Viaje a Mongolia: La Iglesia niña que espera al Papa Francisco
de Gianni Valente - Agencia Fides
Ulán Bator – ¿Por qué va el Papa a Mongolia? A pocos días del viaje del Papa Francisco con destino Ulán Bator, muchos se preguntan qué impulsa al Pontífice de casi 87 años a emprender un largo viaje para visitar una nación donde viven menos de dos mil católicos. Empiezan a circular análisis que hacen referencia a la importancia estratégica del viaje papal al país situado entre Rusia y China, con ideas no poco interesantes. Lo cual se vuelve aún más interesante si se reconoce y no se elimina la dinámica apostólica que caracteriza naturalmente todo viaje papal.
El séptimo vídeo reportaje, elaborado para la Agencia Fides por Teresa Tseng Kuang yi de cara a este viaje del Papa Francisco a Mongolia (31 de agosto al 4 de septiembre), narra la expectación hacia el Papa en el gran país de Asia Central y en su pequeña Iglesia. Y a través de imágenes, historias y testimonios recogidos en Mongolia, nos permite vislumbrar los motivos del viaje siguiendo pistas poco conocidas. El Sucesor de Pedro viaja por el mundo para “confirmar a sus hermanos en la fe”. En el encuentro con sus hermanos, también él disfruta de ser confirmado en la fe de los Apóstoles. El Papa Francisco da muestra y testimonio de ello en cada uno de sus viajes. Es lo que leemos en las Cartas de San Pedro y San Pablo. “La visita del Papa a Mongolia es un regalo que Dios nos da para hacer crecer a los fieles en la fe”, repite el padre Pietron Tserenkhand Sanjaajav, sacerdote mongol, en el vídeo reportaje.
Una pequeña comunidad eclesial
La fe de los Apóstoles es la que describe con palabras acertadas el cardenal Giorgio Marengo, prefecto de Ulán Bator, en el vídeo reportaje cuando menciona las características distintivas de la pequeña Iglesia católica de Mongolia. El Prefecto Apostólico de Ulán Bator habla de una fe “que no tiene grandes fuerzas ni signos externos con los que contar, sino que se apoya en la presencia viva del Señor resucitado, en el diálogo y en la atención a los pequeños”. Una fe ligada también a la experiencia “de ser católicos en condición de minoría, a veces marginados”.
La pequeña comunidad eclesial de Mongolia, - continúa el cardenal Marengo -, quizás pueda ofrecer también al resto de la Iglesia el don “de la frescura de una fe que se interroga a sí misma, que se deja interrogar por la realidad”. Don gratuito que el cardenal Marengo conecta con la dimensión de “periferia” a la que siempre se refiere el Papa Francisco, que también pueden experimentar quienes viven en contextos en los que “se encuentran entre una mayoría que tiene otros puntos de referencia”. Las palabras y las imágenes del vídeo sugieren que la visita del Papa Francisco a Mongolia debe verse y entenderse como un signo de los tiempos. La pequeña Iglesia de Mongolia, con su carácter “periférico”, “tiene algo que decir al resto de la Iglesia universal”, indica el cardenal. El Sucesor de Pedro va a Mongolia, sobre todo, para abrazar y ser abrazado por esa pequeña Iglesia, y tal vez para indicar y recordar a todos que la Iglesia es siempre y en todas partes una Iglesia naciente. Mendiga, en cada paso del don eficaz de la gracia, es decir, de lo que opera “la presencia viva del Señor”.
Reconocerse Iglesia naciente
La Iglesia puede volver a reconocerse como una Iglesia naciente incluso en países donde las estructuras eclesiales poderosas pueden abrir la puerta a la tentación de perseguir una relevancia autosuficiente. Incluso en ciudades donde rozan el cielo estupendas catedrales milenarias, quizás hoy poco frecuentadas, para que en esos lugares esas catedrales no se conviertan en reliquias del pasado. Reconocerse Iglesia naciente, mendiga de la presencia viva de Cristo que no olvida nada del pasado. Todo el misterio de la Iglesia en su camino a través de la historia es acogido con memoria agradecida.
En el vídeo reportaje, el Prefecto Apostólico de Ulán Bator relaciona la próxima visita del Papa Francisco con la sorprendente historia de los contactos entre Mongolia y la Iglesia de Roma que comenzaron hace casi 800 años, cuando en 1246 el Papa Inocencio IV envió al franciscano Giovanni di Pian del Carpine con una carta para el emperador mongol que en aquella época también dominaba China. El cardenal Marengo también menciona la rapidez con la que las actuales autoridades civiles de Mongolia, en julio de 2022, enviaron una delegación oficial a Roma para entregar al Papa Francisco la invitación para visitar su país, renovando así la novedad de una Iglesia naciente con la historia de que la precede. El nuevo brote demuestra que todo el tronco milenario que lo sostiene está vivo. Y el Sucesor de Pedro desempeña el ministerio al que fue llamado por Cristo, al servicio de una unidad que une pasado y presente y que hoy reúne a pueblos diferentes y lejanos.
El Papa en Mongolia: Una verdadera fuente de unidad
El obispo de Roma, viajando a Mongolia, muestra a todos que la verdadera fuente de unidad entre los cristianos es precisamente la fe que solo cuenta “con la presencia viva del Señor”. Y su visita a los hermanos y hermanas de Mongolia se convierte en signo y reflejo del amor de Cristo hacia todos, según el misterio de su predilección, que prefiere a los pequeños y a los pobres. Gracias a la visita del Papa, de 87 años, - observa monseñor Marengo -, Mongolia, que para muchos parece lejana, se vuelve cercana a cada corazón cristiano. Porque “el Sucesor de San Pedro que se interesa por este pequeño rebaño nos dice cuánto son queridos por Nuestro Señor todos, también las personas que viven en zonas geográficamente quizás menos conocidas del mundo”. Así, el Prefecto de Ulán Bator y todos los católicos de la Prefectura Apostólica pueden encomendar la visita papal a la oración para que el viaje traiga “este don de gracia y de amistad entre distintos pueblos, y también de testimonio, de solidaridad y de esperanza para este pueblo de Mongolia”. Una expectativa y una súplica que se expresan en la pregunta mencionada por el misionero salesiano Leung Kon-Chiu al inicio del video reportaje: “Quién sabe qué árbol crecerá de esta pequeña semilla”.
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