Ucrania: Un rayo de sol entre los escombros

La pequeña comunidad greco-católica de Fastiv, dirigida por el párroco Vitaliy Martsyniuk, está comprometida en buenas obras concretas dirigidas a las personas más vulnerables y al medio ambiente en medio del mal de la guerra. Recientemente, la apertura de una panadería en la que trabaja un niño con síndrome de Down y numerosas iniciativas en favor de una economía solidaria y sostenible

Olena Komisarenko – Ciudad del Vaticano

En Ucrania, a las personas con síndrome de Down se las llama "hijos del sol" por la energía positiva, la alegría y el entusiasmo que son capaces de desprender. Por eso, la comunidad greco-católica de un pequeño pueblo de Fastiv, en la región de Kiev, hizo todo lo posible para que, en estos oscuros tiempos de guerra, esos rayos de sol no abandonaran el rostro de Mykyta, un niño con síndrome de Down.

A pesar de todas las dificultades, los miembros de la parroquia de San Demetrio Mártir consiguieron abrir una panadería para que Mykyta pudiera realizar su sueño: hacer galletas para la gente y hacerla feliz. La guerra quiere dejar entrar su veneno en todos los ámbitos de la vida y el único antídoto es unir a las personas en torno a buenas obras hacia los necesitados y, sobre todo, hacia los más vulnerables, porque ése es precisamente el criterio del desarrollo de una sociedad.

"Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos – difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado", escribe el Papa Francisco en su encíclica Laudato si'. [117].

El taller donde se realizan las galletas
El taller donde se realizan las galletas

Construir la comunidad 

Esta convicción subyace en la vida de la comunidad greco-católica de Fastiv, dirigida por el padre Vitaliy Martsyniuk. "Nuestra parroquia aún no tiene una iglesia propiamente dicha, celebramos misa en una pequeña capilla – nos cuenta – no nos fijamos el objetivo de construir un gran templo, porque ante todo queríamos construir una comunidad viva de personas que pudieran profundizar en su vida interior y, más adelante, construir también una iglesia de ladrillos y de almas".

“En efecto, es fundamental tener una comunidad que te haga crecer en la fe cada día". El párroco explica que el camino del servicio a los demás emprendido por la comunidad atrajo a personas que aún no estaban cerca de la Iglesia, pero que estaban dispuestas a responder a buenas iniciativas, a formar equipo y a trabajar por el bien de los demás. "Vi el fuego en sus ojos y la sed de la palabra de Dios, y eso me inspiró a acercarme aún más a los que sufren", afirma el padre Vitaliy.

La comunidad ha sido crucial para el éxito de este proyecto
La comunidad ha sido crucial para el éxito de este proyecto

Acogida y cercanía: la Iglesia es madre siempre

Un día, llegó a esta pequeña pero ferviente comunidad parroquial una familia en dificultades: una madre que mantenía sola a dos hijos, el mayor es el pequeño Mykyta, con un cromosoma de más, y una niña. Además, un incendio había destruido recientemente su casa, y en la parroquia greco-católica pudieron encontrar apoyo espiritual y material.

Mykyta empezó a ejercer su ministerio en la parroquia bajo la dirección del padre Vitaliy, y la familia se acercó cada vez más a la fe. Después de que el niño con un cromosoma de más se graduara como pastelero, la comunidad greco-católica de Fastiv empezó a buscar formas de ayudarlo a desarrollar su potencial.

El sueño de Mykyta

"Los valores de nuestra comunidad son el amor a nuestra ciudad, a su cultura y la fidelidad a la idea de unidad, la fe en el bien, pero la base siempre ha sido el servicio a los demás y la misericordia”, dice el párroco. Y para aprender a realizar mejor este servicio y aplicar plenamente las ideas de innovación social de la comunidad, el sacerdote y algunos de sus feligreses más activos siguieron un curso de formación que duró unos cuantos años.

La fase final de la formación consistía en desarrollar un proyecto y decidieron situar a Mykyta en el centro de su iniciativa, y así nació la idea de la pequeña fábrica "Galletas de la bondad". "Decidimos crear las condiciones para que pudieran hacer las galletas y, tras la formación, obtuvimos una subvención", añade el padre Vitaliy.

Mykyta en el taller
Mykyta en el taller

Un obstáculo inesperado 

Cuando se habían reunido los fondos necesarios y todo estaba listo para la inauguración, sucedió lo terriblemente inesperado: estalló la guerra a gran escala y todo se paralizó. "Durante un año y medio no pudimos hacer nada – recuerda el sacerdote greco-católico – pero entiendo que Dios habla a la gente en diferentes tiempos y maneras, y percibí que en este tiempo de guerra, el lenguaje de Dios es la bondad que la gente necesita oír. Por eso decidimos que seguiríamos por este camino a pesar de las dificultades".

El taller de panadería inclusiva "Korzhyk" se inauguró este año, aún en pleno conflicto ruso-ucraniano, el Día de la Anunciación de la Santísima Virgen María. La inspiración cristiana y la unidad de la comunidad, incluso ante las dificultades, se convirtieron en la clave de la idea de un lugar especial donde reinan la bondad y el amor. Como dice el sacerdote, "el hijo del sol", Mykyta, hornea galletas y pasteles para la gente todos los días, siguiendo las recetas de un pastelero profesional.

