El obispo de Esmirna desde la Asamblea de Praga: el seísmo me ha shockeado
Antonella Palermo - Praga
Desde Praga, donde se está llevando a cabo la asamblea continental del Sínodo, las Iglesias que están en Europa expresan su cercanía a las poblaciones del sur de Turquía y del norte de Siria, golpeadas duramente por el terremoto.
Cercanía a Iskenderun y a Siria, ya mártir de la guerra
El enorme y creciente número de muertos, la destrucción, el sufrimiento de tantas personas, han profundamente afectado y tocado en el ánimo de cuantos están reunidos en la capital de la República Checa. “Es una herida profunda – se lee en el comunicado leído en el lugar – que en Siria se va a agregar a la de la guerra que desde hace 12 años asola el territorio”. Los delegados de los 45 países aquí representados expresan cercanía a la comunidad del Vicariato de Iskenderun que, hacen saber, ha visto su catedral destruida, afortunadamente sin pagar un precio de vidas humanas. “Nuestro pensamiento – prosigue la nota – va al vicariato de Anatolia, que vive una difícil situación de destrucción. Miramos a Alepo, ciudad que en Siria ha sido mártir de la guerra y que ahora vive este martirio ulterior”.
Luminoso ejemplo de las Iglesias locales en la ayuda a las víctimas
“Nuestro pensamiento y nuestra gratitud van sobre todo a cuantos, en este momento, están llevando las ayudas, en condiciones dificilísimas, con temperaturas invernales". Nuestras Caritas – declaran en asamblea – están compromentidas en el hacer frente a la emergencia, curar a los heridos, consolar a cuantos han perdido familiares, encontrar un techo a cuantos no lo tienen más. Las iglesias locales están llevando ya todo itpo de ayuda y acogida, y son un ejemplo luminoso al que miramos con admiración”. Su ánimo está profundamente conmovido, “las Iglesias que están en Europa se estrechan entorno a las poblaciones heridas por el terremoto, renovando las oraciones y anunciando desde ahora toda ayuda posible para hacer frente a la emergencia”.
El obispo de Esmirna: un shock
Con los ojos visiblemente conmovidos, habla a Vatican News monseñor Martin Kmetec, arzobispo de Esmirna, en Turquía.
“Es grande la tristeza en el saber que tantas vidas han quedado bajo los escombros. Tristeza. Por mi Iglesia, donde he trabajado”, nos dice. “Ver la catedral de Iskenderun destruida es una imagen que no habría querido nunca pensar que pudiese suceder. En Esmirna tuvimos el terremoto en 2020 y también después otros movimientos dañaron cuatro iglesias, la iglesia de San Policarpo, una joya para nosotros”. Y añade que no ha sido aún posible reparar los daños debido a la burocracia y a los fondos que faltan. Los recuerdos de Iskenderun, en los años 2009, tienen que ver, por otra parte, con una herida vinculada al asesinato de moseñor Padovese. Precisamente él, recuerda, quiso restaurar la catedral. “Es necesario solamente tener confianza en el Sñeor, no hay otra cosa que hacer”. Y añade que no sabe cómo están las monjas carmelitas en Alepo, que conoce personalmente desde hace tiempo. “No sé si están vivas, dieron un testimonio bellísimo de perseverancia durante la guerra. Esperemos que estén bien”.
Camino sinodal, lo que cuenta es la fidelidad a Cristo
En relación a los trabajos en la asamblea, el prelado señala que “algunas reflexiones se hacen, en ciertos aspectos, a un nivel un poco superficial. Pienso que deberíamos ver cuán fieles a Cristo somos. Todo lo demás me parece que, en Europa occidental, con todo respeto, sirve a cubrir el hecho que no hemos todo por anunciar el Evangelio”. Y añade que “la cuestión de los abusos es un hecho gravísimo, pero debemos estar también atentos al término que utilizamos cuando hablamos de ‘clericalismo’”. Sin sacerdotes, fatigamos, concluye.
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