Don Gabriel Richi: El Vaticano II nos invita a renovar la alegría del encuentro con Cristo
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“El Concilio Vaticano II propone a la Iglesia de nuestro tiempo dos grandes desafíos: el primero de ellos es un volver a centrarse en lo esencial de la fe cristiana, por lo tanto, en el don que Dios hace de sí mismo en Cristo por el Espíritu, por lo tanto, la autocomunicación que Dios quiere hacer de su vida, por tanto, la centralidad de lo que llama Francisco el kerigma. Y, en segundo lugar, está urgencia misionera”, lo dijo Don Gabriel Richi Alberti, Profesor de eclesiología y Decano de la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, España, explicando los aportes y la aplicación de los documentos conciliares, en el día en que se celebra el 60 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
Un camino marcado por la alegría del encuentro con Cristo
Don Gabriel Richi Alberti comentando el 60 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, evento eclesial que ha marcado la historia de la Iglesia, señaló que, “hay una coincidencia muy significativa entre las primeras palabras que San Juan XXIII pronunció, en aquel 11 de octubre de 1962, que fueron Gaudet Mater Ecclesia, es decir, ‘que se alegre nuestra Madre la Iglesia’ y las primeras palabras de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, Evangelii Gaudium, la Alegría del Evangelio y esta coincidencia significativa nos permite comprender como el camino que la Iglesia está realizando desde el Concilio Vaticano II a nuestros días, ha sido un camino en el que se ha ido renovando la alegría del encuentro con Jesucristo resucitado y la conciencia de que la vida se nos ha dado para poder comunicar a todos los hombres este encuentro con Cristo”.
Toma de conciencia de la urgencia misionera
En este sentido, el Decano de Teología precisó que, “ha sido un camino de progresiva toma de conciencia de la urgencia misionera a la que está llama la Iglesia. San Juan XXIII propuso el Concilio a la Iglesia como un momento de apertura misionera al mundo contemporáneo. Esto ha sido desarrollado por los Pontífices que le han seguido, pensemos en la Evangelii Nuntiandi de San Pablo VI, pensemos en la Encíclica Redemptoris Missio de San Juan Pablo II, pensamos en todo lo que han sido los viajes apostólicos de los Papas en esta perspectiva misionera hasta llegar a nuestros días en los que el Papa Francisco nos llama con mucha decisión a la conversión misionera de la Iglesia”.
Por ello, don Gabriel Richi ha indicado que, ha sido un hilo conductor, que ha ido marcando estos 60 años desde inicio del Concilio Vaticano II hasta nuestros días, la llamada misionera de la Iglesia. En este sentido, pues todo el desarrollo de los documentos ha sido un desarrollo de ir poco a poco, haciendo comprender a todo el pueblo cristiano, cualquiera que sea su vocación, su oficio, su estado de vida, está responsabilidad misionera que hemos recibido precisamente por ser cristianos.
Reconocer el primado de Dios
Asimismo, el Decano de Teología destacó algunos de los desafíos que aun hoy afectan a la Iglesia y al Concilio. En primer lugar, uno de los grandes desafíos es reconocer el primado de Dios en la existencia y en la vida de la Iglesia. “Ha sido algo que ha subrayado mucho Benedicto XVI y que el Papa Francisco explícitamente lo puso de manifiesto en el número 6 de su primera Encíclica Lumen Fidei, cuando Francisco nos enseña que el Concilio Vaticano II ha sido un Concilio sobre la fe y sobre el primado de Dios para poder comunicar la fe”.
El kerigma y la urgencia misionera
En este sentido, a mí me parece que podemos resumir en dos grandes desafíos que propone el Concilio Vaticano II también a la Iglesia nuestro tiempo: el primero de ellos es un volver a centrarse en lo esencial de la fe cristiana, por lo tanto, en el don que Dios hace de sí mismo en Cristo por el Espíritu, por lo tanto, la autocomunicación que Dios quiere hacer de su vida, por tanto, la centralidad de lo que llama Francisco el kerigma. Y en segundo lugar, está urgencia misionera, como nosotros hemos recibido el don de la fe para poder comunicarlo a todos los hombres y mostrar la correspondencia, la relevancia con la vida del hombre, con la vida de la sociedad, del Evangelio. El Evangelio no es realidad por así decir intimista, ni espiritualista, sino que ilumina el camino de todos los hombres y nos ayuda a comprender verdaderamente el misterio del hombre, precisamente, porque su plenitud es la participación en la vida, divina.
Sínodo y Sínodo de los Obispos
Otro aspecto que precisó Don Gabriel Richi fue la realidad del Sínodo y la sinodalidad en la Iglesia. “Para ser precisos hay que decir que es el Sínodo de los Obispos, la institución que nació al mismo tiempo que el Concilio Vaticano II, el sentido que fue creada por Pablo VI precisamente al inicio del cuarto periodo conciliar. En cambio, la realidad de los sínodos, es una realidad muy tradicional en la vida de la Iglesia, desde los primeros momentos. Pensemos en los Hechos de los Apóstoles lo que llamamos el Concilio de Jerusalén pues es una dimensión sinodal de la Iglesia.
La sinodalidad en la Iglesia
La sinodalidad en la Iglesia, indico el Decano de Teología, responde al camino que a lo largo de la historia de la Iglesia está llamada a realizar. Sabemos que Sínodo es una palabra que significa “caminar juntos”, en este sentido, la sinodalidad refleja dos dimensiones constitutivas de la vida de la Iglesia durante su peregrinación en la historia hasta que el Señor vuelva: la primera es la dimensión de la comunión, todo en la Iglesia acontece según la forma de la comunión, podemos decir, que la comunión es la forma propia la Iglesia. Y el segundo, es precisamente, que esa comunión es una comunión para la misión, es decir, una comunión que vive en la historia y atraviesa los caminos de los siglos para anuncia siempre de manera renovada el Evangelio.
Por eso, el Papa también en este sínodo, en este camino sinodal que ha propuesto para toda la Iglesia, habla de participación, comunión y misión, porque toda dimensión participativa es una dimensión expresiva de lo esencial que es la comunión eclesial y está en función del horizonte misionero de la Iglesia.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí