Testigos especiales de Cristo y del Evangelio
Isabella Piro - Ciudad del Vaticano
«No temas, porque yo estoy contigo»: es un pasaje del profeta Isaías (41, 10) el inspirador del lema de la 13ª peregrinación a Roma de la Coetus internationalis ministrantium - CIM, la Asociación Internacional de Acólitos, fundada en 1960, prevista desde el próximo lunes, 29 de julio, hasta el 3 de agosto.
El lema del encuentro será «Contigo» y acompañará toda la semana que los cerca de 50.000 monaguillos vivirán en la Ciudad Eterna, acompañados por el presidente de la CIM, el cardenal jesuita Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo. En peregrinación “a la tumba de Pedro - escribió el cardenal en un mensaje de invitación al encuentro - queremos experimentar que somos Iglesia juntos, una Iglesia joven y dinámica en la que vosotros, como monaguillos, tenéis un papel central porque sois testigos especiales de Jesucristo y de la Buena Noticia en vuestras parroquias y diócesis”. “¡La Iglesia necesita este testimonio!”.
Los 15 países de origen
Y si los participantes en la peregrinación son numerosos, también lo son sus países de origen, que van de Austria a Hungría, de Bélgica a Suiza, de Croacia a Eslovaquia, pasando por Francia, Lituania, Luxemburgo, Portugal, República Checa, Rumanía y Serbia. No faltarán los ministrantes de Ucrania, atormentada por más de dos años de guerra, mientras que el grupo más numeroso -con unos 35.000 adherentes- vendrá de Alemania, acompañado por el presidente de la Comisión de Juventud de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Johannes Wübbe, auxiliar de Osnabrück.
Encuentro con Jesús en la Eucaristía
El programa detallado de la peregrinación se presentará en una rueda de prensa a primera hora de la tarde del próximo lunes, pero sin duda el momento culminante será la audiencia con el Papa, prevista para las 18.00 horas del 30 de julio en la Plaza de San Pedro. No es la primera vez que los monaguillos se encontrarán con Francisco: el 4 de agosto de 2015, por ejemplo, de nuevo en el abrazo circular de la columnata Bernini, se celebró una audiencia con miles de participantes reunidos bajo el lema “¡Aquí estoy, mándame!” (Is 6, 8). “Vosotros, hoy, sois más afortunados que el profeta Isaías. En la Eucaristía y en los demás sacramentos experimentáis la íntima cercanía de Jesús, la dulzura y eficacia de su presencia. No encontráis a Jesús colocado en un inalcanzable trono alto y elevado, sino en el pan y en el vino eucarísticos, y su Palabra no hace vibrar los marcos de las puertas sino las cuerdas del corazón”.
El servicio en el altar, campo de entrenamiento en la fe y la caridad
Como Isaías, añadió el Papa, estamos llamados “a compartir la alegría de reconocernos elegidos y salvados por la misericordia de Dios, a ser testigos de que la fe es capaz de dar nueva dirección a nuestros pasos, que ella nos hace libres y fuertes para estar disponibles y preparados para la misión”.
De ahí la exhortación del Papa a que sean “acóliltos misioneros”, es decir, “capacitados para ir hacia el prójimo llevándoles como don lo que habéis recibido, entregando a su vez con entusiasmo la alegría que se os ha dado” y haciendo del servicio en el altar “un gimnasio de educación en la fe y la caridad hacia el prójimo”.
El compromiso concreto por la paz
Tres años después -era el 31 de julio de 2018-, el Papa Bergoglio volvió a recibir en la Plaza de San Pedro a los participantes de la peregrinación de la CIM, que ya va por su 12ª edición. El lema del evento de hace seis años se inspiraba en el versículo 14 del Salmo 34: “Buscad la paz y perseguidla”. Y precisamente la paz estuvo en el centro del diálogo que el Pontífice mantuvo con los cerca de 60.000 jóvenes presentes. Los jóvenes plantearon cinco preguntas, también sobre el tema de la Eucaristía, la fe y la santidad. El Papa respondió subrayando cómo la paz es “La paz es el don que nos transforma para que nosotros, como miembros de su cuerpo, podamos sentir los mismos sentimientos de Jesús, podamos pensar cómo El piensa ―los mismos sentimientos de Jesús, y pensar como Jesús piensa―, amar como Él ama”. “El compromiso concreto con la paz es la prueba del hecho de que somos verdaderos discípulos de Jesús”.
No ser perezosos en el camino de la santidad
En el encuentro de 2018 también hubo un momento de oración comunitaria presidido por el Pontífice que, en una breve homilía, dijo: “Servir a la gloria de Dios en todo lo que hacemos es el criterio decisivo para nuestra acción, la máxima síntesis de lo que significa vivir en amistad con Jesús. Es la indicación que nos orienta cuando no estamos seguros de qué es lo correcto hacer; nos ayuda a reconocer la voz de Dios dentro de nosotros, que nos habla en la conciencia para que podamos discernir su voluntad. La gloria de Dios es la aguja de la brújula de nuestra conciencia”. E invitó a los monaguillos a ser “imitadores de los santos”: “hagamos todo para la gloria de Dios y para la salvación de nuestros hermanos”, añadió, y les advirtió: “en este camino de seguir a los santos, en este camino de santidad, no caben los jóvenes perezosos”.
Valentía, entusiasmo y espontaneidad
Pero Francisco también se ha reunido con grupos específicos de monaguillos, como los de lengua alemana, recibidos el 5 de agosto de 2014, y los de la Iglesia de Francia acogidos en el Aula Pablo VI el 26 de agosto de 2022. En ambas ocasiones, el Papa había exhortado a los jóvenes a hablar de Jesús con esa valentía, entusiasmo y espontaneidad que hace más fácil llegar a la mente y al corazón de tantos jóvenes. Al mismo tiempo, les había instado a no avergonzarse de servir al Altar, porque su actitud durante las celebraciones “es ya un apostolado” para todos los asistentes.
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