Cardenal Parolin: Oración y caridad, legado del Jubileo Lauretano
Isabella Piro - Ciudad del Vaticano
"María, puerta del Cielo, ruega por nosotros": es el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, quien pronuncia esta invocación, inmediatamente después de haber cerrado solemnemente la Puerta Santa del Santuario de Loreto, que alberga la Santa Casa, lugar de la Anunciación del Ángel a María. Poco antes, una larga procesión de celebrantes había cruzado la gran plaza frente a la Iglesia, coronada por una gran estrella cometa brillante, instalada cerca del pesebre. Debido a las regulaciones anti-Covid que no consienten aglomeraciones de fieles, toda la ceremonia fue transmitida en el sitio web de Santurario.
Oración y caridad, entrega a Dios y servicio: estas son las principales enseñanzas - explica el cardenal en su homilía - que surgen de la figura de la Virgen María y del Jubileo Lauretano, convocado cien años después del anuncio de Nuestra Señora de Loreto como Patrona de todos los aeronautas. Fue Benedicto XV quien lo quiso, el 24 de marzo de 1920. En este lugar de culto "uno se siente verdaderamente como en casa", dice el secretario de Estado, en "una dimensión familiar" que reconforta y alegra el corazón. Por otro lado, es precisamente en una humilde morada del pequeño pueblo de Nazaret donde tuvo lugar la Anunciación, "un acontecimiento que cambió el rumbo del mundo". De ahí el llamado del cardenal Parolin a la sencillez, tan amada por Dios y tan subestimada por los hombres que, en cambio, calculan "el valor de cada idea y acción sobre la base de la visibilidad y los resultados que se obtienen".
La sencillez de María
Es María misma quien nos enseña la sencillez, explica el cardenal: con su "sí", la Virgen se entrega a Dios, porque sabe que "confiar en Dios, construir todo en torno a su presencia, no defrauda". No solo eso: María se define a sí misma como una "sierva del Señor", es decir, "una persona simple y totalmente referida a Dios". Esta es, por tanto, la invitación del cardenal Parolin a los fieles: acoger la misma sencillez de la Santísima Virgen en nuestra vida diaria, de manera que la complejidad de los tiempos que vivimos "no afecte, más allá de los ritmos y los días, también al corazón" haciéndonos perder de vista lo esencial, en primer lugar, la oración. "Es sólo en la oración que se madura interiormente y todo encuentra su orden - subraya el cardenal - porque el corazón está dispuesto a Dios, a Aquel para quien fue creado, al Único que es capaz de reorganizarlo y darle paz. ".
El Señor, fundamento de la vida
Junto a la oración, prosigue el Secretario de Estado, María nos recuerda la importancia de la caridad. Estos "dos fuegos" de su vida - sostiene -representan "un núcleo ardiente e indestructible que no se desmorona con el tiempo, sino que lo supera, perdurando en la eternidad". "Sería hermoso simplificar la vida en torno a estos dos fuegos”, dice el cardenal. “Pidamos a la Virgen que ponga en nuestro corazón el deseo de esta esencialidad" que está "en el amor del Señor y en la capacidad de amar que Él nos da". Así que sea éste el legado del Jubileo Lauretano, añade el purpurado: “Dejar fuera de la puerta del corazón "las vanas e inútiles expectativas", las inquietudes y preocupaciones no animadas por el bien, sino por la tristeza y los resentimientos, para "poner al Señor como fundamento de la vida ”, porque Dios“ es más fuerte que toda adversidad ”.
El saludo del Papa
Las celebraciones jubilares en Loreto comenzaron el 8 de diciembre de 2019, siempre en presencia del Cardenal Parolin, y debieron finalizar el 10 de diciembre de 2020, memoria opcional de la Virgen de Loreto. Pero la pandemia de Covid-19 llevó a la extensión del Jubileo por un año más. A pesar del "difícil contexto pandémico", subraya el cardenal, en este Año especial, el Santuario de Loreto se ha convertido en un "precioso punto de referencia" para muchos fieles, ofreciendo un trabajo "continuo y vivo". Finalmente, el secretario de Estado lleva a todos los saludos y bendiciones del Papa Francisco.
La "Peregrinatio Mariae"
Cabe recordar que fueron numerosos los eventos que acompañaron al Jubileo Lauretano, entre ellos la "Peregrinatio Mariae" de las estatuas de la Virgen de Loreto, que tocó varios aeropuertos italianos y los más importantes de los cinco continentes. Una imagen de la Virgen también acompañó al Papa Francisco en algunos viajes apostólicos, como el de marzo en Irak y el de principios de diciembre en Chipre y Grecia.
Dal Cin: la pandemia no ha detenido la gracia jubilar
La peregrinación de los iconos marianos también es recordada por monseñor Fabio Dal Cin, prelado arzobispo de Loreto y delegado pontificio para el Santuario de la Santa Casa, en su saludo final de la celebración. Aunque la pandemia ha obligado a la humanidad a replantearse su vida, dice el prelado, "la gracia jubilar ha encontrado otros caminos" para llegar al corazón de los fieles para que, junto con María, puedan seguir "la llamada a la santidad, a volar alto". "Nada, de hecho - añade el arzobispo - puede limitar o interrumpir la gracia divina". La esperanza de monseñor Dal Cin, por tanto, es que el Jubileo, "tiempo bendito", "tiempo paciente de la siembra" que "ya contiene en sí el amanecer de un nuevo día", pueda seguir derramando su gracia también en el futuro.
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