La vulnerabilidad, al centro de la Plenaria UISG 2022
Hna. Bernadette Mary Reis - Ciudad del Vaticano
"Abrazar la vulnerabilidad en el camino sinodal". Este fue el tema elegido para la Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superiores Generales (UISG), uno de los acontecimientos más importantes en la vida de la Unión, reservado exclusivamente a sus miembros, los Superiores Generales de las Congregaciones Religiosas. El 18 de noviembre finalizó el evento preparatorio de dos días para la edición de 2022, que está previsto que se celebre en tres fases, a partir del próximo mes de marzo, de forma presencial y online. Compartimos las palabras de la hermana Jolanta Kafka, presidenta de la UISG, sobre el origen de la elección del tema principal y las perspectivas de reflexión en relación a esta importante cita en 2022:
- ¿Cómo ve la plenaria respecto al proceso sinodal más amplio en el que está inmersa la Iglesia?
En primer lugar, tengo ganas de decir "gracias a Dios y a la Iglesia" por la llamada al Sínodo, lo siento como un regalo y un Kairós. El estilo sinodal nos es familiar, pero ahora nos sentimos aún más llamados a participar en el camino de la Iglesia, con otros, insertados en la Iglesia local. Lo que vamos a vivir como fruto de nuestra reflexión y de forma tan universal en nuestra Asamblea, queremos que sea también un regalo para este camino de la Iglesia.
La Asamblea constituye un largo tiempo de escucha, un ejercicio de diálogo y de discernimiento muy atento, teniendo en cuenta que los participantes, que serán alrededor de 500, representan realidades muy diversas en términos de cultura, vida eclesial, servicio y ministerio. Esta vez también lo estamos haciendo con un proceso de preasamblea con dos reuniones en modalidad online y una reunión posterior a la asamblea, con el objetivo de preparar los temas y luego dar una mejor continuidad. La Asamblea es también una oportunidad para reafirmar que la variedad de carismas es en sí misma, una riqueza, pero es rica por estar interconectada. La Asamblea reúne a los Superiores Generales, pero nunca se separa de las realidades de la humanidad que sufre, que se transforma. Quizás también nos permita redescubrir que nuestra espiritualidad de mujeres consagradas puede contribuir al camino sinodal.
- ¿Podría explicarnos por qué han elegido el tema de la vulnerabilidad?
Surgió de nuestros diversos encuentros y momentos compartidos, como una palabra que refleja situaciones que nos unen, experiencias de nuestras comunidades, de nuestra misión, en este tiempo de nuestra vida cotidiana. Aunque muchos quisieran huir de ella porque la ven como una limitación, la realidad de la vulnerabilidad es un espacio precioso para el encuentro, para el cuidado, para el flujo de la Gracia y la bondad mutua.
Sentimos la necesidad de reconocerla y de poder hablar de ella tanto cuando la experimentamos en el mundo, especialmente en los más necesitados, en los que más sufren, como cuando la experimentamos dentro de nuestras congregaciones de tantas maneras, y en nuestro servicio de liderazgo. Sabemos que cuando nos sentimos vulnerables, cualquier manifestación de cuidado puede ser vital. En la fragilidad sentimos que Dios se hace aún más presente en su misterio de humanidad sufriente del Hijo de Dios, que se inclina ante las heridas de la humanidad. Nos sentimos abrazados por Él y eso nos hace capaces de abrazar a los demás.
- ¿Cómo cree que las religiosas pueden dar testimonio de su vulnerabilidad en los tiempos que vivimos?
Creo que hablar abiertamente de ello sin pretender negar nuestras limitaciones ya es un testimonio, porque como dice San Pablo 'cuando somos débiles es cuando somos fuertes', y también, 'en nuestra pobreza se manifiesta el poder de Dios'. El testimonio que damos en el servicio samaritano, al curar las heridas de nuestras congregaciones y en la Iglesia, no nos hace partir de una posición, no nos hace actuar como heroínas, sino que nos hace compartir lo que somos. El Papa nos ha llamado muchas veces a salir, a poner la tienda del encuentro en medio de la gente.
Para nosotras salir significa también inclinarse sobre las heridas de los demás de diferentes maneras. Dar testimonio en la vulnerabilidad de que nos necesitamos unos a otros, de que es en la comunión donde podemos enfrentarnos a las cosas. La próxima Asamblea será una oportunidad para compartir nuestras fragilidades y renovar la fuerza de la Comunión, que es siempre un reflejo del amor de Dios.
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