La Virgen del Pueblo, venerada por bielorrusos y ucranianos
Maria Milvia Morciano – Ciudad del Vaticano
La imagen de la Virgen con el Niño, adornada con flores llamadas “estrellas de Navidad”, resplandece en un rincón del palco del Aula Pablo VI. Se trata de la misma imagen milagrosa de la Santa Madre de Dios de Žyrovici, en Bielorrusia. Tras su catequesis de hoy, el Papa Francisco mencionó el icono mariano, diciendo, tras un nuevo llamamiento por la atormentada Ucrania, que se pondría ante él "rezando por ese querido país y por la paz".
La aparición del icono
Cuenta la leyenda que un icono de la Virgen apareció en la aldea de Žyrovici, en el lejano 1470, correspondiente a la actual aldea del distrito de Slonim, en la región de Grodno, en Bielorrusia. Alrededor del pueblo había un bosque donde, cerca de una fuente, unos pastores observaron una luz que brillaba entre las ramas de un peral: era un icono de la Virgen con el Hijo, muy pequeño, de hecho es el icono más pequeño conocido de este tipo iconográfico. Mide apenas 43 x 56 milímetros.
La imagen sagrada fue inmediatamente retirada y entregada al propietario del bosque, Oleksandr Soltan, noble bielorruso y tesorero de la corte del Gran Ducado de Lituania, que no quiso darle más vueltas al asunto y la escondió en su casa. La historia continúa entre el escepticismo del noble Soltan y la desaparición del icono, que da lugar a su milagrosa reaparición. El noble cambió entonces de opinión y decidió construir primero una pequeña capilla y luego una gran iglesia de madera, que fue destruida en un incendio un siglo después.
Sin embargo, el icono sagrado permaneció intacto: lo encontraron unos niños que deambulaban por la iglesia destruida, en manos de una bella mujer sentada sobre una piedra, donde más tarde el sobrino de Soltan, Iván, construyó una nueva iglesia. Durante los siglos XVI y XVII se añadió un monasterio.
Una imagen venerada por dos pueblos
Existen testimonios de los numerosos milagros acaecidos a quienes se detenían en oración ante este icono y luego ante su copia, es decir, la que se conserva en Roma, en la catedral greco-católica ucraniana de los Santos Sergio y Baco. La historia y la leyenda también se espesan en torno a esta imagen y son difíciles de reconstruir.
Lo que permanece y es importante, sin embargo, es que el dulce rostro de la Madre junto a su Hijo y el intercambio recíproco de miradas, es decir, la Madre Theotókos del tipo Eleousa, que significa ternura, pertenece a una iconografía muy venerada en los países del Este de Europa, que a través de María están unidos en el mismo amor. Y en este caso, la imagen de Nuestra Señora de Žyrovici es igualmente querida por los dos pueblos de Bielorrusia y Ucrania.
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