En África ecuatorial, las misiones femeninas de las Siervas de María
Maria Milvia Morciano - Ciudad del Vaticano
El año pasado se cumplió el centenario de las primeras misiones de las Hermanas del Manto Siervas de María en lo que ahora se llama eSwatini y antes se llamaba Suazilandia. En Uganda, en cambio, la congregación está presente desde el año 2000, es decir, bastante recientemente.
Sor Noretta Zecchinon, Superiora General de las Hermanas del Manto Siervas de María, describe las actividades de la congregación y esboza la situación social en Uganda, desde el punto de vista de la condición de la mujer. “Siempre me llama la atención que, como dice también el Papa, la columna vertebral de la economía de las familias en África la constituyen las mujeres. De media, en Uganda, cada mujer tiene siete hijos. Tenemos tres comunidades en el país. La más grande es Kisoga, en el distrito de Mukono. Empezamos a colaborar con los Padres Siervos de María, que nos invitaron para un trabajo pastoral que ya habían iniciado unos años antes. Algunas hermanas se han unido a nosotros como catequistas, como animadoras de la pastoral parroquial y también como profesoras”.
La presencia de las Siervas de María sobre el terreno
En Uganda, como en la mayoría de los países africanos, el problema más acuciante es el sistema sanitario, a menudo inexistente. La Madre Superiora General prosigue: “Las hermanas han creado un pequeño dispensario, donde se ha abierto una maternidad, muy solicitada, al igual que la presencia de las hermanas en este tipo de cuidados". La hermana Noretta subraya lo importante que es que haya mujeres al lado de las mujeres que dan a luz. “Nos enfrentamos a la petición de ampliar este servicio de atención a las mujeres, especialmente a las que están a punto de ser madres”. Las sirvientas de María hacen todo lo posible por ayudar a las mujeres a desarrollar sus habilidades, incluso de la forma más sencilla. “Hemos organizado un taller de costura y nos han pedido que pongamos a su disposición otro más pequeño, quizá de peluquería, para que puedan aprender un oficio. También es necesario que tengan los primeros conocimientos básicos de informática. Las perspectivas son ampliar el servicio, esta proximidad, para promocionar a la mujer y conseguir que realmente sea cada vez más protagonista y pueda a su vez sostener ella misma a la familia y la educación de los hijos”, concluye la Madre Superiora.
Alfabetización en la fe
“Reflexiono sobre lo que dijo el obispo de Manzini, en eSwatini, justo al final de la celebración del centenario: ‘Cien años, ¿y ahora?’. Conversando con él, nos preguntamos: ¿qué alfabetización es más urgente? Ciertamente, en los países africanos y en otros lugares, la primera alfabetización sigue siendo necesaria: leer, escribir y contar, como se decía antiguamente. Pero creo que ahora, en todo el mundo, hay un analfabetismo de fe y de conocimiento de la fe cristiana que creo que debe vernos en primer plano y utilizar todas nuestras fuerzas y capacidades precisamente para compartirlo y poner así en práctica lo que la Iglesia dice desde hace años, es decir, de la necesidad de una nueva evangelización”, concluye la hermana Zecchinon.
El ejemplo de los mártires, faro de fe en Uganda
En Uganda, la congregación de las Siervas de María también se dedica a la formación de novicias. Una de las comunidades de Jinja, en el nacimiento del Nilo, se ocupa del noviciado y desde hace años hay un flujo continuo de chicas, no sólo de Uganda, sino también del Congo, especialmente de algunas zonas fronterizas con Uganda y Kenia. “Estuve allí cuatro años y medio, y antes 19 años en eSwatini, y creo que en Uganda el hecho de que tuviéramos 22 mártires más otros en diferentes momentos, que sacrificaron sus vidas por la fe, es la razón de fondo por la que las familias locales se alegran si una de sus hijas expresa el deseo de ofrecerse al Señor. Hay casi un impulso en el país, y esto plantea la gran tarea del discernimiento”.
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