Kazajistán. Monseñor Mumbiela: Construir la armonía social con diálogo y paz
Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
“Las palabras del Papa son palabras proféticas que nos ayudan a todos a contar con la fuerza de la oración, a agradecer a todos aquellos que han rezado por nosotros durante estos días y a su vez, saber que queremos construir ese camino que el Papa dice a partir del diálogo, de la paz y nunca con la violencia”, lo dijo Monseñor José Luis Mumbiela Sierra, Obispo de la diócesis de la Santísima Trinidad en Almaty, Kazajistán, comentando las palabras que el Papa Francisco pronunció este domingo después de rezar la oración del Ángelus, en el cual elevó sus oraciones por las víctimas de las protestas en este país y donde pidió que pronto se encuentre una solución y vuelva a restablecerse “la armonía social a través del diálogo, la justicia y el bien común”.
¿Cuál es la situación que está viviendo el país en los últimos días, a partir de las protestas, que inicialmente se dieron de forma pacífica, y que luego se han ido degenerando en manifestaciones violentas?
R.- “Al día de hoy, debemos dar gracias a Dios porque los episodios violentos han terminado, a lo mejor quedan algunos reductos en algunas zonas, pero especialmente en Almaty, donde hemos tenido el ataque más gordo han cesado estos episodios. Han sido episodios violentos no por parte del gobierno, ellos no han sido los primeros en atacar, sino que el gobierno ha tenido que responder a ataques de gentes que inesperadamente, resulta que eran violentos. Todo inicio de modo pacifico con la protesta pacifica, porque la gente protesta porque sube el gas, la luz. Pero que entre estas gentes aparecieron gentes inesperadas, que estaban en otro plan. Muchos de ellos son extranjeros y traían armamentos, con intenciones muy distintas a los demás. Esto el gobierno no se esperaba, del diálogo pacifico se paso a un diálogo en otros términos lamentablemente”.
“Ha habido momentos duros, como los asaltos, disparos, saqueos, etc., aun quedan algunas medidas del gobierno como el toque de queda. Estas medidas han traído un poco de paz y seguridad a las calles y a las casas, había mucho nerviosismo, y ahora la cosa esta ya más tranquila, la gente ha ido a trabajar, los comercios empiezan a funcionar, las propiedades destruidas empezaran a restaurarse, se han generado muchas perdidas, millones de euros en perdidas. Pero la gente tiene ganas de seguir adelante por ese Kazajistán que todos soñamos, ese Kazajistán pluriétnico, profesional, de paz y de acuerdo social, de acuerdo religioso, según las reglas de la paz y la cordialidad”.
¿Cuál es el papel de la Iglesia en este proceso de paz, en espera de un nuevo gobierno y sobre todo, en este contexto que Usted ha descrito?
R.- “La Iglesia aquí somos muy pequeñitos, estos días me veía como en el portal de Belén, donde esta el Salvador. El mundo sigue sin saber donde esta esa luz que buscan, y ahí estamos mirando al Niño. Tenemos poca presencia, somos muy pocos en el país, pero la fuerza de la oración, por un lado, el testimonio de gente de paz, como decía nuestro Señor: Bienaventurados los pacíficos, y los que construyen la paz, porque serán llamados Hijos de Dios. Esa es nuestra misión, ser testimonios de esa paz que no solo se pide, y se reza por ella, sino que se construye con nuestras manos y con nuestro testimonio. Pienso que podemos aportar nuestro pequeño granito de arena, en la medida de lo posible de oración y de reconstrucción para el bien de todos los ciudadanos de Kazajistán, estamos para todos como Cristo vino para todos”.
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