Brasil: La experiencia de la Iglesia fortalece las políticas migratorias
Felipe Herrera-Espaliat, enviado especial a Porto Alegre, Brasil
La vasta experiencia de la Iglesia respecto de la situación migrante en el mundo se transforma en un excelente recurso cuando se trata de enfrentar la crisis migratoria actual. De hecho, así se vive en Brasil, donde diversos organismos eclesiales contribuyen sólidamente con el Estado para elaborar políticas públicas que respondan a los múltiples desafíos.
En el municipio de Porto Alegre, en el sur del país, en julio pasado se aprobó una nueva ley migratoria que beneficiará a más de 35 mil extranjeros que viven en la ciudad, garantizando, entre otros derechos, un acceso más fácil a la salud y a la educación. Esta nueva normativa fue impulsada por el concejal Roberto Robaina, para quien “lo más importante es la idea de combatir el racismo y tener una idea de hermandad internacional, porque las personas vinieron aquí por las terribles condiciones de sus países, por crisis sociales y políticas gigantescas”.
Pero en la tramitación de esta ley no solo se escuchó la voz de los miembros de la Cámara Municipal de Porto Alegre, sino que se contó con la valiosa contribución del Foro Permanente de Movilidad Humana, entidad que coordina diversas instituciones pro-migrantes. En él ha tenido activa participación la religiosa scalabriniana Claudete Rissini, quien insiste en la necesidad de trabajar en conjunto para sensibilizar al sector público, de modo que se reconozca a estas personas como sujetos de derechos. “Como Iglesia todavía percibimos cierta resistencia, pues hay quienes no quieren dar atención ni proporcionar un ambiente humanizado al migrante”, afirma la hermana Claudete.
El aporte de los mediadores interculturales
Una concreción importante de esta ley fue asegurar el financiamiento para el programa de mediadores interculturales que trabajan en el sector de la salud. Es un equipo de cinco personas de diversas procedencias lingüísticas que facilitan el acceso de los migrantes a todos los servicios sanitarios ejerciendo como vínculos entre los pacientes y los doctores. Esto lo logran no solo a través de la traducción lingüística, sino que son capaces de decodificar todo el proceso de atención médica para hacerlo verdaderamente comprensible.
“Ha habido una gran sensibilización por parte de los profesionales de la salud, combatiendo la xenofobia y el racismo, entendiendo que ninguna persona es ilegal, y que todas las personas, sean nacionales o no, tienen derecho a acceder a la asistencia sanitaria”, explica con satisfacción Rita Buttes, responsable municipal de la salud de los migrantes.
Beneficiarios recurrentes de este servicio son los más de 40 miembros de la familia Rivero. Son un clan de la tribu warao de Venezuela, que se asentó en el barrio de Camaquã de Porto Alegre en 2020 tras dejar su hogar en Barrancas, un pueblo del Estado de Monagas. Allí los precios de los productos básicos se habían disparado y apenas encontraban alimentos y medicamentos. “Los indígenas andamos juntos, no nos separamos. También comemos y bailamos juntos”, puntualiza Rodolfo Rivero para explicar por qué fue todo el clan el que se desplazó 4.700 kilómetros hasta su actual lugar de residencia en Brasil, donde encontraron una vida mucho más llevadera.
El mediador intercultural Gabriel Lizarraga ha visitado a esta familia warao en diversas ocasiones en su hogar o ha ido junto a algunos de ellos hasta los centros de atención sanitaria. “Acompañamos a las personas a las consultas médicas para darles confianza, porque a veces sienten vergüenza, ya que no logran hablar ni comprender el portugués”, detalla Lizarraga. Así, el apoyo que dan a los migrantes ya sea en español, creole haitiano, inglés o francés, contribuye a que nadie deje de recibir una atención apropiada por una barrera de lenguaje o cultura.
Esteio, ciudad modelo
Dieciséis kilómetros al norte de Porto Alegre se encuentra Esteio, una ciudad de poco más de ochenta mil habitantes, liderada actualmente por un joven alcalde que ha impulsado fuertes medidas de acogida a los migrantes. Mientras en las urbes vecinas los afuerinos se perciben como amenaza, en Esteio la población percibe positivamente a los migrantes, valorando especialmente su mano de obra que fortalece el mundo laboral. Su inclusión ha sido tan exitosa, que en las escuelas públicas ahora se enseña español, para que también los brasileros se enriquezcan con la lengua más habitual entre los nuevos conciudadanos.
“Tenemos buenos socios, muchas organizaciones públicas y de la sociedad civil que contribuyen a esta labor, y hay también compromiso comunitario. La comunidad entendió la importancia de este trabajo y da su contribución de diversas formas, ya sea a través del voluntariado, por medio de donaciones, o ayudando en las acciones para generar empleos”, destaca el alcalde Leonardo Pascoal.
Espacio Mundo se llama uno de los varios proyectos que funcionan en la prefectura de Esteio para promover y fortalecer la inclusión de migrantes. En un recinto dedicado especialmente para ellos, puedan desarrollar actividades propias y recibir orientación para acceder a los servicios del municipio. Además, movidos por un espíritu de crear alianzas estratégicas, desde Espacio Mundo se les vincula con decenas de otras instituciones, entre las que destaca el Cibai, centro de los religiosos scalabrinianos que desde hace más de siete décadas se dedica a los migrantes en Porto Alegre. Allí saben que la respuesta a los retos que impone la migración exige una coordinación eficiente entre todas las entidades que buscan acogerlos e integrarlos.
“Nosotros, como scalabrinianos, que tenemos el carisma de vivir y trabajar por los migrantes, buscamos involucrar a otras organizaciones, ya sea a nivel eclesial como de la sociedad civil y los gobiernos”, asegura el padre Alexandre De Nardi, superior regional de los scalabrinianos para América del Sur. Así, uniendo esfuerzos públicos, privados y eclesiales, todos han comprendido que, pese a tener objetivos similares, la fuerza no la obtienen en competir, sino en compartir la única misión de responder a la gigantesca movilidad humana que hoy desafía al mundo.
Este reportaje fue realizado con la contribución del Global Solidarity Fund.
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