García Cuerva invita a dejarse abrazar por la Virgen de Luján
Sebastián Sansón Ferrari - Vatican News
"Madre, estamos en tus manos, danos fuerza para unirnos": este fue el lema de la 49ª peregrinación juvenil a pie a la Virgen de Luján, efectuada entre el sábado 30 de septiembre y el domingo 1º de octubre, que concluyó con una eucaristía presidida por Monseñor Jorge García Cuerva, Arzobispo de Buenos Aires. Este tradicional encuentro fue organizado por la Comisión Arquidiocesana de Piedad Popular.
En su homilía, el Prelado se inspiró en el tema de este año 2023 para dirigir una oración a Nuestra Señora, suplicándole la necesidad de recuperar la alegría y la esperanza.
"Estamos en tus manos que no piden nada a cambio. Son manos de madre y el amor de mamá es gratuito, es generoso, es incondicional", dijo el Primado de la Argentina.
El Pastor puso bajo el manto de María a los compatriotas que más sufren; por ejemplo, "los rostros concretos de más de 18 millones de hermanos que representan el 40% de pobreza". También confió a los 9 millones de argentinos que viven en la indigencia, a los enfermos, a los ancianos que están solos, a los adolescentes y jóvenes "quebrados por la droga con su futuro hipotecado".
"En definitiva, María, ponemos en tus manos a la Argentina toda que nos duele mucho. Y también, como dice el lema de este año, hoy te pedimos fuerza para unirnos".
García Cuerva subrayó que durante las muchas horas de caminata, le pidieron fuerza en varios momentos. "Fuerzas para seguir caminando, fuerzas para levantarnos después de parar un rato en algún puesto. Fuerzas para soportar los dolores y las ampollas, fuerza para cruzar el primero y luego el segundo puente. Fuerzas para sostener a otros y fuerzas para llegar. Y ahora, todos juntos, desde esta plaza, te pedimos fuerza para unirnos. Lo necesitamos más que nunca".
"Las heridas de la descalificación, de la intolerancia, de la violencia física y verbal ya supuran", expresó, agregando que "nos están infectando el corazón de pueblo". Y subrayó que "es la hora de la fraternidad, es tiempo de unirnos". "Como lo hiciste vos, María, junto al discípulo amado y las otras mujeres al pie de la Cruz", sostuvo.
"La peregrinación a Luján es la demostración de un pueblo que no baja los brazos. Que sabe unirse, que puede caminar con un mismo objetivo. Un pueblo que sigue levantando las banderas de la paz y la justicia. Pero también la peregrinación es demostración de un pueblo crucificado que trae a María todos sus dolores para que una vez más nos consuele y nos anime a seguir".
Al plantear que "las ampollas y el cansancio pasarán, pero el amor de la Madre no pasará jamás", el Obispo animó a dejarse abrazar por Ella, a llorar en su regazo, entregarle los sufrimientos y pecados y confiarle las intenciones de la gente.
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