Comece sobre las elecciones europeas: Al servicio de todos los ciudadanos
Xavier Sartre y Francesca Sabatinelli - Ciudad del Vaticano
La guerra y la situación en Ucrania, la incertidumbre económica, el riesgo de degradación, la pérdida de impulso y la consiguiente búsqueda de identidad: todos estos son factores que han producido el resultado del voto europeo con el que los electores de los 27 países de la Unión Europea (UE) han mostrado sus temores y sus críticas a una Europa que parece «demasiado tecnocrática, demasiado distante, demasiado quisquillosa en ciertos temas». Monseñor Antoine Hérouard, Vicepresidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (Comece), y Arzobispo de Dijon, ofrece una reflexión sobre el post-voto, describiendo el voto como «de descontento y contra los gobiernos de turno en muchos países» expresado por los ciudadanos europeos.
Una Europa solidaria
Comece envía una señal de ánimo a los representantes electos, pidiéndoles que sean conscientes de que «están al servicio de toda Europa y no sólo defendiendo unos intereses particulares».La construcción de Europa, es el punto fundamental para los obispos, debe ser una «construcción solidaria que cree lazos entre los países miembros, pero que también sitúe a Europa de manera especial y original en su relación con los grandes países del mundo».
El deber hacia los demás
El de los europeos, explica monseñor Hérouard, es un llamamiento que hay que tener en cuenta, expresado con un voto crítico, que sin embargo mantiene al Partido Popular Europeo como el «grupo más numeroso del Parlamento Europeo». En definitiva, «el resultado no significa que haya que plegarse a la lógica de un cierto número de partidos» definidos como de extrema derecha o populistas", pero sí “que las insatisfacciones expresadas en las elecciones deben tenerse en cuenta en el ejercicio de la mayoría que surgirá a través de la elección de los principales líderes”.
Frente a un Parlamento Europeo saliente que, subraya el prelado, en los últimos años ha reflejado un proceso de «fuerte descristianización» del continente europeo, es la Iglesia la que recuerda que «las libertades individuales no son ilimitadas»;que existen «deberes de unos para con otros y para con la construcción de una sociedad y una Europa solidarias, en las que haya un lugar real para los más pequeños, para los más frágiles, para los que se encuentran en dificultades de cualquier tipo»; que la cuestión de la emigración debe abordarse, «de manera sincera, verdadera y también con cierta apertura, porque no basta con decir que Europa no quiere más emigrantes».
Los valores que defiende la Iglesia
Lo que hemos presenciado en parte, prosiguió el arzobispo de Dijon, es en cambio la actuación de un gobierno europeo que «ha intentado definir lo que algunos han llamado nuevos derechos, pero que son más bien una cuestión de multiplicación de los derechos individuales sin tener en cuenta los elementos de solidaridad necesarios en el seno de la sociedad».
La Comece, que en ningún caso expresa su apoyo a una u otra política, reitera a continuación que las cuestiones relacionadas con la protección de la vida, los derechos de los trabajadores, la ayuda mutua internacional y el desarrollo de los países más pobres siguen siendo los valores europeos «alentados por la Iglesia» y que tienen que ver con «la democracia, con el Estado de Derecho, con valores muy diferentes y muy amplios, a los que el Papa Francisco se ha referido a menudo en sus numerosos discursos sobre la integración europea».
Europa al servicio de los ciudadanos
Hérouard y Comece señalan a continuación la urgencia de abordar la cuestión medioambiental, que concita la desconfianza de los europeos por los cambios que puede requerir, marcados además por un alto coste económico, e invitan a Europa a ponerse, a través de decisiones y medidas políticas, al servicio de los ciudadanos, estando cerca de sus preocupaciones, protegiéndolos y no replegándose sobre sí misma.
La Europa que se necesita no es la que defiende «sólo los derechos personales de cada individuo», sino la que construye «una verdadera solidaridad entre países y entre ciudadanos», porque «el proyecto europeo es un proyecto de solidaridad de unión de comunión en cierto sentido» y esto no debe olvidarse nunca.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí