen las Constituciones de la Compañía de Jesús. Esta es una combinación esencial para la existencia de todos aquellos que desean vivir la vida cristiana en plenitud.
Los Salmos nos recuerdan que a Dios se le sirve con alegría, y Juan Berchmans lo hizo suyo, con la voluntad y el entusiasmo propios de un joven de su edad.
Joven proyectado hacia el futuro, su existencia fluye mirando el momento presente, como lugar de encuentro con el Absoluto que ilumina el camino, batiendo los senderos del futuro.
San Juan XXIII, atento a los signos de los tiempos, recuerda la importancia de todo esto en el Diario del Alma, citando las palabras del joven Berchmans: vivir desde ahora hasta la hora, haciendo la voluntad de Dios.
Una triste enfermedad, tras sólo dos años en el corazón de la Ciudad Eterna, le arrancó del cariño de sus compañeros y de su trabajo en la Compañía de Jesús.
El 15 de enero de 1888, el Papa León XIII lo incluyó en el libro de los santos, proponiéndolo como modelo para los jóvenes y para todos aquellos que confían en la intercesión del joven jesuita con los ojos del cielo.
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