Turquía y Siria, un mes después del terremoto más de dos millones de desplazados
Marco Guerra - Vatican News
El 6 de febrero de 2023, a las 04:17 hora local, al norte de la ciudad de Gaziantep se produjo el primer temblor del terremoto que devastó el sur de Turquía y el noroeste de Siria. Ha pasado un mes desde aquel dramático día, pero el número de muertos y los daños siguen aumentando día a día.
El balance del terremoto
Según las estimaciones de los dos países principalmente afectados, el terremoto ha causado un total de más de 51.000 víctimas constatadas, de las cuales unas 44.300 en Turquía y 6.700 en Siria, y un gran número de desaparecidos, lo que hará que la cifra final de muertos sea aún mayor. El terremoto también ha causado unos 120.000 heridos, más de 2 millones de desplazados y 15 millones de personas afectadas de alguna manera por el seísmo. Sólo en el lado turco, 164.300 edificios se derrumbaron o sufrieron graves daños. Por su parte, Unicef calcula que al menos 850.000 niños están desplazados y que sólo en Turquía 2,5 millones necesitan ayuda humanitaria urgente. En cambio, en toda Siria, más de 3,7 millones de niños se han visto afectados de alguna manera por los temblores. Para hacer frente a todas las intervenciones en Turquía y Siria, Unicef ha lanzado un llamamiento internacional para recaudar al menos 400 millones de dólares.
El esfuerzo de Cáritas
Cáritas, con sus organizaciones locales y nacionales, así como la confederación internacional, ha estado trabajando desde el día de los primeros temblores en las zonas afectadas por el terremoto. Voluntarios de todo el mundo han acudido para servir a la población y ayudar a sus "hermanos" de Cáritas de la Turquía y de Siria. En este primer mes, Cáritas ha proporcionado a la población alojamiento de emergencia, alimentos y artículos de primera necesidad, como mantas, kits de higiene, material médico y artículos de cocina. Las actividades de apoyo a la educación también han comenzado hace varias semanas.
Bombardi (Cáritas): el gobierno ralentiza a las ONG
Un compromiso complejo que tiene que contar con las necesidades de la población local, pero también con los engranajes de la burocracia local que a veces frena la ayuda, como explica Danile Bombardi, Coordinador de Cáritas italiana para el Sudeste de Europa, que organiza y supervisa las intervenciones caritativas desde Estambul.
Dr. Bombardi, ¿Cuál es la situación humanitaria un mes después del terremoto?
Un mes después del terremoto, podemos ver muy claramente los daños, que no son sólo los de la destrucción en esta vasta zona que ha sido golpeada, sino sobre todo los de la incapacidad de la población para permanecer en los lugares donde vivía y trabajaba. El fenómeno más llamativo de este mes ha sido la marcha de las personas afectadas por el terremoto a otras partes de Turquía en busca de refugio. Sólo un número relativamente pequeño de habitantes ha permanecido en las zonas afectadas por el seísmo, y lo ha hecho en condiciones prohibitivas, ya que además de sus viviendas, las escuelas, hospitales, supermercados, bancos y lugares de trabajo también son inhabitables. Cáritas está ofreciendo ayuda para la vivienda a los que se han marchado y ayuda humanitaria a los que han decidido quedarse.
Entre los desplazados hay muchos sirios que habían encontrado refugio en el sur de Turquía en los últimos años para escapar de la guerra. ¿Es para ellos un drama dentro de otro drama?
La de los sirios es sin duda la historia más triste que escuchamos entre los desplazados por el terremoto, porque estamos hablando de personas que ya habían vivido un trauma muy fuerte -el de la guerra- y que ya habían tenido que huir de sus casas, intentando reconstruir su futuro en Turquía. Ahora estos sirios lo han vuelto a perder todo y tienen que empezar de cero. Por estas razones, he visto que muchos sirios desplazados tienen graves dificultades psicológicas. Es un panorama delicado y preocupante, también porque muchos sirios en las zonas turcas habían completado el proceso de documentación para la acogida y otros no; los que no tienen permisos ahora que se trasladan a Turquía tienen aún más dificultades para acceder a los servicios públicos.
Usted es el coordinador de Cáritas Italia para las intervenciones en el sureste de Europa, según lo que ve, ¿se ha activado la solidaridad internacional?
Absolutamente, porque la zona del terremoto ya estaba afectada por otras crisis y, por tanto, vinculada a la solidaridad y a las intervenciones humanitarias. Siria lleva muchos años en guerra y está en el centro de la atención de Europa, al igual que las zonas fronterizas del sur de Turquía. El principal problema en estos momentos es el control que el gobierno turco está ejerciendo sobre todas las ONG y organizaciones caritativas que operan en la zona, lo que está limitando su libertad para actuar con libertad y rapidez. Estamos sometidos a toda una serie de trámites y autorizaciones que ralentizan nuestro trabajo y complican la llegada de la ayuda. Esperamos que en los próximos periodos se simplifiquen los trámites y se dé más libertad a quienes trabajan para ONG o en nombre de confesiones religiosas. La magnitud del problema es tan grande que Turquía necesita ayuda y nosotros estamos dispuestos a estar a su lado.
¿Cuáles son las principales necesidades en este momento para las poblaciones turca y siria afectadas por el terremoto?
Sin duda, la de un alojamiento seguro, tanto para los que se han quedado en las zonas del terremoto como para los que se han marchado, decenas de miles de personas han llegado a Estambul, Ankara, Esmirna y otras grandes ciudades turcas. La otra gran necesidad que hemos constatado es el apoyo psicológico. El drama también fue considerable porque los temblores continuaron, algunos muy fuertes sumieron en el pánico a personas que se estaban recuperando. Niños y personas muy frágiles luchan por superar los efectos de esta catástrofe.
Cáritas actúa en una región donde los cristianos son minoría, ¿se aprecia la labor de la Iglesia católica?
La labor de la Iglesia católica ya se realizaba antes en un contexto minoritario. Ciertamente, con el terremoto, el trabajo de las Cáritas locales, de Cáritas Internationalis y de las de todo el mundo en favor de estos territorios se está intensificando. Es un compromiso apreciado por la población local, es una intervención que obviamente no mira la afiliación religiosa, sino a quien lo necesita, ayudamos a todos independientemente de su fe. Así que, por un lado, vemos a la población que acoge con satisfacción la intervención de Cáritas y, por otro, lamentablemente, registramos la dificultad de todo el tercer sector para mantener un diálogo siempre sereno con las instituciones.
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