Misión y sinodalidad: desafíos de la Iglesia panameña a tres años de la JMJ
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
«Ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro. Nos gusta decir: “Ustedes son el futuro…” ¡No!, son el presente. No son el futuro de Dios, ustedes jóvenes son el ahora de Dios. Él los convoca, los llama en sus comunidades, los llama en sus ciudades para ir en búsqueda de sus abuelos, de sus mayores; a ponerse de pie junto a ellos, tomar la palabra y poner en acto el sueño con el que el Señor los soñó». Estas fueron las palabras del Papa Francisco dirigidas a la juventud del mundo durante la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) celebrada en Panamá del 23 al 28 de enero de 2019, bajo el lema «He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra», la respuesta de la Virgen María a la llamada de Dios que nos presenta el Evangelio de San Lucas (Lc 1,38).
Han pasado ya tres años desde aquel momento en el que el Santo Padre alentaba a las nuevas generaciones a luchar por sus sueños sin olvidar la memoria de su pueblo ni el origen de sus raíces. Nada parecía presagiar, en aquel entonces, que la humanidad se enfrentaría a una pandemia.
Inmersos en el actual contexto de crisis sanitaria y con un Sínodo sobre la sinodalidad en marcha, deseado y convocado por Francisco, Vatican News conversó con Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, Arzobispo de Panamá, sobre los principales desafíos de la Iglesia panameña para este nuevo año 2022:
Como desafío central, el prelado menciona el poder acompañar al Pueblo de Dios en sus mayores dolores y heridas en medio de la pandemia, con el fin de no perder la esperanza ante las dificultades que ya existían antes de la llegada del Covid-19 pero que ahora se han agravado:
"La Iglesia no es un ente político pero sí tiene la obligación cristiana de iluminar la realidad de su pueblo, a la luz del Evangelio y de su Doctrina Social, por lo cual no podemos callar ante las injusticias sociales, las inequidades y los actos que empequeñecen la dignidad de la persona como por ejemplo la violencia contra la mujer, la corrupción, el crimen organizado o la ausencia de los servicios básicos al que tiene derecho todo individuo desde su concepción hasta su muerte natural".
Mayor protagonismo de los laicos en la vida pastoral
Otro de los desafíos a los que hace referencia Monseñor Ulloa es la necesidad de que el laicado "sea más consciente de su protagonismo dentro de las labores pastorales" y actividades de la Iglesia, que no sólo deben ser asumidas por los obispos y los sacerdotes:
Un sistema económico más humano
Asimismo, el arzobispo de Panamá, destaca otra meta significativa sobre el cual hay que trabajar: la construcción de una economía más humana.
"El desarrollo del país no puede ser el mismo que el que teníamos antes de la pandemia. Se necesita una nueva economía más humana que fortalezca el emprendimiento de los jóvenes con un apoyo a la pequeña y mediana empresa. Esto es urgente porque esa visión del derrame económico deja a muchas personas excluidas".
Erradicar actitudes caducas, ser una Iglesia en salida
En cuanto al papel fundamental que desempeñan las mujeres en la vida pastoral, el Arzobispo puntualiza:
"Tenemos un laicado muy formado, en el que la mujer predomina ocupando roles destacados y de liderazgo pero aún la acción pastoral gira en torno a la figura del sacerdote. En esta dirección podemos señalar otros retos pendientes como, el asumir la Doctrina Social de la Iglesia y llevarla a la práctica, lograr la inculturación del Evangelio e impulsar el liderazgo juvenil especialmente de la mujer (a través de una pastoral de la infancia y una pastoral de la comunicación). Todos estos aspectos son importantes para que podamos ser en este año 2022, una Iglesia en salida".
Hacia el Sínodo sobre la sinodalidad
El prelado explica cómo se están preparando las diócesis panameñas en el marco del Sínodo sobre la Sinodalidad, actualmente en curso y convocado por el Papa Francisco:
"Hemos iniciado esperanzados y motivados este camino permanente para la sinodalidad, no como un hecho aislado de la acción pastoral, sino como un impulso renovado para transformar las estructuras con el fin de ser verdaderos compañeros de camino sin excluir a nadie".
En este sentido, Ulloa subraya que se han reforzado los equipos diocesanos y parroquiales: "Nos hemos propuesto (sin descuidar el proceso interno en la Iglesia) salir a las periferias y no tener miedo a escuchar a los otros, independientemente de lo que tengan que decirnos. Y todo ello proporcionando un ambiente de diálogo, confianza y de respeto, para que se puedan expresar con libertad, incluso atendiendo las redes sociales, que han cambiado la dinámica de comunicación a nivel personal, social, político y religioso".
El mensaje de Jesús es siempre nuevo
Finalmente el prelado lanza un mensaje claro para todos:
"La sinodalidad no es una experiencia nueva, sino que lo que se busca con este sínodo es reforzarla. Todos somos compañeros de camino, no estamos solos en este peregrinar y por eso, podemos fortalecernos y compartir proyectos aunque sean distintos. El proceso sinodal no terminará en el 2023 sino que continuará de manera permanente, permitiéndonos siempre estar actualizados ante los desafíos de los nuevos tiempos, porque el mensaje de Jesús es siempre nuevo", concluye el arzobispo con un espíritu de esperanza imprescindible para superar cualquier obstáculo y que es fruto de aquel encuentro especial de fe que unió a Francisco con la juventud del mundo, precisamente, en tierras panameñas.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí