Capellán de Giudecca: La visita del Papa es un gesto de humanidad
Roberta Barbi - Ciudad del Vaticano
Cuatro reclusas detenidas en medida cautelar se desempeñarán como guías del curioso visitante que vaya a descubrir las obras de arte y los espectáculos que depara el Pabellón de la Santa Sede en la Bienal de Arte de Venecia, que hasta el 24 de noviembre se ambientará en un contexto particular como es la cárcel de mujeres de la isla de Giudecca. "Están muy contentas de participar en una obra cultural, pero también de relanzar su humanidad", explica a Vatican News el padre Antonio Biancotto, capellán de la cárcel, "es una apuesta por su humanidad recuperada tras un periodo de expiación de la pena. Yo diría, por tanto, que es una experiencia con un alto valor cultural, pero sobre todo humano". Y coronando este increíble sueño estaba el Papa Francisco, que decidió ver, esta vez con sus propios ojos, la instalación, titulada "Con mis ojos" de Chiara Parisi y Bruno Racine y promovida por el Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, el Cardenal José Tolentino de Mendonça, y admirar las obras de arte de los nueve artistas participantes, pero sobre todo conocerlos en persona, a los ochenta huéspedes de esta institución penitenciaria.
El tema de esta edición de la Bienal, comisariada por el brasileño Adriano Pedrosa, director artístico del Museo de Arte de São Paulo, es "Extranjeros en todas partes", indicando una condición universal que todos pueden experimentar, especialmente en la cárcel, un lugar donde uno entra como un forastero y es percibido como tal incluso desde fuera. "Aquí, las reclusas se sienten huéspedes, lo viven como un lugar de paso antes de volver a sus casas y a sus familias", es el testimonio del capellán, "pero también hay quienes tienen que cumplir una larga condena, tal vez de años y años, de modo que ese sitio también debe percibirse como un poco propio, un espacio donde puedan mejorar y recuperarse".
"Con mis ojos" y la mirada sobre la marginalidad
La exposición del pabellón de la Santa Sede está dedicada a los derechos humanos y a los mundos marginalizados, a las periferias en las que viven los últimos. "En el caso de las mujeres presas, esto ha supuesto una atención extra a su condición -continúa el padre Antonio-, que es la de quien pasa por esta experiencia carcelaria porque ha cometido un error, pero también es la condición de quien es pobre, y está marginado por nacimiento o por el contexto en el que vive. La mirada sobre la marginación es, sin embargo, un acto de bondad hacia todos los marginados, una oportunidad para ponerlos en el centro de un mundo que normalmente no quiere verlos". Los internos, además, durante la larga fase de preparación del pabellón, pudieron participar activamente en la realización de las obras de los artistas, algunos de los cuales se inspiraron en sus fotografías, poemas o les hicieron participar en coreografías especiales. "Se dejan implicar con alegría", añade el capellán, "porque quieren ser protagonistas de su propia vida y pronto de la sociedad que les espera fuera".
El arte en la prisión, una experiencia inmersiva
Llevar el arte a la cárcel es un acto revolucionario, que pretende aportar belleza a un lugar tradicionalmente feo; por otra parte, permite vivir una experiencia muy especial, porque para visitar, por ejemplo, el Pabellón de la Santa Sede en la Giudecca hay que dejar el móvil fuera, como en cualquier visita a un centro penitenciario. "Si dejas fuera la tecnología y todas las superestructuras que la acompañan, como hay que hacer aquí, realmente te dejas llevar por la obra que tienes delante: esta es la forma correcta de situarse ante el arte, en mi opinión", afirma el sacerdote.
El domingo, Francisco estará en Venecia, en la Bienal de Arte: una visita importante desde la primera participación de la Santa Sede en este evento, en 2013, gracias a la labor del entonces presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi. "Las internos están agradecidas al Papa por esta visita, que interpretan como una gentileza hacia ellos por parte de un Pontífice que siempre se ha mostrado sensible al mundo penitenciario y con predilección por los últimos", concluye el capellán. "Están muy atentos a estos gestos de humanidad y este en particular, de que el Papa venga a visitarles, les hace sentirse parte de esta humanidad por derecho propio. La esperanza es que entonces, tal vez, las puertas de la cárcel puedan abrirse también para algunos de ellos, pensemos en el Jubileo del próximo año, como ya ocurrió para el Jubileo de los Presos en 2016, cuando se obtuvo un indulto tras la petición del Papa de un acto de clemencia hacia los reclusos".
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