"Todos pueden visitar el taller – añade el párroco – y Mykyta siempre está sonriendo porque es un chico abierto y alegre, pero por sí solo no habría podido encontrar un trabajo en estas circunstancias. Le ofrecimos la oportunidad de rehabilitación psicológica, desarrollo de habilidades y autosuficiencia, porque hoy en día toda persona con síndrome de Down debe ser capaz de enfrentarse a la vida".

Además, los organizadores decidieron poner cuatro mesas en el taller, creando una especie de mini cafetería donde la gente puede degustar galletas frescas, hacer un donativo para una buena causa o simplemente pasar un rato en este ambiente de misericordia que también ayuda al párroco en su misión de educar las conciencias según la invitación del Papa Francisco expresada en la encíclica Laudato si':

"Todas las comunidades cristianas tienen un rol importante que cumplir en esta educación. Espero también que en nuestros seminarios y casas religiosas de formación se eduque para una austeridad responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente" [214].

La confección de los productos
La confección de los productos

Sentido de seguridad y estabilidad socioeconómica

En los tiempos difíciles de la guerra, cuando no hay estabilidad ni confianza en el futuro, las actividades del taller y el ambiente acogedor dan a Mykyta una sensación de protección social y estabilidad económica. El párroco Vitaliy cree que "las personas socialmente desfavorecidas se ven especialmente afectadas por la inestabilidad de la sociedad".

"Y aquí hay guerra, no sólo inestabilidad – subraya – a ellos les resulta difícil encontrar trabajo incluso en tiempos de paz, y es aún más difícil ahora que llueven bombas. Además, a estas personas les resulta difícil hacer frente a los trágicos acontecimientos de la guerra, los traumas no siempre son manejables para ellos. Pero no nos hemos rendido. La estabilidad social va de la mano de la estabilidad económica – prosigue el sacerdote – porque cuando una persona es un poco más fuerte económicamente y consigue ganarse el pan, consigue integrarse mejor en la sociedad”.

“Mykola pone todo su amor en las galletas que hornea y, gracias a la ayuda de tantas personas, hemos podido ayudarlo devolviéndole el amor y la alegría de vivir que él tiene”.

Colaboración en lugar de competencia

En la realidad de la pequeña ciudad de Fastiv, asolada por la guerra, la unidad y el apoyo de una comunidad, reforzados por una amenaza común, se manifiestan incluso en ámbitos de la vida caracterizados habitualmente por comportamientos diversos.

La gentileza y el amor que Mykyta siembra a través de su pastelería se ha ganado el corazón de los pasteleros y hosteleros de la ciudad. El párroco Vitaliy explica que nadie los ha tratado como competidores; al contrario, los establecimientos vecinos intentan apoyar a "Korzhyk" en todo lo que pueden. Algunas cafeterías vecinas se han mostrado dispuestas a vender las galletas de Mykyta en sus locales, pero la capacidad de producción del taller es pequeña y aún no puede satisfacer toda la demanda.

Los empresarios comprenden lo difíciles que son los primeros meses tras la apertura de un negocio y saben cómo apoyar las actividades de Mykyta, por lo que su deseo de asociación y apoyo amistoso en términos de ventas y asesoramiento, aunque expresado en términos económicos, es en realidad un sincero gesto de buena voluntad.

"Nuestra ciudad es un entorno en el que todos se han mostrado muy benevolentes con nosotros. Doy gracias a Dios por ello", añade el padre Vitaliy, a la vez que reitera la importancia de lo expresado por el Papa Francisco en la Laudato si': "La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común" [13].

Estas formas de interacción entre los empresarios son la prueba de que la presencia de la bondad y del amor también en la economía es la clave de una nueva cultura empresarial y de una nueva norma social en la vida económica orientada a la sostenibilidad. La ética del cuidado y del apoyo a los desfavorecidos está en el centro de la puesta en práctica de lo que llamamos la Economía de Francisco, a la que nos invita el Santo Padre.

La sonrisa del "hijo del sol”

"Hoy Mykyta sonríe todos los días porque es feliz, ¡y eso es lo más importante para nosotros!", concluye el padre Vitaliy. La luz y la bondad que irradia Mykyta cambian los corazones de quienes lo rodean y despiertan el deseo de cuidarse unos a otros para construir el nuevo mundo abierto del que habla el Papa en la encíclica Fratelli tutti, que en cierto modo completa la Laudato si'.

En el párrafo 98, Francisco recuerda a las personas con discapacidad como "exiliados ocultos" e invita no sólo a cuidar de ellos, sino también a garantizar su "participación activa en la comunidad civil y eclesial". Este camino desafiante e inclusivo contribuye a la formación de una conciencia capaz de ver a cada individuo como una persona excepcional y única. Sólo podremos construir un mundo nuevo capaz de salvaguardar la casa común si somos capaces de ver a las personas con discapacidad como seres humanos no distintos de nosotros, sino con capacidades y habilidades diferentes.

 

Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí

19 septiembre 2023, 09:37