Transfiguración del Señor: "Levántense y no teman"
Johan Pacheco
De la mañana y hasta la noche siempre tendremos ocupaciones, y en particular preocupaciones, tal vez situaciones que nos aparten del camino que nos propone Dios para que vivamos el bautismo. Pero siempre seremos llamados por Él para vivir la gracia de su Transfiguración, mostrarnos el camino, de hecho, Él es el camino.
El segundo domingo de Cuaresma propone el pasaje bíblico de la Transfiguración del Señor, en esta ocasión San Mateo (17,1-9) nos relata que el Señor ante sus discípulos: “Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve”.
Como aquellos discípulos también nosotros somos llamados por Jesús para emprender un camino a lo alto, y vivir la experiencia de la Transfiguración. Quien la vive siente el deseo de permanecer junto a Él: "Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí!”; pero apenas es el comienzo de un transitar, el camino de la cruz y hasta la salvación.
Para alentarlos en el camino que comienzan les dice: "Levántense y no teman", así bajando nuevamente de aquel monte a la realidad cotidiana con las ocupaciones y preocupaciones, los discípulos tenemos el compromiso de ser testigos del Transfigurado.
En el mensaje para la Cuaresma 2023, el Papa Francisco nos invita la “ascesis cuaresmal” en las prácticas que nos ayudan a encontrarnos con el Señor: “Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña”.
Abramos el corazón para que, con oídos y ojos atentos, la Transfiguración de Jesucristo en nuestra vida sea un signo de gracia y compromiso con la Iglesia y en la sociedad, siendo reflejo de la Transfiguración, manifestación de la presencia de Dios en medio de nosotros.
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