Abierto el Congreso Eucarístico Internacional en Budapest
Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
"Que el Señor nos conceda poder sentir en estos días que Cristo está con nosotros en la Eucaristía. No deja solos a la Iglesia, a los pueblos y a la humanidad". Estas son las sentidas palabras pronunciadas por el cardenal Péter Erdő, primado de Hungría, al comienzo de la misa de apertura del 52º Congreso Eucarístico Internacional en Budapest, aplazado el año pasado a causa de la pandemia. El cardenal también extendió sus saludos a los representantes de los cristianos orientales con los que está trabajando y rezando "para construir la unidad de los cristianos" y para que "nuestro testimonio -dice el cardenal Erdő- sea creíble".
Una voz que llega al corazón de Europa
En su homilía de la misa celebrada en la Plaza de los Héroes de Budapest, el cardenal Angelo Bagnasco, presidente del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas, dejó que su texto se leyera en húngaro. El cardenal recuerda las campanas tocando festivamente, "formando un coro que quiere abrazar a toda la humanidad".
Desde este púlpito ideal, la voz de los Pastores, la voz de esta conmovedora asamblea, quiere llamar - humilde y alegremente - al corazón de los pueblos de Europa, y llegar más allá hasta los puntos más remotos de la tierra.
Una voz "débil, pero que se hace eco de la de los siglos y está marcada por la sangre de los mártires", de la que toma fuerza para anunciar a Jesús y recordar que "a pesar de las limitaciones y las sombras de sus hijos, la luz de Cristo resplandece en la Iglesia".
Nadie está solo
Esa voz, "como una vela desplegada por el soplo del Espíritu", dice una gran verdad al hombre de hoy:
No estás solo en un universo hostil, no estás solo ante el maravilloso misterio de la vida, no estás solo con tu sed de libertad y eternidad. Estés donde estés, no eres invisible, Dios te mira con amor; no eres huérfano, Dios es tu Padre; vales la sangre de Jesús, Redentor del mundo y Pan de vida eterna. No tengáis miedo: Dios no está muerto, la Eucaristía supera toda soledad, toda distancia, toda indiferencia.
Y así, esa misma voz asegura que la Iglesia está llamada a no callar, a no reducirse al silencio, sino a "dar al rostro de todo hombre el esplendor de Cristo resucitado".
Dios es joven
Mirando a los niños de Primera Comunión y Confirmación, el cardenal Bagnasco recuerda la sencillez de sus corazones que acogen a Jesús, un amigo que no traiciona. A los jóvenes de las escuelas católicas les dice que la fe y la razón van juntas y que "Dios no es un competidor de vuestra libertad, y la fe no es una serie de prohibiciones, sino un gran sí a la alegría, incluso cuando es exigente porque el amor es algo serio".
Recuerda: la Iglesia te necesita a ti, a tu juventud, a tu entusiasmo, y tú necesitas a Jesús. Todo envejece rápidamente, sólo Dios es siempre joven, y la Iglesia es la verdadera juventud del mundo porque conserva el sacramento del Cuerpo de Cristo. Que la Eucaristía sea el centro de tus días. De todos los días.
El cardenal Bagnasco se dirigió también a los sacerdotes, "centinelas de la mañana, presencia viva de la Iglesia Madre y Maestra". La Iglesia les da las gracias porque son "heraldos del amor de Dios, profetas del Espíritu en un mercado de materia, herederos de una Tradición viva y heraldos del futuro en un mundo perdido". "La Iglesia", añade, "no os asegura la tranquilidad, sino que os repite con Cristo: 'No tengáis miedo'".
Cerca de todos los corazones
Finalmente, la invitación a los que sienten el peso de la Cruz, a los que lloran o son perseguidos por la justicia, a los que se sienten sin voz y sin patria, es que vuelvan a tener valor porque el Señor está presente en el corazón de los que se acercan a él.
La Iglesia no tiene otro nombre que anunciar y adorar: Jesucristo. Recuerda: su rostro es el Evangelio, su presencia es la Eucaristía.
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