Ucrania, Mokrzycki: Debemos encontrar el modo de sembrar la paz y eliminar el odio
Taras Kotsur - Ciudad del Vaticano
Un año de guerra, un año dramático, desde el comienzo de la agresión de las fuerzas rusas contra Ucrania, que ha visto destrucción y muerte, pero también un cierto despertar humano y espiritual por parte de los fieles católicos del país de Europa del Este. Un año en el que la Iglesia "se mantuvo en su identidad", manteniendo las iglesias abiertas, rezando, cuidando la vida sacramental, recogiendo "las confesiones de muchos jóvenes que partieron para defender su patria". Este es el relato que monseñor Mieczyslaw Mokrzycki, arzobispo de Leópolis de los Latinos, presidente de la Conferencia Episcopal en Ucrania, confía a Radio Vaticano - Vatican News, y con el que describe la acción de la comunidad católica en Ucrania:
En este tiempo terrible, ¿qué potencial ha descubierto en sí misma la comunidad católica latina en Ucrania?
Abrimos nuestras iglesias, nuestros centros pastorales para acoger a las personas que tuvieron que huir de las zonas de guerra. Al principio había un gran desconcierto, porque nadie sabía cómo se iba a desarrollar este conflicto. Aquí, en la archidiócesis de Leópolis, acogimos a muchos refugiados que se habían marchado con gran miedo, con gran tristeza por haber tenido que abandonar sus hogares, a sus vecinos. Pero también estamos cerca de los necesitados en los lugares donde tuvo lugar la guerra y donde aún continúa. Estamos cerca de los soldados, de las personas que han sido golpeadas, heridas, y llevamos ayuda humanitaria, hemos conseguido llevar mucha, de Italia, de Polonia, de Alemania, de toda Europa. Todas las parroquias, todas las diócesis católicas están prestando una gran ayuda al gobierno, que por sí solo no podría hacer todo lo que hace nuestra Iglesia.
Hoy nos encontramos con tantas personas heridas, tantas personas que experimentan angustia y dolor interior, que esperan una atención especial de sus pastores. La Iglesia trabaja para formar, para preparar a los pastores, pero también para que sepan dar apoyo psicológico, no sólo espiritual, para que estén preparados para acoger a esas personas que llegan sin saber a quién acudir y entonces se confían a un sacerdote, a una monja para compartir su dolor...
Sabemos que muchas personas, no sólo los que luchan, han sufrido tanta violencia, física y moral, y han visto tantas cosas que les han destrozado el alma. Por eso estamos cerca de ellos, organizamos centros de acogida con grupos de psicólogos que saben hablar con ellos. Pero sabemos que debemos encontrar la manera de estar en paz con nuestras almas, que debemos desechar ese odio que acecha en nuestros corazones, que en última instancia la mejor curación sólo puede venir con la ayuda del Señor. Creo que las peregrinaciones a nuestros santuarios marianos, donde los fieles pueden estar en silencio con Dios, también contribuyen a la mayor curación, pero también sabemos que las personas heridas necesitan estar cerca unas de otras en todo momento, y esto es lo que nuestra Iglesia, nuestros psicólogos y otros centros de ayuda tratan de hacer: proporcionar apoyo a estas personas en su intento de volver a una vida normal, a la paz en sus corazones.
En este periodo, se vio inmediatamente la movilización del mundo entero, incluida la Iglesia. ¿Cómo se ha percibido en Ucrania este apoyo de la Iglesia universal y también de la comunidad internacional?
En primer lugar, el Papa Francisco dio ejemplo a toda la Iglesia católica. Él, ya en 2014, había ofrecido una gran ayuda financiera, ahora está cerca de nosotros con la ayuda que nos llega a través de su colaborador, el cardenal Krajewski. Luego, en el hospital Bambino Gesù, muchos niños heridos -unos 2.000 hasta ahora- han sido acogidos para recibir tratamiento. Varias conferencias episcopales, Caritas Internationalis, también están siempre cerca, en contacto con nosotros y enviándonos lo que necesitamos. De hecho, podemos decir que esta ayuda llega continuamente y gracias a ella podemos ayudar y cubrir las muchas necesidades que hay en Ucrania.
Para concluir, ¿qué llamamiento le gustaría hacer a la Iglesia universal, a la comunidad mundial a través de Radio Vaticano-Vatican News?
Nuestra Señora de Fátima pidió a los niños que rezaran por la conversión de Rusia. Y sabemos que la oración tiene un gran poder propio: con la oración podemos hacerlo todo, podemos vencer el mal, podemos traer el bien. Y por eso pedimos, por la misericordia de Dios, para nuestros países -Rusia y Ucrania- pedimos esa paz tan deseada que queremos vivir como hijos libres que quieren gozar de su libertad y esa paz que trae consigo la esperanza en el futuro.
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